miércoles, febrero 08, 2023

LUGARES Y NO LUGARES EN PENCO

LUGAR donde el rio Penco se encuentra con la playa.

                    Por Juan Espinoza Pereira, docente.
        Todo asentamiento humano se va transformando con el transcurrir del tiempo, los sujetos que dan origen a una comunidad que convierten en su hábitat, por eso se les denomina habitantes. El hábitat les brinda seguridad ante los avatares de la naturaleza, al mismo tiempo que satisface sus necesidades para la sobrevivencia; a tal extremo que los habitantes adquieren una identidad con su hábitat: adquieren una forma de caminar, de hablar, de pensar, de creer, incluso llegan a tener un olor propio (Kusch, R. y Cullen, C.). Quienes se dedican a las Ciencias Sociales sostienen que los habitantes son constructores de historia sin que tengan consciencia, viven en la historia que luego puede ser estudiada y objetivada en textos por los expertos.

        En definitiva, los habitantes de las comunidades son creadores de lugares (Augé, M.) que se caracterizan por tener identidad, constituir un mundo seguro desde el nacimiento hasta la muerte. Es en el lugar donde los habitantes se encuentran cotidianamente en un estar relacional genuino basado en un diálogo constructivo, pleno de significado toda vez que son ellos quienes construyen significados que refuerzan la identidad y la orientación espacial (a modo de ejemplo, los primeros nombres de las comunidades estaban en directa relación con las necesidades de los sujetos: calle del mercado, calle de la plaza, calle del cementerio, calle de la escuela, calle del río, camino a Penco, el camino a Lirquén, etc.)… «Los lugares, entendidos como espacios donde cohabitan elementos físicos, simbólicos y culturales, todos con significados que son construidos por los seres humanos en las relaciones sociales que se cruzan cotidianamente y con un fuerte componente afectivo...». Bajo esta mirada nos encontramos con el concepto vecino: los que habitan en un mismo lugar, los que se cuidan, los que construyen de manera colaborativa, los que sueñan juntos cuando construyen comunidad.

        Ahora bien, el avance de la técnica, el desarrollo científico, los movimientos migratorios, las nuevas formas de trabajo, las nuevas realidades (virtualidad) llevan al nacimiento de los No Lugares, entendidos como espacios desafectados, carentes de emociones y significados, donde los sujetos sólo circulan de manera acelerada y sin detenerse en las personas ni en los significados de las construcciones. Los No lugares carecen de relatos, por lo tanto, adolecen de identidad y de existir un atisbo de esta, se pierde con la intoxicación informativa que no ayuda a los sujetos a construir-se, sino sólo a consumir de manera alienada; las relaciones dejan de ser afectivas para trocarse en relaciones contractuales.


        Lugares y No Lugares cohabitan en las ciudades actuales, dependerá del sujeto dónde pone el acento de acuerdo a su experiencia de vida y su generación. El sujeto del Lugar mira con nostalgia aquel pasado que vivió de manera intensa, trata de reconstruir el relato que le dio sentido a su vida, la foto en la plaza tomada con la cámara de cajón o la Zenit metálica; el sujeto del No Lugar, camina por las calles con la mirada absorta queriendo llegar a un destino que no ha elegido y sin detenerse en nada, sólo viajar sin dialogar y presto a tomarse una selfie para disponerla en las redes sociales ya que este tipo de sujeto es un narcisista empedernido, propio de la posmodernidad; sus relatos son virtuales.

        Mientras caminaba por las calles de Penco, bajo una humareda que impedía ver el cielo y acompañado de ruido de motores que volaban en dirección al fuego intencionado, fui reconociendo Lugares y No Lugares de esta “ciudad histórica,” donde priman los No lugares: mall chino, falsos casinos de juego, casas abandonadas, mercado casi destruido, paredes que no hablan, campanas eclesiales que no suenan. Sin embargo, aún sobreviven los Lugares, en especial en las poblaciones donde hombres y mujeres (de mayoría de edad) aún barren las calles y conversan y se ponen de acuerdo para el intercambio de flores para el antejardín propio; también hay paredes que hablan donde algunas vecinas plasman sus nostalgias de un mundo que se fue*; en el centro de la ciudad aparecieron las camionetas con venta de hortalizas y donde el trato entre vendedor y comprador no es sólo contractual, sino que tiene un componente afectivo (caserito-a) y que para quienes ya hemos caminado bastante por la vida, nos recuerda las carretas apostadas en el sector de Villarica, Infante y otros, donde los campesinos del interior vendían sus productos a los vecinos de Penco. Lugares y No Lugares cohabitan en Penco, con actores diferentes y miradas diversas.


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* Agradezco a la vecina Marta Ofelia Manna por atreverse a escribir este poema, al mismo tiempo pido las disculpas por sacar una foto y que se publique en este medio.




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