jueves, mayo 12, 2022

UNA HUELLA PREHISTORICA DA PISTAS DE NUESTRO PASADO

LA HUELLA HUMANA PREHISTÓRICA de Osorno, a la izquierda. A la derecha, la recreación artística de cómo se pudo haber producido.
         
        Un equipo de arqueólogos de la Universidad Austral, UACH, descubrió en 2010 la huella de un ser humano prehistórico sobre barro petrificado en Osorno. Estudios la dataron en 15.600 años siendo hasta hoy la más antigua descubierta en América.
         Esta huella de un pie derecho desnudo de 23 cm., perteneciente a un individuo de 70 kilos reafirma una nueva teoría que propone que hubo migraciones no sólo en Alaska a través del estrecho de Bering originadas en Oriente sino que también llegaron seres humanos por el extremo sur de Chile vía la Antártida.
        El 6 de mayo de 2022, la Municipalidad de Osorno aportó fondos para proseguir la búsqueda de más indicios prehistóricos en el barrio de Pilauco Bajo, donde está el sitio de tan interesante hallazgo.

EL EQUIPO DE CIENTÍFICOS DE LA UACH trabaja en la búsqueda de
nuevos vestigios humanos en Osorno, dirigidos por Karen Moreno.

       El rastro encontrado en Osorno, así como años antes se hallaron restos de un grupo humano primitivo en Monte Verde cerca de Puerto Montt y después los conchales descubiertos en Playa Negra, en Penco, son importantes aportes al conocimiento de nuestro pasado remoto que se remonta a milenios anteriores a la Conquista de los europeos. Harto se ha avanzado. 
        Sobre este tema trata el texto que viene a continuación, un intento por comprender y relacionar el pasado de nuestros pueblos aborígenes y la modernidad que representó la llegada de los europeos.

BUSTO DEL CAPITÁN 
JUAN BAUTISTA PASTENE

    LAS HUELLAS EN PEGUCO

       Nos falta conocer más acerca de nuestro Peguco original. Nos gustaría tener información de este valle, del tiempo anterior al 23 de febrero de 1550, fecha en que Pedro de Valdivia se instaló acá para fundar Concepción del Nuevo Extremo. Y de antes, incluso, del viaje del capitán Pastene en 1544. Al lugar los españoles llamaron Penco, imitando, en cierta medida, el sonido de la voz mapudungún usada para designar la ubicación.
            Al parecer los conquistadores estaban conscientes que éste no era un sitio cualquiera y lo sabían de antes. Ese conocimiento previo de la costa sureña era muy detallado y preciso. Lo había recopilado el capitán genovés Juan Bautista Pastene Solimano a quien Valdivia le encargó navegar al sur 600 millas para coger información del litoral. A su orden, dijo el marino quien zarpó a inicios de septiembre de 1544 a bordo del buque «San Pedro» para cumplir la misión. Pastene avanzó llegando hasta la bahía San Pedro, en la actual comuna de Purranque, provincia de Osorno. Estimó que ahí se cumplían las 600 millas de la tarea encomendada y decidió regresar, no sin antes desembarcar en esa hermosa playa. El 18 de septiembre de ese año bajó junto a Jerónimo de Alderete y 12 soldados y tomó posesión en nombre del Rey, según el protocolo de la conquista. Su escribiente recogió información y anotó las coordenadas. El relato dice que había gente originaria allí, como que el marino capturó a cuatro indígenas y los puso a bordo para traerlos al norte. Por este viaje exploratorio el capitán Pastene fue el primer europeo en visitar, conocer y datar la costa chilena del sur.
BAHÍA SAN PEDRO EN LA ACTUALIDAD, LÍMITE MERIDIONAL
DEL RECORRIDO DEL CAPITÁN PASTENE.

           Antes sólo había pasado por allí Hernando de Magallanes, quien no recogió información detallada como lo hizo Pastene porque el portugués viajaba más interesado en dejar atrás este continente y cruzar el océano. En su retorno Pastene ingresó por el río Valdivia y estuvo en la isla Mancera, donde capturó más indígenas y los echó también arriba de su buque. Después pasó por la Mocha y luego avistó la desembocadura del Biobío, que los nativos capturados dijeron que se llamaba «Rimbimbi», o así creyeron oírlo Pastene y su tripulación. En la bahía de Concepción, el capitán genovés observó la costa en medio de un temporal, no pudiendo desembarcar e igualmente tomó posesión según los procedimientos pero con poca ceremonia desde el puente del «San Pedro». También registró las coordenadas y siguió al norte para llegar a Valparaíso el 30 de septiembre de ese año y detallar sus apreciaciones al jefe conquistador. (Este viaje al capitán Pastene está lleno de información valiosa obtenida sin intermediación por vez primera en nuestro territorio original que merece un post aparte).  
           Paralelamente Valdivia debió haber reunido más datos sobre la zona de parte de los propios aborígenes que le eran leales. Toda la información que pudo recopilar de ambas fuentes fue suficiente para decidir iniciar una primera aventura de dominio. Salió de Santiago en 1546 siguiendo los caminos que ya estaban hechos por los usuarios originales y que permanecían disponibles para cualquier viajero, incluidos puentes sobre algunos ríos y donde no existían,  había canoas en ambas riberas de los cauces para cruzarlos. Esa era la situación vial a lo largo del trayecto. La existencia de esa infraestructura está documentada. Valdivia y sus hombres no tuvieron que ir con un machete abriéndose paso a través del monte, como a la rápida se pudiera pensar. En Peguco había entonces algunos asentamientos lafquenche establecidos, cuyos habitantes vivían de la pesca y la recolección de mariscos. Los mapuche, en tanto, estaban instalados en el valle de La Mocha junto al Biobío. Estos pueblos originarios rechazaron este primer primer intento de Valdivia por crear un enclave en el sur y el conquistador tuvo que regresar a Santiago para insistir con más refuerzos cuatro años después, en 1550. 
       De todo esto nos cuentan los historiadores, que en buenahora nos sobran. Ellos inician sus relatos formales desde la llegada de los europeos y de ahí en adelante. Pero, para saber algo más del Peguco primitivo, tema de este post, necesitamos prehistoriadores y no tenemos muchos.

IMAGEN ARTÍSTICA que representa la llegada de los primeros humanos.
           
             El desconocimiento de los hechos pretéritos a la presencia europea nos crea un vacío intelectual, nos genera una cierta incomodidad parecida a ignorar nuestra genealogía. Y sabemos que el mundo no comenzó en estas tierras con los españoles, venía de muchísimo antes. Nuestras raíces ignoradas calan profundo en el tiempo. Hay que averiguar.

        Sigamos con las pistas que nos entrega la historia. Una idea del valor (no decimos precio) que tenían estos territorios, los extrapolamos del encono de Lautaro frente a la ocupación, el despojo y la crueldad de los europeos. Iracundo incendió y destruyó Penco en dos oportunidades en 1554. La leyenda cuenta que en un intento anterior por expulsar a los conquistadores el toqui Ainavillo, que encabezó hordas mapuche para atacarlos, súbitamente quedó ciego por la luz que destelló sobre un frondoso boldo cuando pasaba por ahí en una loma que bordea Penco y quedó inmovilizado. La tradición nos cuenta que fue la virgen la causa de ese brillo enceguecedor. El relato añade que como consecuencia, las huestes que lo seguían huyeron y los conquistadores se salvaron. Pero, carecemos de narraciones de más atrás en la línea de tiempo, que sea el fruto de estudios y análisis científicos. 

EXPERTA DE LA U DE CONCEPCIÓN recoge restos desde el cementerio colonial
que se descubrió en la esquina de San Vicente y Línea Férrea, antes de la construcción del Liceo Pencopolitano.
       
            Previo a la construcción del actual liceo Pencopolitano en todo ese solar aparecieron restos humanos y arqueólogos y antropólogos de la Universidad de Concepción realizaron una excavación de salvataje. Hechos los estudios se determinó que en el lugar existió un cementerio de tiempos de la colonia. Fue un gran trabajo, valioso pero, igualmente, se trata de historia relacionada con europeos. 
          Sólo a comienzos del año 2000 científicos investigaron conchales descubiertos fortuitamente en el sector puente La Ballena de la carretera interportuaria. Dataron el material analizado en 4.300 años, una evidencia que para entonces había grupos humanos en Playa Negra. 

        Pero, vamos más atrás en el tiempo. Parece estar confirmado que el hombre americano no es autóctono sino que llegó del Oriente hace 15.000 o 18.000 años. El dato vigente demuestra que antes de esa estimación, o sea millones de años nuestro continente no tuvo seres humanos.

       ¡Qué bello debió ser eso! ¡Un continente entero sin seres humanos! Pero, al mismo tiempo ¡qué melancolía más grande por la ausencia! Sin embargo, en estos parajes la vida natural seguía: las papas, el maíz, las frutillas, las piñas, las paltas, el maní, el girasol, el cacao y decenas de otros frutos originarios maduraban esperando a los hombres. Quizá América tuvo un parecido al Jardín del Edén antes de Adán, faltaban aquí los protagonistas del gran relato. 

ALEX HRDLICKA
        Pues bien, hay a lo menos tres teorías respecto del poblamiento de las Américas. La primera teoría, conocida como Asiática, le elaboró el checo norteamericano Alex Hrdlicka (1869-1943), quien sostuvo que los primeros hombres procedían de Asia y que cruzaron el estrecho de Bering, que separa Siberia de Alaska durante el tercer período glacial, hará unos 15 mil años, cuando había allí un casquete de hielo que hacía de puente. Esos hombres perseguían a animales grandes para cazarlos los que a su vez avanzaban buscado comida. Así llegaron a América del Norte antonces mayormente cubierta de hielo y la poblaron yendo hacia el sur. Hrdlicka dice que hay pruebas de similitud en la sangre, los pómulos salientes y los dientes en forma de paleta entre los nuevos habitantes de América del norte y los de Asia.

PAUL RIVET
         La segunda teoría, la llamada Oceánica la propuso el francés Paul Rivet (1876-1958), quien dijo que los primeros seres humanos usaron barcazas para atravesar el océano procedentes de la Micronesia y desembarcar en América del Sur, Ecuador, Perú y Centroamérica. Afirma que las técnicas de agricultura que se puede observar como el aprovechamiento de terrazas,  y aspectos culturales relacionados con los bailes son semejantes en esas latitudes a ambos lados del mar.  


MENDES CORREIA
            Y la tercera teoría, la denominada Australiana fue elaborada por el portugués Antonio Méndez Correia (1888-1960), quien afirmó que también hubo humanos que llegaron bordeando la Antártida y entraron al continente por el extremo sur, por Chile y Argentina, provenientes de Australia, Tasmania y Nueva Zelandia. De esas migraciones derivarían los onas, los yámanas, los selk'nam, los kawéshkar. Esta teoría añade que las herramientas y armas básicas de los australianos y de esos indígenas australes son muy parecidas y que incluso su lenguaje emplea vocablos comunes con los aborígenes de la otra orilla. En Monte Verde cerca de Puerto Montt, por ejemplo se descubrió hace un tiempo restos de un grupo humano cercano a los 14 mil años de antigüedad.

           Las tres teorías tienen dataciones cercanas. Hoy en día los científicos investigan en qué momento de la prehistoria el nuevo hombre americano cortó los vinculos con sus orígenes y desarrolló sus propias características. Y ahí estamos, los arqueólogos piden más fondos para investigar.

        Los datos entregados en este post nos dan alas para imaginar que por nuestros cerros de Penco y en derredor de toda la bahía hubo grupos humanos que vivieron y se desarrollaron aquí desde hace varios miles de años, con sus costumbres, sus culturas, sus usos, sus lenguajes, sus creencias y supersticiones. Los sitios a los que llegaron los conquistadores tenían habitantes que vivían en armonía. Aquellos hombres, mujeres y niños originarios cuyos tatarabuelos vinieron desde el otro lado del mar, han dejado sus huellas en nuestros cerros. Ellos caminaron por allí y lo recorrieron todo. Sus huellas por ahora están perdidas o escondidas, no las vemos. Cuando hallamos una pista se debe a un hecho fortuito, como ocurrió con el descubrimiento de los conchales. Esas huellas humanas primigenias de nuestro lejano pasado guardan mucha información, que debemos interpretar. Ojalá alguna vez las pudiéramos conocer.

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FUENTES:

Revista Marina (Chile): www.revistamarina.cl; BBC news; Deutsche Welle; Canal 13; arqueólogo Rubén Steberg del Museo de Historia Natural de Chile.

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