viernes, junio 03, 2016

CERRO VERDE ANHELA RECUPERAR SU FARO CENTENARIO


Vista sesgada del faro de Cerro Verde.
      Cerro Verde Bajo tiene dos emblemas visibles de su pasado, que datan, sin duda, de más de un siglo, uno es la ranfla y el otro, su faro. Veo con optimismo que los vecinos están en pie para recuperar este último en el contexto de una campaña del programa Quiero mi Barrio, del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo y la Municipalidad de Penco.
     El faro está abandonado por más de cincuenta años. La Armada de Chile lo emplazó en una suave elevación natural en el extremo de la punta que el SHOA denominó Elisa, punta Elisa. La sólida estructura de hierro está empotrada en una base de hormigón en el punto desde donde se ve toda la bahía y prácticamente el total de la costa de la comuna pencona partiendo por la desembocadura del río Andalién por el sur, hasta punta de Parra por el norte.
El interior del habitáculo destinado al combustible.
            Desde ese estratégico sitio, el faro con su luz advertía del peligro de acercarse demasiado a la costa y evitar accidentes a buques comerciales. El faro fue un ícono, pero también una compañía, una imagen familiar. En las noches de temporales resultaba tranquilizador a los niños divisar los destellos en medio de la lluvia y el viento.  Un faro es siempre referente de leyendas, de historias, de mitos. Grandes escritores como Julio Verne han narrado novelas alrededor de ellos. Baste mencionar El Faro del Fin del Mundo emplazado en cabo San Juan, en la isla de los Estados al sur de Argentina.
El faro Evangelistas en el Pacífico Austral.
            Y Chile cuenta con el mítico Faro Evangelistas situado en un desolado islote en la boca norte del Estrecho de Magallanes. Penco, sin ser menos, anota en su historia la existencia de su Faro de Cerro Verde. Dicen que servía a los barcos que cargaban carbón extraído de los piques cerroverdinos propiedad del ciudadano alemán Augusto Kayser. El carbón lo destinaban a alimentar las calderas de los buques de la Armada durante la Guerra del Pacífico. Esta información puramente oral llega a nosotros fruto de conversaciones con gente del villorrio.


            Hay vecinos de Cerro Verde que aún recuerdan que todas las semanas venían los marinos desde Talcahuano a cambiar los balones de gas que usaba el faro.
        Para quienes no han visitado el promontorio donde se encuentra esta estructura, le informamos que el viento silba por entre las rendijas horadadas por el tiempo. Suponemos que el silbido tiene que ser mayor cuando azotan el norte o la travesía.
Penco visto desde el faro.
          Nos parece estupendo que los vecinos y las autoridades se pongan en campaña para revivirlo y darle un destino turístico sin que pierda su característica principal: ser un faro.
Al fondo de la imagen, casas de Cerro Verde Alto.

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