jueves, abril 15, 2021

LA DULCE SONRISA DE UNO DE AQUELLOS NIÑOS DE PENCO

GUILLERMO NOURDIN (74)
QEPD
      De Guillermo sólo podría hablar con propiedad de nuestros tiempos felices, de cuando éramos niños e integrábamos una pandilla que no tenía un líder y que se congregaba a fuerza de vernos todos los días. Los poetas dicen que los niños felices sonríen espontáneamente. Y así éramos todos. Todas las sonrisas son lindas, dulces. Pero, sin duda la sonrisa más bella que recuerdo de entre todos aquellos niños, era la que se dibujaba en el rostro de Willie...

        La familia de los Nourdin Bueno la formaban la madre, una mujer rubia, de ojos azules enormes, llana y conversadora, proveniente de Coronel. El padre, el señor Nourdin de ojos claros, corpulento, amante de las motos. Conducía una Harley Davidson y en ella tardaba siete minutos en ir a Concepción. Los hijos eran: Silvia, la mayor, rubia, pálida, fina y delgada, murió siendo muy joven; seguía Milton, un muchacho de pelo oscuro, no de gran estatura, muy amistoso a quien le encantaba el ciclismo. Tenía una hermosa pistera; también dejó este mundo en plena juventud. Y el tercero era Guillermo, el último de los Nourdin Bueno que se nos ha ido este otoño triste y hermoso.

       Debido a que los miembros de su núcleo familiar fallecieron en un tiempo relativamente breve y cuando él era un adolescente, Willie quedó sólo y tuvo que madurar rápido, se educó a sí mismo y siguió adelante, luchando, preparándose para el futuro. Él supo antes que el resto de los miembros de la antigua pandilla de niños que la vida no venía fácil.

     Pero, volvamos a los tiempos felices, a los tiempos de las sonrisas. Como casi todos los de nuestro enclave: los dos pabellones de madera de Alcázar con Freire, ingresamos, unos antes otros después, a la brigada scout Armando Legrand, fuimos scouts. En la formación Willie destacaba por su porte, su facha y el sombrero verde de tipo Banden Powell, parte de nuestro uniforme. El ala de su sombrero iba siempre muy bien planchada y los cuatro pliegues de arriba permanecían en simetría perfecta. Parece que lo veo marchando con toda nuestra brigada por las calles de Penco con su báculo al hombro, coronado del gallardete o la pequeña bandera chilena en corte triangular. La mayor de las veces, la jefatura lo designaba para portar el estandarte, el más alto sitial al que podía aspirar un scout que no perteneciera al staff.

         También practicó el fútbol. Un punto a favor era su delgada figura de entonces, corría rápido, se ubicaba bien en la cancha. Discutía en forma acalorada contra el árbitro cuando advertía un cobro injusto. Defendió la camiseta del Atlético. Entre sus virtudes tenía una personalidad firme. Era franco y directo.

         Sin duda amó a Penco y decidió hacer su vida en el ámbito de la comuna en la que creció y se hizo hombre. Mis recuerdos acerca de su persona, de los que he dado una somera pincelada, se remiten únicamente a los tiempos de la niñez y de la adolescencia. Ya mayor, Willie contrajo matrimonio con Marita, también ella vecina e integrante del grupo de niñitas que jugaban aparte y miraban de cerca las "proezas" de nuestra pandilla inolvidable. Esos fueron nuestros años felices y Guillermo nunca abandonó nuestro grupo. No te hemos olvidado ni te olvidaremos amigo. Adiós “Casey Jones”.

2 comentarios:

fritzDJ dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

.gracias por recordarlo y mostrarnos una pincelada de su hermosa juventud y también su muy especial sonrisa .