martes, junio 21, 2022

UNA MIRADA REFLEXIVA HACIA ESOS PERSONAJES TEMIDOS DE PENCO EN EL SIGLO XX

ILUSTRACIÓN AD HOC del texto El cuco, publicado en El Tesoro de la
Juventud (1937), Tomo15.
 
 

        Penco y sus miedos

Por Juan Espinoza Pereira, Docente, desde Copiapó.

          Hay mucha literatura que aborda el miedo desde diferentes dimensiones, pero no es el momento ni el lugar de teorizar sobre el tópico. De manera bien sucinta recurrimos a la «santa» RAE y nos indica que es un «recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea». Hemos de convenir que el miedo no es connatural al ser humano, sino una creación social que proviene desde los orígenes de la humanidad y que tiene un propósito específico como lo es el control social, es decir el miedo es provocado por un(os) sujeto(s) en contra de alguien para lograr dominarlo. 

         Este mecanismo de represión social no solo fue aplicado por los jerarcas de las primeras civilizaciones, sino que también ha sido utilizado por los primeros Estados hasta el estado moderno (análisis aparte necesitaría la función del Estado durante 17 años en Chile, que gobernó utilizando el terror, el miedo). Pero cuidado, el miedo también siempre ha sido y es utilizado en el hogar para el control familiar, en especial para modelar a los hijos(as): «te voy a acusar con tu papá cuando llegue» le decía la madre a sus hijos cuando sus comportamientos se apartaban de la conducta correcta; «le voy a decir a tu mamá de lo que hiciste…», amenazaba el padre a sus hijos cuando éstos no le hacían caso en algo. En la escuela ocurre otro tanto: «si no se portan bien voy a informar a la dirección», les dice el profesor(a) a los educandos cuando su comportamiento es disruptivo en una clase poco motivante (mis profesores y profesoras de la escuela N°90 jamás amenazaron a ninguno de sus estudiantes). Con esta verbigracia, queda en claro que el miedo, es una herramienta de control social (1) con el propósito de amedrentar a alguien cuando las actuaciones y argumentos han sido pobres y contradictorios; entonces, se recurre a provocar angustia en quienes se quiere dominar y un sinfín de consecuencias negativa para el futuro del infante.

          Llama la atención la figura del cuco (que incluye hasta una canción), muy utilizado por los adultos pencones y américa en general, con diferentes nombres, según el país. La figura del cuco tiene su origen con la llegada de los primeros viajeros europeos a América (Colón, Vasco Da Gama y otros), los portugueses relacionaron la forma de una calabaza, en una de sus andanzas con la tradición europea para provocar miedo; calabaza que se instaura en la cultura y tradición en México y tergiversada con la película Coco (mis disculpas a la fanaticada de la cinta). Para los suramericanos, se nos presentó y difundió un cuadro de Goya («Que viene el Coco», 1799). La típica sábana con algo debajo y que sorprende al incauto. En suma, el cuco no es creación chilena, ni pencona, viene desde hace muchos siglos.

        QUE VIENE EL COCO,
Goya, Museo El Prado.

            Uso este breve marco, para revelar que en todos los pueblos/ciudades utilizan personajes atávicos casi todos caracterizados por la pobreza y la maldad y cuyo propósito es mantener el control de los niños(as) cuando no acatan las normas que la familia quiere imponer sin argumentos dialógicos, sino que apelando a las emociones.

                Quienes crecimos en el Penco del siglo XX, pero con tradiciones y fantasmas del siglo XVI, en más de una oportunidad fuimos amenazados con un lenguajear emocional (Maturana) que oscilaba entre el campo y una ciudad que se industrializaba; entonces, eran utilizados algunos personajes propios de Penco, para quienes pido las disculpas por declarar los nombres de aquellos personajes que vi transitar por las calles y barrios de Penco desde pequeño y que, sin quererlo ellos, servían para este control social que hemos descrito:

         ‒Cachulo: personaje andrajoso y caminante de todos los caminos rurales que conducen a Penco, de este a oeste, de norte a sur; de aspecto descuidado, su cuerpo siempre estaba arropado sin considerar la estación del año; un morral donde guardaba desde comida en descomposición hasta cosas sin valor económico.

         Siempre sucio y mal oliente; se le podía ver subiendo por el Camino Real desde Penco hasta Primer Agua, Roa, alrededores de Florida, Manco, La Patagua y nuevamente Penco, con llegada a los almacenes de calle Cruz donde se tomaba un respiro el campesinado después de vender el carbón o leña. El Cachulo era un caminante, sin habla, emitía sonidos guturales y poco sociable; se dedicaba a observar y de vez en cuando emergía una risa sin visos de ciudadanía. A las madres les infundía temor debido a su mirada profunda y una sonrisa desdentada que podía ser interpretada de cualquier manera, casi siempre de temor; entonces, era recurrente la expresión de las madres: «si no te portas bien, vendrá el Cachulo y te llevará»; «arranquen que viene el Cachulo», se decía en los juegos populares…¿Quién era?, aún no lo sé… ¿de dónde venía?..., ni idea… ¿agresivo? ¡Jamás!

         ‒La Marta Rosa: mujer caminante, cuyas sendas estaban abiertas desde Penco hasta Portezuelo, Ñipas, Menque y quien sabe qué otros pueblos… eran recurrentes sus andanzas por el centro de la ciudad y las poblaciones de Cerro Verde Alto gritando «¡quiero un hombre!» y que con el tiempo, la frase la asocié con Diógenes el Cínico, cuando al medio día caminaba por Atenas con una lampara en sus manos buscando a un hombre. Sus ojos siempre semi abiertos daban la sensación de una ceguera. Una gran bolsa con ropas viejas a sus espaldas, la hacía parecer siempre de viaje. Las madres del entorno, amenazaban a sus pequeños que no obedecían sus órdenes … «¡le voy a decir a la Marta Rosa que te lleve!»Y los niños entraban a las casas por temor.

         ‒El Tieso: personaje que visitaba de vez en cuando las poblaciones de Cerro Verde Alto y, en particular a quienes conocía y les tenía confianza. Casi sin habla, pero una amplia sonrisa que la expresaba detrás de las ventanas y por sorpresa de manera intempestiva, asustando a todo el mundo… no solía pedir nada, pero sí trabajo en algún patio como picar leña, sacar basura, etc. Recuerdo que en una conversación me dijo que su mujer era Petronila Neira, me dejó anonadado ya que no calzaban las fechas… en otra conversación me dio a entender que él aún conversaba con Petronila y que estaba enamorado de aquella mujer; yo solo le escuchaba, jamás le pregunté nada; era recurrente en las mamás de la época decir: «¡Cuidado que viene el tieso, éntrense!».

           ‒El Vitoco: personaje popular en las poblaciones Juan Pérez y Bahía Penco, siempre pidiendo “agüita de ajenjo” para su dolor de estómago, todo el mundo le daba de comer y lo abrigaba con ropajes en desuso que él se los ponía unas sobre otras sin importar la estación del año; a veces asustaba a los niños levantando sus manos y emitiendo un grito sin llegar a la violencia. Era divertido escucharle gritar el nombre de su amada de un cerro a otro cuando alguien maliciosamente le dada un trago de alcohol a beber. Una vez le escuche decir: «…No soy lo que ustedes creen». ¿Qué habrá querido decir? ¿quién era en realidad? «¡Te voy a echar al Vitoco!», solían decir las madres a sus hijos cuando se portaban mal.

          ‒El Casero: un vendedor de pescado que pasaba en las mañanas vendiendo sus productos marinos junto a la Casera, siempre en estado etílico. Por su aspecto era un personaje extraño: alto, blanco, ojos azules, una hermosa sonrisa que regalaba a todos, buen vocabulario, manos delicadas y cantor. Cuando andaba solo vendiendo, lo regalaba todo, el dinero no era su tema; las especulaciones de entonces decían que era hijo de un doctor de Concepción, cuando lo interrogamos con algunos amigos se limitó a señalar: «yo soy yo…». Respuesta genial para los ingenuos. Con el tiempo concluí que ese hombre también andaba buscando al ser humano que, en vez de una linterna como Diógenes, en su brazo llevaba una canasta con pescado, pero muchas madres lo usaban para asustar a sus hijos cuando desobedecían sus órdenes, cuando era necesario mantener un orden social-familiar.

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           ¿Cuántos otros personajes cucos conocen los que leen este blog? ¿Cómo se asustan hoy a los niños para que obedezcan las reglas familiares que tal vez están obsoletas? Cabe preguntarse también ¿Por qué no dialogar con los niños en vez de usar la figura de personas diferentes para provocarles miedo?

Con el paso del tiempo, cada uno de los personajes mencionados los he ido re-significando, ya no son cucos, sino personas diferentes al establishment de la época.

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(1) Quien desee adentrarse en este tema podría leer a Sigmund Freud y su Filogénesis Social.

2 comentarios:

Viejo lobo dijo...

No solamente a los niños hoy en día se les imparte el miedo, jóvenes, adultos, también tienen sus cucos, que la inflación, que el precio del cobre, la escasez de alimento, la tercera guerra mundial …. En fin el cuco adopta el molde de los incrédulos y tiene variantes De acuerdo al día, hora, mes y año en el cual nos encontremos.

Andy Urrutia dijo...

falto la siete metros....