jueves, septiembre 17, 2015

LAS RAMADAS SE ARMABAN EN PENCO Y LIRQUÉN

Una ramada en Lirquén con su vistoso nombre "La Apancora Colérica". A la izquierda aparece con sweter don Sergio Wedell Portilla. Esta fotografía seguramente de la década de 1960 fue facilitada a este blog por Carlos Wedell.  

Una de las tantas curiosidades de las antiguas ramadas eran sus nombres, divertidos, curiosos, creativos, simpáticos. Para celebrar los dieciocho, el municipio pencón concedía permisos y los emprendedores ramaderos comenzaban a trabajar días antes en el terreno que se les había concedido. En Penco durante varias temporadas se uso la playa entre Maipú y Robles para este propósito, en otras ocasiones en la manzana desocupada de lo que hoy es la población Perú. En una oportunidad estuvieron en un sitio baldío detrás de Carabineros, en calle Carreras. Para fiestas patrias también se levantaban ramadas en Lirquén. Por lo que en la comuna había dos lugares para ir a festejar. Las ramadas estaban pegadas unas a otras, separadas sólo por un "muro" común de ramas. Al centro de cada uno de estos recintos había una pista de baile improvisada hecha de tablas. Allí las parejas lucían sus habilidades. Alrededor estaban las mesas para el consumo y más atrás un espacio desde donde miraban los visitantes que iban de pasadita. Sobre un estrado al fondo, actuaba algún grupo musical. Y por el otro costado estaba el mesón. Se vendía vino, chicha y ponche en abundancia, también cervezas y bebidas. En un rincón los cocineros preparaban las empanadas y las carnes a la parrilla. Las ramadas tenían una acústica curiosa. La música salía por parlantes de bocina. Cada uno de estos altavoces competía con los otros de las ramadas vecinas. Afuera, en el callejón por el que transitaba el público endieciochado, se oía una mezcla rítmica de todo tipo de música. Había que entrar a una ramada para quedar envuelto con los compases de ese lugar, pero por el exterior, todo era un revoltijo.
Estos recintos públicos de celebración estaban construidos de postes y ramas. Las ramas creaban el espacio ramadero y servían para separar una de otra. Se usaban mayormente ramas de avellanos y retamillos, estas especies brindaban aroma fresco en el interior. Los suaves olores de las hojas, sin embargo, se confundían con la dureza del tufo ágrio de los vinos pipeños. Los dueños de las ramadas hacían turnos para descansar y dormir. Los borrachitos sacaban una hornada durmiendo acurrucados en algún rincón de la ramada inconscientes del bochinche. Si se desataba un aguacero, todos mojados porque el techo también era de ramas con una que otra plancha de zinc.  Adiós a las tenidas nuevas dieciocheras.


Dos aspectos de las celebraciones de Fiestas Patrias este 2015. El foco de la chilenidad pencona se trasladó a Playa Negra, un barrio a la orilla del mar apto para un lindo paseo con muy buenas opciones gastronómicas. (Las dos fotos fueron cedidas por Comunicaciones de la Municipalidad de Penco.)
 

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