lunes, julio 21, 2014

SABORES NATURALES DE PENCO, USTED ELIGE LA TEMPORADA

          Miremos el calendario.
   Podemos establecer una estacionalidad de los diversos productos naturales que se dan en Penco. En los meses de enero y febrero tenemos los chupones, ese fruto alargado con forma de pinza para las pestañas que producen esas matas parecidas al maguei.  No sé si todavía, pero entonces comerciantes ambulantes los voceaban por las calles. Los llevaban en canastos. Un punto de venta seguro era a la entrada del teatro de la refinería. Los chupones se vendían por unidad y por "cajetillas", así llamaban a la cabezuela natural que los contenía y que incluía entre ocho y diez unidades. Comer chupones requería técnica. Se succionaba el extremo blanco y luego de tragar el jugo dulce y sabroso había que escupir lejos las semillas color café intenso que se depositaban en la boca.
Una cajetilla de chupones, a la venta, en una calle de Concepción.
         El maqui: este producto consistente en pequeñas bayas retintas también se vendía por las calles. Una pequeña tacita servía de unidad de medida. Había gente que hacía chicha de maqui, muy apetecida por lo agridulce. La desventaja del maqui era su densa tintura morada oscura. A los consumidores les quedaba negra la boca cada vez y por un buen rato.
El fruto del maqui antes de madurar a comienzos del mes de diciembre. 
         Había años en que a fines de febrero durante la noche cuando la luna en menguante se ocultaba por occidente, varaba la pescada o merluza. La playa de Penco se llenaba a pescadores aficionados con faroles dispuestos a recoger a los desorientados peces que salían solos con agitados movimientos a  morir en la arena.
Vista del interior del fundo Coihueco, sector el tranque. En primer plano, racimos de zarzamoras.
         En marzo correspondía el turno a las zarzamoras. Se dan en abundancia en las espinudas plantas trepadoras que como maleza crecen en los cerros cercanos. La zarzamora se presenta en racimos. No había casa en Penco que no destinara algunas horas del día a preparar mermeladas de zarzamora. Estos berries son sabrosos especialmente los que proceden del fundo Playa Negra o del fundo Coihueco.
         Abril daba paso a la murtilla. Ir a la murtilla en Semana Santa llegó a ser parte de la cultura popular en Penco. Pocos frutos de la naturaleza nos impactan con un sabor tan particular y exótico como la murtilla. Ideal para cocinar pies y para hacer "enguindados" (así lo llaman y no enmurtillado como debería ser) con aguardiente. La murtilla tiene una sin igual textura áspera al paladar.
        Los aguaceros de mayo y el avance del otoño favorecen el crecimiento de los changles en los bosques nativos. Este hongo consistente e insípido tiene una atracción propia. Hoy en día lo buscan los chefs para preparar los más variados guisos desde entradas, pino para empanadas, platos de fondo y postres. En mis tiempos se preparaban fritos mezclados con luche y se los acompañaba de papas cocidas.
      ¿Y qué decir de junio? Los temporales de viento y lluvia, especialmente los nocturnos, exhibían su secuela al día siguiente. Bastaba con acercarse a la playa con una pala y un balde a recoger los changais arrojados por la marejada. Era impresionante la cantidad de estos bivalvos parecidos a las almejas sembrados por toda la arena mojada. Junto con ellos los interesados en recogerlos encontraban abundante cochayuyo arrancado por el mar de sus raíces subacuáticas.
      Desde finales de julio y a comienzos de agosto era la temporada de los camarones de vega. Abundantes, gordos y sabrosos eran los que se extraían en los potreros de Cosmito. Los vendían vivos en canasto por las calles. En las casas los servían cocidos. Y en algunos lugares aprovechaban el agua en que se hervían para preparar caldos reponedores, condimentados con cebollas y papas.
Las mejores bajas-mareas se producen en agosto y el islote pencón ofrece toda su variedad de mariscos existentes.


        En el mes de agosto se producían las mejores bajas-mareas de todo el año. El mar se recogía durante horas dejando vastas superficies del fondo al descubierto. Era muy fácil adentrarse decenas de metros por la arena o las piedras y obtener de primera fuente los mariscos más frescos de toda la variedad imaginable, dentro de la fauna marina local.
      Aunque frío, septiembre marca el final del invierno. En este mes, recorrer los valles escondidos entre los cerros permitía encontrar turgente romaza --con aspecto de lechuga silvestre-- y muchos berros, una delicia.
Nalcas en su estado natural.
         Octubre y noviembre eran los meses de las nalcas. En Penco los campesinos que bajaban de Los Barones, Roa, Agua Amarilla, Primeragua armaban hatos de nalcas delgadas y las vendían en espacial a los niños. Las traían en los lomos de sus caballos. En realidad, en Penco ellos vendían lo que trajeran de los campos. Todo era una novedad. Los ejemplares de nalcas más robustos, tiernos y de pulpa rosada provenían mayormente de la zona de Arauco. Las nalcas de Lebu, adquirieron renombre por su calidad, sabor parecido a las manzanas. En estos mismos meses también abundaban los digüeñes, esos hongos esféricos de color anaranjado que sirven para dar prestancia y cuerpo a las ensaladas. En Penco los voceaban por las calles y los vendían en porciones medidas por una taza. A los digüeñes más maduros, voluminosos  y secos los llamaban pinatras.
        Hasta que por fin llegaba diciembre y aparecían las frutillas, originarias de Penco. No se daban en abundancia y eran caras. Su sabor era muy clásico y servía para hacer ponches con vino blanco. Ese brebaje alcohólico se lo denominaba “Chiguayante”, en Santiago, sin embargo, se lo conocía como “borgoña”.
     Este improvisado vistazo a la estacionalidad pencona nos permite deducir que la naturaleza es más que generosa con los habitantes de Penco y Lirquén.

2 comentarios:

ivan alejandro ramos castro dijo...

Que será del Perla? - nunca supe como se llamaba, solo así le llamaban y el, siempre atento y trabajador, vendedor callejero que recorría Penco de punta a punta vendiendo "piñones y castañas calientitas.." a la salida del cine Crav o de las veladas de box. Al Perla le faltaba un brazo desde niño, pero el se las ingeniaba para cargar su canasto con mercancía y venderla voceando con cantarino timpre, según la estación, chupones o mañí tostao. El perla es todo un ejemplo para muchos, de superación ante la adversidad, sería interesante saber de el, pues para muchos de nosotros que estamos lejos de nuestra comuna, cuando surge alguna dificultad o un problema que parece improbable de resolver, entonces se me viene a la mente el recuerdo de este muchacho, humilde, guerrero y digno trabajador Pencón

ivan alejandro ramos castro dijo...

Que será del Perla? - nunca supe como se llamaba, solo así le llamaban y el, siempre atento y trabajador, vendedor callejero que recorría Penco de punta a punta vendiendo "piñones y castañas calientitas.." a la salida del cine Crav o de las veladas de box. Al Perla le faltaba un brazo desde niño, pero el se las ingeniaba para cargar su canasto con mercancía y venderla voceando con cantarino timpre, según la estación, chupones o mañí tostao. El perla es todo un ejemplo para muchos, de superación ante la adversidad, sería interesante saber de el, pues para muchos de nosotros que estamos lejos de nuestra comuna, cuando surge alguna dificultad o un problema que parece improbable de resolver, entonces se me viene a la mente el recuerdo de este muchacho, humilde, guerrero y digno trabajador Pencón