miércoles, septiembre 20, 2023

LA LOZA QUE SE LLEVARÁ EL VIENTO

 

                     El anuncio del cierre de la producción de artefactos sanitarios en Fanaloza que se conoció en agosto de 2023 no nos deja indiferentes. Primero, porque el impacto social es demasiado grande en la comuna, aunque se veía venir. Las causas serían los vertiginosos cambios de tecnologías en la producción industrial, la robótica de manufactura, los avances en las investigaciones sobre materiales de insumos combinado todo esto con medidas políticas de salvaguardia practicadas en países con fábricas loceras terminaron con quebrar a una industria más que centenaria que no tuvo tiempo para actualizarse o porque las alarmas sonaron demasiado tarde. Esa es una verdad sobre la que no queda más que mover la cabeza, sacar cuentas y decir en el fuero interno «¡Qué se le va a hacer!». Aquellos trabajadores que pedieron sus empleos tendrán que acomodarse a la nueva realidad y proponerse ganarle al destino. Estamos con ellos.

                    Sin embargo, el cierre de la fábrica es una pérdida de alcance aún mucho mayor y éste es el segundo punto. Fanaloza industrializó una actividad artesanal que venía de mucho antes. Porque se había desarrollado en Penco en el siglo XVIII una alfarería mestiza entre española, criolla y mapuche que se conoció en distintos lugares desde los tiempos coloniales. Una voz autorizada como la historiadora, escritora y artista británica María Graham, quien vivió varios meses en Valparaíso entre 1822 y 1823 y que en Santiago visitó al Director Supremo Bernardo O'Higgins en la casa de su familia, expresó una opinión muy clara sobre la loza de arcilla pencona. Ella tenía conocimiento estético y experiencia ganada en su estancia en la India y en otros países como para saber valorar la cosas. La impresionó la alfarería de Penco que se vendía en Valparaíso a la que le halló características semejantes a la cerámica etrusca. Los etruscos fueron un pueblo italiano de la antigüedad reconocido por la fabricación de vajillas de gran calidad y belleza, entre otras virtudes. En su libro sobre su experiencia chilena Graham nunca habló de «cacharros» para referirse a la loza proveniente de Penco sino que derechamente las piezas de arcilla cocida le recordaron la alfarería estrusca, como lo firmó. Consideremos esta parte del relato como un antecedente de lo que vendría después en Penco. 

                      De la artesanía muy bien encaminada se pasó a la industria, teniendo como referente el avance y la especialización de los alfareros locales. Así los artesanos se convirtieron en obreros.

                      Al arte de la greda, Fanaloza le agregó ciencia y sistematizó los procesos de fabricación para producir loza estándar de manera de posicionar sus productos en un mercado que dependía básicamente de loza importada. Y cuando decimos ciencia hablamos de investigación, por ejemplo, de cuáles serían las mejores proporciones de los insumos para avanzar en la industrialización. Paralelamente los obreros aprendieron aún más y se especializaron. Trabajadores manejaron los molinos rotativos que molían y conseguían las mezclas de gránulos microscópicos. Con ese material procesado se hacía un barro con la cantidad justa de agua; el lodo se batía y se lo amasaba hasta producir una pasta moldeable. Otros obreros hacían las matrices en yeso, donde la pasta adquiría la forma. Pongamos por ejemplo un plato, el que salido de la matriz debía pasar por un control de calidad. Lo que hemos mencionado es ciencia aplicada, conocimiento adquirido a través de la experiencia. Un plato es puro valor agregado que aportan profesionales, técnicos y obreros para transformar polvo y agua en una fina pieza de vajillería o un artefacto para baño. La ciencia seguía funcionando en el proceso, se necesitaban barnices para aplicarlos a los bizcochos (así se llama un plato semi elaborado). Los químicos estudiaban en los laboratorios cuáles barnices serían los más adecuados. Y posteriormente, poner ese plato en un horno para su cocción: cuál sería la temperatura ideal para conseguir el producto más resistente, qué combustible rendía más calorías y por cuánto tiempo el plato debería estar sometido a ese calor preestablecido. Qué hornos serían los más aconsejables, si los estacionarios o los de huincha sin fin. En suma, conocimiento y decisiones profesionales que se obtenían de las pruebas ensayo error.

                    Después venía el arte, qué artefactos producir, de qué características. Velar por los detalles, el toque de color, de oro licuado en los filetes. Manos artísticas decoraron esas piezas que hemos conocido y lo más importante, apostar por dar en el gusto del consumidor. Todos estos procesos, sin mencionar las estrategias de comercialización, nacieron, se desarrollaron y crecieron dentro de los muros de la fábrica. Las decisiones adoptadas durante los procesos de fabricación fueron responsabilidad de los dueños, pero el saber hacer con las manos y con el intelecto era capital de sus trabajadores. En fin, todo ese enorme bagaje de conocimiento repartido entre tanta gente que ahora se va se lo llevará el viento. Porque no está escrito en un texto de procedimientos. Lo que abunda es material de historia locera, pero los manuales de cómo hacerlo no existen. Eso es lo que se pierde. Y era eso precisamente lo que enorgullecía a Penco, que supo desde hace mucho tiempo cómo fabricar loza, sanitarios hasta el final. 

                Al cerrar la planta que fabricaba esos productos únicos se cortó la historia con una tijera dejándole el campo libre a los competidores de otro lugares para que inunden nuestros mercados con productos ajenos, subvencionados, tecnificados e idénticos entre sí, sin el toque humano y artístico que supo darle nuestra gente locera de Penco.

sábado, septiembre 16, 2023

ANTIGUO ALMACÉN GARDELLA DERIVÓ EN UN MALL CHINO

EL OTRORA DISTINGUIDO ALMACÉN de abarrotes de los
Gardella, derivó después de muchos cambios en un mall chino. 
Su aspecto de hoy no tiene nada que ver con lo que fue entonces. 
                          

TEXTO Y FOTOGRAFÍAS, ABEL SOTO MEDINA
                                             
El compositor chileno en el exilio (Suecia), Julio Numhauser, compuso una canción que tituló «Todo Cambia», y que Mercedes Sosa, la cantante argentina la hizo conocida en muchos escenarios del mundo. Si bien la canción expresa el sentimiento de sentirse lejos de la patria amada, su signo figurativo se puede aplicar a los cambios que por el sólo hecho de vivir, el hombre va experimentando, así como también sus bienes, sus artefactos o la casa que adquiere para sobrellevar este viaje.

                            Pero en Penco a través del tiempo, y ajustado a que “Todo Cambia”, el edificio de una esquina se ha mantenido. Desde hace muchos años ha estado dedicado al comercio en beneficio de los vecinos pencones. Aunque con rubros variados, pero siempre presente, quizás un poco ligado a la frase del francés Jean Monnet, “Los hombres pasan las instituciones quedan” y el edificio ha continuado, eso sí, con adaptaciones pero sin cambiar su esencia: disponible para el comercio.

                            Todo lo anterior, para resaltar el inmueble de la esquina de las calles Freire y Yerbas Buenas, vértice sur oriente, sí, ése mismo, dónde hoy se encuentra una Tienda de Artículos Chinos, cuyos dueños son de la misma nacionalidad. Y aquí podríamos hacer un poquito de historia que tanto gusta en nuestra comuna. Ahí nacieron grandes almacenes que para sus respectivas épocas ofrecieron productos a generaciones de pencones, los que de una u otra forma contribuyeron a mejorar las condiciones de vida de nuestros habitantes.

                            Tanto ayer como hoy, para el recuerdo y en la memoria de algunos próceres para referir a algunas personas que a pesar de su edad avanzada miran esa esquina con nostalgia por los tiempos idos. Precisamente en ese lugar abrieron sus puertas al público pencón el almacén de los Gardella, posteriormente siguieron, los Hurtubia, después se instaló el almacén de don Don Mario Zúñiga. El tiempo siguió pasando y vino la era de los supermercados, iniciando el penquista Keymarket, después Big Key, Bigger, Unimarc. Hasta llegar a nuestros días en que están moda los malls chinos, que es posible hallarlos por todas partes y claro, también ahora en ese esquina Freire/Yerbas Buenas.

DOS VISTAS DE la misma esquina: una cuidada y la otra descuidada.
La nueva empresa comercial, que aparece a la izquierda, no se ha
preocupado de su presentación urbana.

                            Muchas personas, mucha gente, muchas vidas, trabajaron y han trabajado en ese lugar en un entorno de distintas decoraciones y estéticas a lo largo del tiempo. Entre sus muros los clientes pencones despacharon listas de productos, se probaron zapatos, se asombraron con las últimas novedades y pagaron sus deudas sin demora. Ojalá que los sueños que surgieron ahí en tiempos pretéritos se hayan cumplido para muchos. Porque, al fin, ese crisol de ilusiones pareció moldear los versos de la canción «Todo Cambia» del chileno en el exilio. Deseamos así mismo que los sueños de bienestar de hoy puedan ser realidad en un pronto mañana.




miércoles, agosto 30, 2023

LA TECNOLOGÍA ES UNA APLANADORA

 Texto y fotos, Abel Soto Medina


                    Prosiguiendo con el tema de la Inteligencia Artificial, que bien ya lo explicó el profesor Juan Espinoza Pereira, y considerando como ejemplo de ello el Teléfono Celular, me nacen unas suspicacias que con el tiempo uno va cambiando de parecer. Le podría preguntar hoy a la alumna de antaño del Liceo Penco, que salía a marchar, protestando para que no se instalaran las Antenas para Celulares en el cerro Bellavista, ubicadas en el mismo sector del liceo. Ella lo hacía convencida y apegada a sus principios en esos entonces. Con los años ella fue llamada por la vida a ser madre, hasta ahí, todo bien, pero el niño fue creciendo y comenzaba a demostrar sus inquietudes, es aquí donde aparece la Inteligencia Artificial.

                El famoso e inofensivo aparatito telefónico llamado comúnmente celular, y para delegar la responsabilidad de otorgarle entretención a este nuevo integrante, ella le fue mostrando el gatito, la vaquita, el perrito, el caballito, y otros gráficos para que el niño se concentre en ese aparatito que, acompañado de música, el niño instintivamente devora como si fuera un chocolate. Pero ambos van descubriendo que aparte de lo anterior, hay voces que le dan a conocer letras, números, colores animales, etc. y la guagua, se va desarrollando con el aparato y pasa a ser parte de él, porque es su entretención, su compañía, y va descubriendo que su alrededor no existe, o mejor dicho, no lo necesita y le es completamente ajeno e indiferente. Entonces se puede decir que la alumna del ayer pensó equivocadamente a oponerse a las antenas y que hoy la realidad le acomodó tan bien, y que ya no es posible pensar como el ayer, porque le venció la inteligencia artificial, habría que preguntarse ahora las interrogantes que nos brindan títulos de canciones y frases, como por ejemplo:

Lo único constante en la vida, es el cambio”,

Que todo cambie, para que nada cambie”,

Todo Cambia”.

                Si bien esta nota está inspirada en alguien real respecto a las protestas por la instalación de las antenas, pero frente al desarrollo tecnológico abismante y voraz, lo cierto que todos tenemos la culpa, Padre, Madre, Tíos, Hermanos y por qué no, también nosotros los abuelos, somos parte y formamos la sociedad, nadie se puede enajenar del desarrollo tecnológico y por ende de la inteligencia artificial. Lo real es que avanza a pasos agigantados en esta era que inevitablemente se va incrustando cada día más en nuestro quehacer diario y que es imposible vivir sin ella.

PEGADOS AL CELU, la abuela Teruca y el nieto Alfonso.


domingo, agosto 27, 2023

CONSEJO DE UN MÉDICO: LEA «ULISES»

                                                                  JAMES JOYCE
                    D
e «La Odisea» yo sabía harto. Siendo niño como todos leí primero la versión de la colección Billiken, después vi la película protagonizada por Kirk Douglas, unas tres veces en el teatro de la Refinería,  y más tarde disfruté del relato íntegro de Homero. El héroe era Odiseo o Ulises. En esos años como estudiante liceano, sorprendido abrí bien los ojos al tomar conocimiento de la novela «Ulises» del irlandés James Joyce. Durante una clase en mi liceo, un compañero de curso de apellido Villa (Juan Villa, hoy abogado) le pidió una opinión a la profesora de castellano de apellido Batarce (Graciela Batarce) sobre ese libro. Ella no se sorprendió con la pregunta y le respondió que con respecto a ese  «Ulises» los comentarios eran dispares y que sólo el tiempo decantaría la obra y que quizá la historia terminaría con la controversia. Con su respuesta, algo a la rápida y quizás incómoda, Graciela no fue al fondo, ni a la trama, ni a los personajes, ni al alocado Joyce, ni a la forma de la obra. Pero, a partir de lo que ella dijo entendí que "Ulises" estaba ahí haciendo ruido en el medio académico y en el mundillo intelectual penquista.

                  Muchos años después el libro llegó a mis manos y quise salir del empacho que me tenía metido desde los años 60. Comencé a leerlo y, confieso, no pasé de la página 5 (de un total de 720). No le hallé ni patas ni cabeza y eso que estoy bien entrenado porque leo harto. Tiempo después intenté de nuevo hincarle el diente un par de veces y renuncié en cada oportunidad por el mismo motivo. Ocurrió que en una reunión social conversé con un médico sobre literatura, llegamos a «Ulises» y él sí lo había leído. Le conté mi problema --como cuando uno le dice sus dolores al doctor-- para enganchar con la trama y me aconsejó intentar otra vez y que tratara de pasar de la página 30. Algo parecido a la recomendación de tomarse un remedio a la fuerza porque hace bien. Y me añadió que era una obra extraordinaria, que incluso inspirado por ella él había viajado a Dublin nada más que para recorrer las calles de la ciudad donde se desarrollaba la acción y visitar el castillo desde donde se veía el mar (color verde-moco, según Joyce) de esa bahía irlandesa; en fin, razones no le faltaron para ir de paseo a Irlanda.

                 Después me pregunté qué ventajas tendrían aquellos que lo leyeron de las que yo carecía que no podía avanzar por los entresijos del relato. Con el orgullo herido ataqué de nuevo pasé de la página 30, como me lo prescribió el médico, y rematé en la 720. ¡Leído! Ahora podría yo darle mi opinión al entonces estudiante Villa, quien la solicitó a la profesora 50 años antes. Les resumiré aquí mi punto de vista y no la que hubiera leído u oído de otros.

                  Para meterse en ese libro no hay que ir con ideas preconcebidas ni con la esperanza de seguir una historia hasta el final. Una exigencia de Joyce es presentarse en blanco. Los estudiosos dicen que el nombre se debe a un paralelo con las peripecias del Odiseo de Homero. Pero, la gran diferencia está en que la historia del héroe de Joyce, llamado Leopold Bloom (Ulises) transcurre en un solo día (en 1904), en cambio la de Odiseo tomó 10 años.

                  No hago referencia al contenido porque no es mi propósito aburrirlos con un análisis si hay tantos disponibles por todas partes. Me enfocaré nada más en lo que para mí fue realmente lo novedoso: la forma. Joyce ensaya aquí todos los tipos de relatos posibles: poesía, música, prosa, pentagramas, textos sin puntuación, empleo de algunos espacios sin escribir, como desafiando al lector a que los llene. En la forma se descubre una estética nueva de la lengua, que rompe con todos los relatos lineales de siempre y con el sentido común. El héroe es un diletante, uno más, nadie en especial. Sus construciones gramaticales resultan intencionadamente estrambóticas. Como que el mismo Joyce hubiera estado hasta la coronilla con lo que había leído hasta entonces y que por eso exploró algo distinto. De allí su audacia de zambullirse en un estilo que no existía en el que da al lector libertad para significar las oraciones. Por eso, la dificultad de entrarle a la primera. Y resulta curioso pero la persona que lee ‒en algunos pasajes‒ se puede reír a carcajadas, como a mí me ocurrió, por lo insólito de su lógica llevada al límite de la cordura. Tal sería, desde mi punto de vista, lo cautivador de este libro.

                  Usted lector me podría consultar: ¿Lo leerías de nuevo? Mmmm, quizá sí, en atención a que la primera vez me lo planeteé como un desafío, como un éste no me la gana. ¿Una segunda vez? Probablemente sí, pero sería por placer. Igual, buena la pregunta.

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Dos apuntes sobre el texto anterior:

Lenka Franulic (1908-1961) periodista chilena, Premio Nacional de Periodismo 1957 escribió lo siguiente: «El Ulyses no será jamás un libro para el grueso público debido a las enormes dificultades que encierra su lectura».

Umberto Eco (1932-2016) científico, escritor y filósofo italiano dijo respecto del tema de las interpretaciones de textos: Hay dos tipos de lectores, el semántico que es aquel que busca contenidos, cuentos o historias en los libros y el lector crítico que lee y analiza buscando la belleza del trabajo del escritor, su estilo, su idea, la armazón, su punto de vista. Para este último tipo de lectores fue escrito Ulises. Punto.



miércoles, agosto 23, 2023

LOS PARAGUAS DE PENCO

PENCO CON LLUVIA Y con paraguas en la Plaza de Los Conquistadores. Vísperas del 18 de Septiembre de 2023. (Foto Jaime Robles Rivera).


                    Andaba el viejo aquel por las calles con una maleta que parecía hecha de lata. No voceaba el servicio que ofrecía, iba puerta por puerta: «Arreglo paraguas». Clientes no le faltaban porque entonces no había comerciantes oportunistas que se instalaran en las esquinas a vender paraguas chinos. No, entonces esos implementos eran permanentes, no desechables. Y en Penco el peor enemigo de los paraguas era el viento, cuando una ráfaga azotaba de abajo hacia arriba doblaba las débiles estructuras metálicas de las varillas. Dañado de esa forma se podía usar de nuevo, claro pero no se veían bien, se convertía en un paragua cojo, sin estética. Por eso había un nicho para personas dedicadas a recuperarlos. Por eso el viejo iba de casa en casa ofreciendo repararlos.

                    La magia de la recuperación estaba en la maleta que portaba el artesano paragüero. En su interior guardaba pinzas metálicas, alicates, una lima, martillo de peña, un rollo de alambre acerado y otro de alambre delgado galvanizado común y corriente. El resto radicaba en su destreza para sacar adelante el trabajo.


                    Decíamos que la principal avería de un paraguas se presentaba en sus varillas, consistentes en tiras de lata finamente acanaladas.Por tanto para recuperar la forma de hongo perfecto había que corregir las torceduras. Para ese fin se necesitaba un refuerzo y para eso servía el rollo de alambre acerado. Requería de técnica hacer la reparación para que el paragua junto con recuperar su forma permaneciera firme y elástico al mismo tiempo para cumplir su papel: funcionar como paraguas.

                    Este oficio callejero y a veces doméstico –porque por ahí por calle Robles, en una casa había un papel pegado en una de sus ventanas «se arreglan paraguas»– se terminó con la llegada de los desechables. Hoy paraguas que se echa a perder, se va directamente al tacho.

UNA MAÑANA CON lluvia ligera en Penco, en la pre primavera del 2023. Fotos de Jaime Robles Rivera, presidente de la Sociedad de Historia de Penco.

            Y sobre esto de las reparaciones, mi amigo pencón Andy Urrutia Riquelme me dijo que en una oportunidad acompañó a su tío, don José Riquelme (QEPD), a componer dos paraguas adonde un técnico paragüero. Así ambos llegaron a la casa de un tal Carlitos "Twist" que se dedicaba a eso, además que cantar en lugares de la bohemia de Penco. El problema consistía en reparar algunas varillas torcidas para recuperar la forma y la funcionalidad de ambos paraguas. Andy me contó que los dos con su tío fueron un par de días después a retirarlos y Carlitos "Twist" los tenía impecables. Los paraguas recompuestos sirvieron varios inviernos más. Digamos que el lugar o su casa donde Carlitos reparaba esos equipos para protegerse de la lluvia se ubicaba, según él recuerda, bien arriba de la calle Chacabuco, casi al lado de la ermita de El Boldo.  

                    Los paraguas con historia de milenios, tienen una belleza cautivadora, cuando se los despliega. Recuerdo, en una oportunidad, haber mirado desde el cuarto piso de la Escuela de Farmacia de la Universidad de Concepción, donde entonces funcionaba la Radio de la Universidad, hacia la peatonal central del campus en un día de lluvia. Decenas de estudiantes, hombres y mujeres iban a venían bajo la lluvia con sus paraguas abiertos negros y de colores. Era un espectáculo tan poético, de alumnos andando rápido de aquí para allá y vice versa protegidas sus cabezas por esos vistosos implementos invernales. La lluvia caía sobre sus paraguas y el viento amenazaba con dañarlos. Eran los tiempos en que fue famosa la película Los Paraguas de Cherburgo y también de la necesidad de servicio de los artesanos paragüeros solícitos y dispuestos a recuperarlos.

ESCENA de la película Los Paraguas de Cherburgo con la protagonista Catherine Deneuve. (Francia,1964).

miércoles, agosto 16, 2023

EL VALOR DE UN RELATO SIN INTELIGENCIA ARTIFICIAL

                                                          Foto: National Geographic

Por Juan Espinoza Pereira, docente.

JUAN ESPINOZA
            En una sociedad donde abundan los datos, es muy fácil que la ciudadanía sufra de infoxicación. Son muchos quienes se dejan encandilar por minúsculos brillos que son presentados como reflexiones y, los incautos los convierten en verdades que salen a difuminar en degradé, a través de las redes sociales o, aquella prensa pueril y comercial que ha perdido todos los principios éticos de informar, prensa que abunda en nuestra sociedad.

            Sirvan las anteriores palabras para reflexionar sobre la Inteligencia Artificial (IA) que, con una alharaca inusitada se ha expuesto en todos los medios de las más diversas maneras. Desde el necio hasta el neófito osan, sin tapujo, realizar pseudo comentarios, alcances, reflexiones, creencias, ignorancias, etc., con el único propósito de aparentar conocer sobre el tema y llamar la atención del incauto(a) sobre un tema que apenas conoce y que lo hace aparecer como una verdad, al igual que la falsa realidad que entregaban las sombras en el Mito de la Caverna (Platón). Los medios de comunicación oportunista han puesto sobre la mesa (para debatir nos han planteado) la “irrupción de la IA” y cómo ésta puede reemplazar al ser humano en muchas funciones; se nos plantea como si la IA fuera un tema recién descubierto y que estaría a nuestro alcance para que: “nos sirva,” “para ganar tiempo,tener más precisión,” y un cuanto hay de burdas excusas. No se puede desconocer que la ciencia ha tenido un avance exponencial en los dos últimos siglos, pero en nada ha contribuido a mejorar la calidad de vida del ser humano: “una promesa incumplida.”

            Volvamos al tema de fondo, la IA no es un tema de hoy, sino que ha sido un intento de resolver problemas y acotar tiempos en la resolución de problemas de la vida diaria con exactitud: he ahí el ejemplo de Pascal y Leibniz que en el siglo XVII desarrollaron máquinas que hasta hoy día se usan sin que el ciudadano común sepa de su origen. Pascal y su invención de la calculadora (1652) y Leibniz con el medidor de agua (1672), máquinas trabajando para el ser humano; oportuno es poner en valor el trabajo de esa maravillosa mujer rupturista para la época: Ada Lovelace, quien diseñó un algoritmo informático para hacer funcionar la “máquina analítica de Babbage” en 1842, una máquina para calcular programable; he ahí la génesis de la IA y cuyos autores han quedado en el marasmo del olvido. Es muy probable que esta información científica haya dado origen al hermoso libro “Un Mundo Feliz” (Huxley, A., 1932) que encontré en la gran biblioteca del Liceo de Penco cuando cursaba el primero medio y que leí con mucho entusiasmo.

            La IA tal como la conocemos hoy en día, se gesta con los trabajos de Alan Turing, al descifrar los códigos de Enigma, una máquina que era utilizada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, Turing es el padre de la IA al diseñar máquinas que pudieran pensar por sí mismas. Si bien su aporte fue valorado en su época, tuvo más peso la sanción moral que la sociedad pacata hizo en su contra por su condición de homosexual hasta aplicarle la defenestración social e histórica; pero se exalta el trabajo Oppenheimer para construir la primera bomba atómica, ocultando su actitud hipócrita, quien sabiendo que la guerra se estaba terminando, colaboró para que occidente (USA) haciendo estallar la bomba nuclear (disculpas por el juicio de valor). Hoy es exaltado a través del cine como un pro-hombre.    

      En el siglo XXI, muchos ven (pero no miran)(1) embobados y exultantes el desarrollo de la IA como una herramienta que estaría el servicio de la humanidad (sic), para un mejor bien-estar de los seres humanos (sic); aunque no pocos han descubierto que el desarrollo de la IA constituye un peligro para los seres humanos, pues muchos de los puestos de trabajo serían suplantados por los B1-66ER, dejando un rosario interminable de cesantes en la sociedad humana. De hecho, la IA ha estado presente en nuestras cotidianas vidas desde hace bastante tiempo: “pase usted cerca de una farmacia y al poco rato en su teléfono se aparecerán ofertas de ese puesto de venta”;” SIRI es una excelente acompañante para muchos(as) y les facilita vida, ya no es necesario acercarse hasta el interruptor para encender la ampolleta, ahora podemos ordenar a SIRI que lo haga y nos evitamos tanto esfuerzo de caminar y alzar el brazo para dicha operación, o engañar a la policía en las carreteras.”

            Ante lo expuesto podemos preguntarnos ¿por qué deseamos dejar de ser humanos? ¿por qué nos aburrimos de nosotros mismos? ¿por qué hemos perdido aquella maravillosa capacidad de asombrar-nos? ¿Por qué rechazamos aquel aroma de humanidad? ¿por qué ya no queremos descubrir los colores que tiene natura? ¿por qué transferir la responsabilidad de construir-nos a una máquina? ¿por qué ese loco afán de negarse a pensar por sí mismo?, etc.

            Vienen a mi memoria algunos episodios tragicómicos donde la negación para expresar emociones es transferida a “otros,” quienes han de sentir y pensar por el negacionista: Cantinflas escribano, donde expresaba las emociones escribiendo cartas para quienes no eran capaces de expresar lo que sentían. Está también el caso de Rosa Carmona (en Chañaral), quien en década de los ‘70 cobraba $10 por escribir una carta de amor y ella misma la iba a dejar a domicilio… ¿inteligencia emocional artificial? En definitiva, tanto ayer como hoy se busca a alguien o algo para que haga lo que nos corresponde personalmente.

            Hace un par de meses han aparecido algunas voces de alarma, porque se ha mirado los peligros que puede traer la evolución de la IA, sobre todo la de tercera generación que tendría la capacidad para pensar por sí misma, de pensar-se y construir una nueva realidad, su realidad que tal vez no guarda ninguna relación con nuestra realidad, es más podría ser que no necesite a los seres humanos. El cine de ciencias ficción puede convertirse en realidad si se sigue despreciando a la humanidad, investigando a través del robo de información y armando collage de datos que llaman conocimiento. ¿Se acuerda alguien de Skynet, o Animatrix? “A cuidarse…”hay peligro…” como nos diría Salvador Schwartzmann al termino de cada crónica en la radio.            

         En mi caso, prefiero las investigaciones locales del señor Abel Soto (también colaborador de este blog), quien es capaz de mirar la realidad y los sucesos de su pueblo, las personas y describirlos de manera amena, sin copiar paper ni robar información de la internet, sin recurrir a artilugios artificiales sino rescatando los colores y olores de la humanidad (espero algún día conocer a ese gran señor). Prefiero el olor a desierto florido y esa pléyade de colores que se desparraman por cerros y quebradas atacameña; recorrer los vestigios de vidas pasadas en cada asentamiento humano de este hermoso desierto de Atacama; el olor a coigüe y los pantanos con nalcas pencones; prefiero pensar por mí mismo.

            Cierro este escrito con una frase que no es de mi pertenencia, lamento no recordar donde la leí o escuché: “la vida [humana] es maravillosa, pero podemos hacerla terrible.”

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  1. Ver: acto biológico que todo vivo realiza.

Mirar: acto reflexivo que da origen al conocimiento.

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COMENTARIO:

Debo felicitar al profesor Juan Espinoza Pereira, por su gran artículo que seguramente con el tiempo crecerá por su contenido, porque el tema así lo amerita, quizás ayer fue tangencial, pero hoy es realidad y mañana puede ser demasiado tarde para abordarlo, por ello, el desarrollo y el nivel cultural expresado en lo escrito conduce a las felicitaciones y aplausos. Agrego, a modo de consuelo, que el Hombre seguirá siendo la piedra angular de la Humanidad. En este sentido recuerdo al escritor y poeta Walt Whitman: «El más leve movimiento de mi mano puede opacar todas las máquinas que ha creado el hombre». Y en lo que corresponde a mi nombre, en tan importante tema, me sorprendió gratamente, hecho que agradezco y recibo con la mesura atingente. (Abel Soto Medina).


lunes, agosto 14, 2023

FANALOZA CIERRA SU PRODUCCIÓN SANITARIOS

FANALOZA-PENCO, A LA IZQUIERDA, el día de su cierre (14 de agosto de 2023, foto de Abel Soto). A la derecha, en sus tiempos de esplendor, trabajadores marchando hacia el estadio para las Olimpiadas con la Refinería de azúcar. Ambas imágenes fueron captadas desde el mismo ángulo. La diferencia de su contenido es evidente. 

                Después del auge espectacular de la marca Fanaloza-Penco en los años 50 con sus innumerables productos dominando el mercado nacional e interesante presencia en otros países y con su línea estrella bonechina o porfina, comenzó una paulatina declinación que se notó hacia finales de los sesenta. Fueron necesarios varios empujes para recuperar el terreno perdido en distintos momentos de los últimos 60 años, pero siempre estuvo en el horizonte el fantasma del cierre de la producción locera en Penco. No pudieron esas iniciativas, ni la rica tradición alfarera evitarlo. Un largo y fructífero período de su historia que se inicó en 1899, Fanaloza-Penco fue una empresa que gozó de la bonanza de un mercado cerrado al mundo, sin competencia. Esa condición le permitió desarrollarse, diversificar su producción, desde sanitarios hasta finas piezas ornamentales y contratar mano de obra. desde obreros de poco entrenamiento hasta artistas plásticos de gran nivel junto con un cuerpo de profesionales, agrupados bajo la categoría de empleados. La empresa dio también gran importancia al trabajo femenino. La propiedad de Fanaloza-Penco pasó por numerosas manos, desde visionarios emprendedores y calificados técnicos, como los integrantes del clan Díaz; pasando por empresarios que sólo buscaron el lucro hasta uno de ellos que resultó ser el mayor estafador en la historia de Chile, en su momento, Feliciano Palma Matus. En el intertanto, se abrieron los mercados, se levantaron los aranceles y entraron productos competitivos en precio y calidad, hecho que para Fanaloza-Penco resultó imposible revertir a la larga.

                Los nuevos empresarios que tomaron la industria optaron por reducir el abanico productivo y enfocarse en un nicho: los sanitarios. El gerente general Héctor Saavedra apostó por esa fórmula y la línea de producción se mantuvo incluso se robusteció, pero el fantasma no se disipaba del todo. Él dijo en una ocasión tener la esperanza en que la tradición locera competiría y se impondría. Pero, es imposible luchar contra una marea de productos extranjeros, subsidiados por sus gobierno, que inundaron los mercados. Fabricar un lavamanos en Penco resultaba el doble más caro que comprar uno importado. O sea, en esas condiciones Fanaloza-Penco se hizo inviable. Desde hace meses el cierre de la línea de producción era un secreto a voces. Hasta que el secreto se hizo público el lunes 14 de agosto de 2023.

FACHADA DE LA FÁBRICA FANALOZA-PENCO en la fecha de su cierre de línea de producción. (Foto de Abel Soto).

                Fanaloza-Penco despidió a toda la planta técnica, aquella que operaba las máquinas que procesaban el barro para convertirlo en pasta y al personal de trabajaba los moldes de yeso, que laboraba en el ambiente húmedo de las secciones donde se añadían los últimos toques a las piezas crudas antes de entrar en la correa sin fín de los hornos. En total, 150 trabajadores.

                Fanaloza-Penco dará un giro en el negocio, en lugar de producir, importará los productos con su marca estampada bajo el barniz, pero fabricadas en China y Ecuador. Es decir, será desde ahora una comercial de la línea de sanitarios. Por tal motivo permanecen 40 personas para atender las importaciones, los embalajes y las ventas en la tienda que la empresa mantiene en el lugar físico de la planta.

                Luis Ascencio, presidente del sindicato N° 1 de Fanaloza-Penco dijo a nuestro blog que los cambios que deberán realizarse no afectarán a la instalaciones de Hogar Sindicato Fanaloza, ubicado en la calle Penco. «Durante el mes de abril pasado, hicimos los trámites para regularizar la propiedad, que no había sido saneada por las directivas precedentes, hecho que nos asegura el inmueble que pertenece a la organización de trabajadores». Al mismo tiempo, y dado los efectos que se derivan del desempleo, Ascencio formuló un llamado a la autoridad política para que estudie alguna fórmula de asistencia a las personas que han sido despedidas. Fanaloza-Penco en el último medio siglo nunca ha recibido ningún beneficio hacia sus trabajadores de parte del estado pese al prestigio que esta mano de obra ha brindado a Chile.

EL GERENTE GENERAL, Héctor Saavedra. En la foto del lado derecho, Luis Ascencio, presidente del Sindicato N° 1 de Fanaloza-Penco.

domingo, agosto 06, 2023

ADIÓS A LA VOZ DEL DOCUMENTAL «LA MINA DE LIRQUÉN»

 

            Cuando le contamos por teléfono a Luis Alarcón que estábamos trabajando en la producción de un video sobre la historia de la mina de Lirquén y que nos gustaría que él participara, se interesó de inmediato. Tanto así que nos invitó a su casa en Lo Barnechea para conversar y ver el asunto. Le llevamos un pre-guión para que le echara un vistazo. Pero, antes nos pusimos a conversar de su propia historia relacionada con Concepción, con Penco y Cerro Verde. Porque él fue protagonista de la obra teatral de José Chesta «Las Redes del Mar» en su primera versión que fue estrenada en el teatro de la Universidad de Concepción en 1961. La pieza narraba el drama de los pescadores de Cerro Verde. Por tanto, para interiorizarse de los modos de vidas y conocer a sus gentes, Luis Alarcón viajó varias veces de Conce a Cerro Verde. Allí conversó con el profesor Ramón Fuentealba, a quién le correspondía personificar. En compañía de los otros actores del reparto recorrieron el villorrio y conocieron acerca de la vida de sus habitantes, sus pobrezas y sus esperanzas.

            Por eso metivo, Luis Alarcón quiso tomar parte en la grabación del documental «La Mina de Carbón de Lirquén» que terminamos de grabar el 2016. Leyó nuestro guión, le hizo ajustes, hizo sugerencias, ensayó el texto. Convinimos cuál sería el mejor ritmo de lectura y grabamos su voz. Él estaba feliz porque seguramente desfilaron por su mente las imágenes de esos años. Nada mejor para él que recordar aquellos años de su residencia en Concepción cuando integraba el elenco del Teatro Universitario.

            Estando un par de veces en su casa, por el motivo de la grabación, nos dijo que sería interesante, quizá, montar de nuevo «Las Redes del Mar» y presentarla en Cerro Verde como parte de su propia historia. Nos dijo en voz alta que él estaba dispuesto a colaborar en un eventual proyecto de esa naturaleza. Evidentemente, tal iniciativa no pasó de ser una intención que no agarró vuelo. De todas formas, valga este momento para reconocer el interés, el cariño y el amor que Luis Alarcón sentía por Cerro Verde.

            Y como estábamos en su casa, nos habló de su celebrado comercial del indio que cruza la carretera: «Si camino no hablar»... Nos dijo que el director Silvio Caiozzi tenía en carpeta a otros actores para el casting. Pero, luego de conversar con él le pidió que hiciera como que actuaba para la idea del indio y le dijo: «Ya, listo, tú lo haces». Ese comercial fue un éxito absoluto como que ganó El León de Oro de Cannes.

            En realidad la virtuosa vida profesional de Luis Alarcón estuvo plena de éxitos en todos los escenarios donde se presentó. Cuando se nos ha ido de esta vida, sólo nos cabe decir y no pasar por alto su aporte con su voz para el relato de nuestro documental pencón «La Mina de Carbón de Lirquén». Leí en redes sociales un breve texto de alguien que escribió sobre Luis Alarcón y que me interpreta: antes que actor fue una persona cálida, en control absoluto del ego, que transmitió una imagen de alguien familiar, tan cálido y próximo a nosotros...

ADIÓS EN UN TEATRO

            En el Teatro Oriente de Santiago fueron despedidos los restos de Luis Alarcón, por actores, amigos y admiradores de su carrera profesional. La urna estaba en el escenario --¡qué mejor lugar para un actor!-- semicubierta por la bandera de la región de Magallanes, de donde era originario, ramos de flores, fotos suyas y un afiche de su personaje más popular: el indio de "si camino no hablar". Y en un sector del proscenio una pantalla gigante mostraba imágenes de entrevistas suyas sin audio. El sonido del ambiente era nada más que música y cantos populares. Personalidades del mudillo del teatro, periodistas y gente común y corriente le tributaron el adiós. Luis Alarcón Mansilla, QEPD.



viernes, julio 21, 2023

NUNCA NOS BAÑAMOS DOS VECES EN EL MISMO ESTERO

LA DESEMBOCADURA del estero Penco, el presente invierno. (Foto Andy Urrutia). 

            La frase de Heráclito «nunca nos bañamos dos veces en un mismo río», porque el agua del cauce se va y porque ni nosotros somos los mismos, nos sirve de gancho para dar un vistazo a nuestro estero. El filósofo griego sostuvo con este ejemplo que la realidad es cambiante. Nada permanece igual...  

            Para nuestro común entendimiento en Penco tenemos un río, el Andalién, y a lo menos cinco esteros conocidos. De norte a sur Quebrada Honda, el estero Lirquén, el estero nn que pasa por el valle entre el cementerio y el hospital, el estero Penco y el estero Landa. El arroyo de Primer Agua no lo contamos porque descarga hacia Bellavista Tomé, pero sería el sexto.

EL ESTERO HOY 21 de julio de 2023. (Foto de Jaime Robles Rivera, pdte. Soc. Hist. de Penco)

            Pues bien, enfoquémonos en el estero Penco. Buscando definiciones para la palabra descubro que estero es una zona pantanosa o un lugar por donde entra y sale el mar, es decir un estuario. Unos dicen es un torrente. Otros apuntan que es mejor llamarlo simplemente río. Pero, la convicción general es que río es más caudaloso y que estero trae menos agua. Es un río más chico cuyo volumen de agua que no le alcanza para río. Por ahí va la diferencia.

            Para zanjar estos puntos de vista que caen en el campo de lo opinable, daré mi impresión a la que he llegado según observo.

            Los ríos mantienen sus nombres de principio a fin. Ejemplos, el Amazonas se llama así a lo largo de sus 7.062 kilómetros. El Nilo igual cosa, Nilo en toda su longitud de 6.853 kilómetros. El Misisipi del mismo modo en sus 6.275 kilómetros. El Mekong (Vietnam) no varía en sus 4.880 kilómetros. Y aquí cerquita, el Andalién se llama así en sus 42 kilómetros de longitud. Desde las quebradas de su nacimiento en el puente 7 del camino a Florida hasta su desembocadura en Playa Negra en Penco toda la gente lo conoce como el Andalién.

Foto, Jaime Robles Rivera.

        No ocurre lo mismo con aquellos cauces que llamamos genéricamente esteros. A lo largo de sus extensiones los estero son todos nn. Adoptan nombre según el lugar por donde discurren. Un ejemplo próximo lo tenemos en el puente Queime, en el camino a Florida. En ese punto el pequeño caudal se llama Queime. Pero, si andamos un poco aguas arriba pasa a llamarse el Manzano, más atrás todavía se llama El Milagro y más arriba aún se llama El Guindo. Entonces ¿cuál es el nombre de ese curso de agua? Respuesta, según el lugar por el que pase.

            Con nuestro estero ocurre algo parecido. Lo llamamos estero Penco porque avanza a través de Penco y a lo largo de la calle Penco. ¿De él qué otro nombre podríamos esperar? Sin embargo, esa denominación termina en el puente que une las calles Maipú y Penco Chico. Desde ahí hacia atrás, con todas sus letras se llama estero Coihueco. En el tramo del fundo Coihueco el riachuelo es más atractivo para la idea de bañarse en verano. Está la poza del chilco y años atrás un poco más allá estuvo el tranque. Quienes alguna vez nos refrescamos ahí en realidad nunca nos bañamos dos veces en el mismo estero, si le damos el OK a Heráclito.

EN EL FUNDO COIHUECO, el estero recibe el nombre del lugar, Coihueco. En la foto, un aspecto de las aguas cristalinas, una belleza que es orgullo de Penco. (Foto Jaime Robles Rivera).

sábado, julio 01, 2023

RÉCORD DE PENCO GLOBAL

 Este primero de julio de 2023, a las 16:43 horas nuestro blog ha alcanzado la marca de un millón de visitas, cifra impensada cuando iniciamos estas publicaciones en diciembre de 2005. A partir de entonces la respuesta de los lectores ha sido muy motivadora para seguir narrando historias de la gente de nuestra querida comuna y de los alrededores. No nos queda más que agradecer en la esperanza de continuar. Extendemos también nuestro reconocimiento por su cariño y entusiasmo a todas las personas que nos han colaborado con sus textos, datos y fotos y cuya lista se encuentra en la columna del lado derecho. 

Estamos exultantes por estos resultados. 

Gracias a las personas que nos leen en todo el mundo. ¡Gracias Penco Global!

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Hemos recibido numerosas congratulaciones de personas de Penco y sus organizaciones. Enumero: Jaime Robles Rivera, presidente de la Sociedad de Historia; Cristina Ferrada; Manuel Suárez; Carlos Ibarra; Luis Ascencio, presidente del sindicato Fanaloza; Ana María Constanzo, Darío Pulgar (Montreal, Canadá). Desde Copiapó nos escribe el profesor Juan Espinoza Pereira: De  corazón te felicito y agradezco este espacio que nos brindas a muchos de poder estar virtualmente conectado y hablando sobre nuestro pueblo. Un abrazo a la distancia.

sábado, junio 24, 2023

SALE A LA LUZ ARISTA POÉTICA DE JOSÉ RIQUELME

JOSÉ RIQUELME
(1932-2005)
        Sabíamos que nuestro recordado don José Riquelme Araneda tenía muchos talentos que podemos enumerar. 

        Creador de un club deportivo (Atlético), diseñador de la vestimenta del equipo, constructor de una sede para su club, dibujante, fotógrafo, productor de pequeñas animaciones fotográficas a modo de clips que proyectaba contra un muro de su casa, organizador de fiestas de la primavera, recreador de escenas del evangelio con personajes vivos para las procesiones, proyectista de arcos de flores en honor a la Virgen, calígrafo, dirigente deportivo de la comuna. Todas estas virtudes que le salían del alma boceteaban el perfil de su persona y él las ejerció con un inimaginado entusiasmo y determinación. Y no habíamos dicho que todas esas actividades las hacía en tiempo libre, porque él trabajaba en Fanaloza. Lo que hemos enumerado se refiere a esas virtudes, que don José ejerció con gran entusiasmo.

        Lo que no sabíamos de él era su afición a escribir poesías e ilustrarlas con su habilidad para el dibujo y su imaginación. Este pasatiempo de José Riquelme lo supimos luego que su sobrino Andy Urrutia Riquelme descubriera recientemente entre sus archivos un cuaderno con sus poemas. En los años 40 y 50 los jóvenes con sensibilidad y gusto artístico cultivaban este género literario a modo de diario de vida, es decir, sólo para sí. No los compartían con otros.

        De las poesías que han llegado a nuestras manos, he escogido una, titulada Tony, inspirada en los circos que acampaban en el sitio baldío donde se hoy se levanta la población Perú. Desde las tribunas de uno de esos circos don José le prestó atención a un payaso e intuyó que detrás de su cara pintada había vivencias de dolor. A continuación he seleccionado unos versos de ese poema firmado por él el 1° de julio de 1958 y su respectiva ilustración.


EL TONY

Todo el público reía entusiasmado
por sus chistes y payasadas
[…]
pero
una gran pena su cuerpo lo invadía.
[…]
tan sólo él se daba cuenta de su pena
y el público reía con furor.
[...]
reía de su traje de etiqueta
de su gran corbata de
dos metros
y cuello de almidón;
de su traje pintoresco con parches
de uno y otro color.
De su peineta de medio metro
que hacía juego con su gran vestón.
[...]
el tony muy apenado para su
camarín se retiró
allí sentado melancólico frente a
su espejo
muchas lágrimas de pena derramó.
Entre sollozos recordó que el público
lo aplaudía
y entre ellos a su madre distinguió
tan sólo era una ilusión de aquella noche
que por su mente muy fugaz pasó.
El público aplaude entusiasmado
quizás... porque a ellos no les pasó.
A mí también se me fue mi madre
igual que a aquel tony de esa gran
función.

 

miércoles, junio 07, 2023

EL RIESGO DEL PANTALÓN CORTO


            En la vida de un hombre hay dos etapas considerando su vestimenta. La niñez y la adolescencia temprana: pantalones cortos; los pantalones largos corresponden a la edad adulta y juvenil. Por eso se oyen voces como «es que ya usaba pantalones largos», o «era grandecito, no podía seguir vistiendo pantalones cortos». Ambas expresiones son decires que el vulgo emplea para referise a las dos etapas nombradas.

            Hace años cuando los pantalones cortos eran una norma invierno y verano entre los niños, para las madres esas prendas masculinas de vestir presentaban un problema que no era una cuestión banal, que por las piernas de sus hijos se asomaran los calzoncillos. Eso por ningún motivo. Transmitía la idea de pobreza extrema, de abandono, de miseria, así lo interpretaban ellas. Por eso la exigencia materna era evitar, como fuera, que los calzancillos salieran a relucir de ese modo tan indigno. Descuidar esa regla significaba arriesgar un castigo, en público. ¿Y qué hacía que se presentara esta situación tan embarazosa? Bueno, que los calzoncillos eran de tela de bolsas de harina o de tela de algodón crudo. Su hechura imitaba al pantalón corto. Tenían una pretina que abrochaba con un botón cerca del ombligo y la bragueta cerraba con un par de botones en sus respectivos ojales. Por ese motivo en el usuario tendían a bajar y, por tanto, se salían y quedaban expuestos por las piernas. Mal.

            Las madres también seguían la moda para con sus hijos varones, igual que con las niñas. Había que usar ropa de esa que se veía en el cine o en las revistas de costura o de alta moda. En los años 50 llegó a Penco eso de los pantalones de golf. Consecuencia, la mayoría de los niños iban con esos pantalones, algunos apercollados en la pantorrilla y medias de lana y los otros definitivamente abrochados a los tobillos. Sin embargo, entraron rápidamente en decadencia porque en el lenguaje popular se les comenzó a llamar «pantalones guardapeos» (guardapedo, debió ser lo más correcto). El bullying los condenó y salieron de uso.

PANTALONES de golf. A la izquierda un modelo vintage; a la derecha, el actor Gert Fröbe (en pantalón de golf), Harold Sakata; y Sean Connery en una escena de la película Gold Finger (1964).