lunes, noviembre 10, 2025

LA CUARTA REVOLUCIÓN ATACAMEÑA: EL TRANSPORTE ELÉCTRICO

MODERNOS BUSES ELÉCTRICOS en las calles de Copiapó.
 

Texto y fotos: Juan Espinoza Pereira, docente, desde Atacama.

A partir de octubre de este 2025, en Copiapó se produce una cuarta revolución social e histórica en esta zona(1) de Atacama. Las tres revoluciones anteriores las despliego más abajo en el texto. Esta vez el cambio está asociado al desarrollo tecnológico, alejado de la guerra, las armas, las muertes y los dolientes, que caracterizaron a las revoluciones que precedieron. La de hoy se relaciona con el bienestar de los vecinos de la ciudad. Se trata de la incorporación de la electromovilidad en el transporte público. Anteriormente por las calles de Copiapó, el movimiento de personas se hacía en taxis colectivos de manera obligatoria y también por la búsqueda de alguna comodidad. En Penco, por ejemplo, están los taxis negros con una ruta específica y compiten por captar pasajeros con los buses Ruta del Mar y Ruta las Playas. Este sistema de transporte de un alto coste para las familias, los estudiantes y tercera edad ($ 1.000 el pasaje, aunque la persona sea movilizada un par de cuadras).

   El nuevo sistema copiapino de buses, con capacidad para 60 pasajeros, donde 25 de ellos pueden ir cómodamente sentados, no tiene nada que envidiarles a las grandes ciudades europeas: buses con un sistema de pago a través de tarjeta recargable, cuenta Rut, cuenta bancaria en general; puertas con acceso universal, asientos especiales para personas con discapacidad así como tercera edad, se permiten, perros para personas con limitaciones visuales, niños(as) TEA, etc. Tienen aire acondicionado con la temperatura interior entre 20° a 24° (cuando la sensación térmica exterior bordea los 30° a 35°), red wifi gratuita y pasamanos de todo tipo. Cada bus es sanitizado al momento de iniciar su recorrido. Considerando que Copiapó es una ciudad que tiene un ritmo de vida diferente a las grandes urbes, donde todo el mundo corre para llegar como si fuera la última carrera y donde las personas sólo quieren ganar tiempo" (2) sin saber para qué. En esta ciudad el movimiento de las personas es cansino, el tiempo aquí es resignificado, es decir una hora copiapina no es la misma que una hora santiaguina o una hora penquista, por ejemplo. Quien necesita trasladarse sólo tiene que esperar en el paradero correspondiente y una vez que llega el bus y esté detenido se abrirá la puerta para abordar.


    La revolución a la cual asistimos llevará a modernizar algunas conductas: a través de una aplicación en el celular se puede saber cuánto falta para que llegue el bus al paradero y cuánto tiempo le tomará para llegar al destino deseado. Ni hablar de los precios de los pasajes. Una persona que gastaba $ 80.000 mensuales en transporte para ir a su trabajo o, un estudiante $40.000 mensuales para llegar a su casa de estudio, se ahorrará hasta un 60% al mes. Sin lugar a dudas, esta cuarta revolución va en directo beneficio de los usuarios. Un amigo me comentaba que fue a esperar a un geólogo inglés que llegaba a Copiapó directamente desde Londres y lo condujo hasta su hogar en transporte público, el british asombrado y por largo rato exclamaba: “wow, wow, oh my gosh!”. Nunca imaginó que en el desierto de Atacama el transporte público era similar al de London.


    Consecuencia sociológica: las personas han empezado a conversar mientras se transportan, ríen y observan la ciudad, ahora con una perspectiva diferente; el respeto irrestricto hacia las personas de la tercera edad (incluye estudiantes) se deja ver muy prontamente; aunque la puerta del centro del bus esté abierta, los pasajeros no suben, sino por donde se paga y, si por fuerza mayor debe hacerlo, muy rápidamente se dirige hasta la entrada para pagar (digno de imitar en Santiago). Algo muy característico del copiapinos es el saludo, lo cual se hace al momento de ingresar a un bus, una oficina o una tienda, esto se sigue manteniendo; cuando se llega a destino es agradable escuchar la expresión de “gracias” dirigida al chofer y si éste es de origen copiapino responde con un: “que tenga un buen día.”

   ¿Y qué ha pasado con los medios de comunicación que no han puesto en pantalla esta revolución en Copiapó? ¿Se habrá enterado el resto del país? Recordemos, es la única ciudad de Chile que cuenta con un sistema de transporte público completamente eléctrico, hecho que permite tener una baja significativa en contaminantes y quizá la única en Latinoamérica. Algunos medios informativos electrónicos han escritos algunas líneas sobre lo que se ha narrado acá, la televisión escasamente le ha dedicado alguna nota de lo gratificante que está ocurriendo en este oculto norte. Por eso desde este blog de Penco destacamos el logro copiapino. Esta cuarta revolución no está aún documentada, quizá sea porque no está teñida de sangre.

    Sin embargo, tienen esa impronta las tres revoluciones sociales que anticipamos al comienzo y que ocurrieron acá. Esos movimientos han estampado su sello de tristeza a Atacama, que no son bien mirados en la perspectiva del tiempo y que muchos quieren acallar. A pesar de los voluminosos aportes que esta zona del norte ha hecho al país, incluso desde antes de la república, permanecen silenciados intencionadamente por la cultura oficial de tipo eurocentrista, donde la zona centro-sur (hasta el Biobío) es lo más importante. El resto se considera periferia tributaria del centralismo. Pero, la política de instaurar servicios de buses eléctricos, que hemos expuesto, sería una señal de que ese sentimiento está cambiando.

    De todas manera, es necesaria una revisión objetiva de los hechos del pasado para develar y puncetear a los cronistas oficiales por las omisiones y tergiversaciones de la historia real que los hace cómplices. Así, el curriculum nacional no atiende la historia en escuelas y liceos. Lo que ocurrió acá en el siglo XIX fue lamentable. Veamos un resumen de eso que está en los archivos:

Revolución Obrera de 1851, los obreros de las diferentes minas de Chañarcillo (inicio 1832), después de 20 años de explotación y humillación en particular los mineros del pueblo Juan Godoy–, se levantaron ante los empresarios con el fin de lograr mejoras de los salarios, de las condiciones de vida: acceso al agua dulce, comida fresca, y no en estado de descomposición, y una escuela laica, entre otras necesidades. Los obreros empuñando picotas, palas y palos se enfrentaron a capataces, guardias y rifleros comprados por los empresarios mineros para reprimir (Gallo, Vallejo, Matta, Edwards, Ossa, Subercaseaux, entre otros). Los trabajadores marcharon hasta la misma Intendencia de Copiapó y se la tomaron en apoyo a sus demandas. La respuesta: fueron masacrados por el Intendente de Atacama, el gran José Joaquín Vallejo, quien posteriormente fuera homenajeado como el padre del periodismo en Chile, aunque ante el temor de la revuelta, cobardemente se embarcara en Caldera en una goleta y diera la orden desde alta mar de aplastar el levantamiento.

Revolución de 1859, llevada a cabo por la burguesía local encabezada por Pedro León Gallo, empresario minero y, quienes se oponían a pagar impuestos en la capital, mientras Atacama sufría la pobreza y el nulo progreso del que disfrutaban Santiago y Concepción. Con la riqueza que habían acumulado durante años (mañosamente señalan algunos historiadores), formaron el Ejército de los Constituyentes, quienes después de haber sido bendecidos por el Presbítero Bruno Zabala Fredes (empresario minero al mismo tiempo) marcharon hacia la capital para tomar el poder, “apoyados supuestamente por Concepción”. Estos últimos abandonaron la idea y permanecieron bajo el orden establecido por el gobierno; a diferencia de los atacameños, que prosiguieron avanzando hasta Santiago. Sin embargo, al llegar a La Serena fueron traicionados y vencidos por el gobierno de Manuel Montt, siendo Atacama golpeada duramente y calificada como “revoltosa”, “problemática”, “peligrosa” y “demandante.

Revolución de 1891, encabezada por la burguesía apostada en el Congreso Nacional. La casta veía en el gobierno del Presidente Balmaceda un peligro para sus intereses. Luego de su muerte, eliminaron las medidas que favorecían a las clases populares. De ese modo Atacama sufrió todas los dramas que desencadenó el gobierno local instaurado con muertes, relegaciones y expulsiones de personas que adscribían al gobierno balmacedista. Un ejemplo claro es el puerto de Chañaral, donde los pescadores y mineros locales fueron obligados a abandonar el pueblo por orden de Malaquías Concha (un lirquenino no debiera sentirse orgulloso de este personaje maquiavélico, asesino y que hoy una calle lleva su nombre). Se produjo una diáspora, balmacedistas tuvieron que huir internándose en el desierto de Atacama para salvar sus vidas.

    Estas tres revoluciones atacameñas están ampliamente investigadas y documentadas(3) con estudios de calado profundo, desmenuzando la participación y las intenciones de los actores de la época, así como se iba configurando la organización social-política de Atacama y el país. Los gratos aires de la modernización que testimoniamos hoy no mitigan en la memoria el dolor por aquellas injusticias.

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  1. En el texto he reemplazado el concepto de Región, ligado a la dictadura militar chilena, donde se le entregaba a un general una región militarizada para someter a un enemigo inexistente. 

  2. Sugiero ver la interesante película “El Precio del Mañana.” 

  3. Gabriel Zalazar, Milton Godoy, Ernesto Bohoslavsky, Guillermo Cortés, Arturo Volantines, Jorge Ibáñez y, hasta un documento espurio de Sergio Villalobos, entre otros. 

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