El arco de la Granja Cosmito, como pudo haber sido en aquellos años. Imagen retocada en computador. |
El
arco de la lechería, si es que todavía existe en el ex fundo Cosmito, fue el elemento
arquitectónico eje que articuló al núcleo de edificaciones de la
industria lechera, que CRAV desarrolló en los años 40, con la idea de
cambiar de giro, de refinar azúcar a producir alimentos naturales. El predio era de su propiedad y se situaba a medio camino entre Penco y Concepción. Si uno pretendiera hacer un análisis nada más que de la
construcción que subsiste, simplemente hallaríamos que carece de sentido, sin
embargo, si miramos antiguas fotografías de las instalaciones desaparecidas, se comprende el concepto estético que pusieron en práctica aquellos arquitectos. Una mirada del conjunto --un ambicioso proyecto agrícola cercano a uno del primer mundo-- demuestra lo que se ha
dicho en más de una oportunidad, que la inversión que CRAV hizo en Cosmito fue
estratosférica. Todavía más, visto en perspectiva, hay quienes afirman que ese
gasto fue intrépido y quizá alocado. No en esos términos, pero el ex administrador del fundo, don Hugo Pinto, nos dijo que lo invertido allí fue enorme y que a poco andar, se dieron cuenta que no era rentable. Por otro lado, don Carlos Crovetto, quien cuando joven acudía frecuentemente a la granja para estudiar el desarrollo de la lechería y la crianza de porcinos, admitió que el proyecto fue bueno, interesante, pero que él lo veía poco viable al corto plazo en virtud de la cantidad de dinero puesta ahí. Si se nos permite un razonamiento sobre la iniciativa Granja Cosmito, ésta partió a lo grande de inmediato, no se hizo de a poco para progresar en el tiempo según las circunstancias. Ésa podría ser una explicación para lo que ocurrió después.
Todas
las construcciones eran de gran calidad en la factura y no se escatimaron recursos
para emplear tecnologías modernas para la época, apostar por el uso de materiales nobles sin olvidar la belleza y el
buen gusto. La corajuda decisión de invertir estuvo plena de esperanzas, de poder recuperar el dinero en un plazo corto. Sin embargo, las expectativas de ganancias no se
cumplieron según los cálculos y el entusiasmo inicial comenzó a perder fuerza porque cada vez más opiniones en CRAV se pusieron a la defensiva, hasta que la realidad dio su veredicto: no se puede gastar más dinero.
Entonces la empresa azucarera puso marcha atrás y el primer impacto fue que esas edificaciones magníficas dejaron de tener el mantenimiento que habían recibido en el comienzo, por lo que el deterioro inició su avance inexorable.
Y no
sólo la falta de cuidados y el olvido participaron en la destrucción del
proyecto Cosmito, también contribuyó el expolio. Personas furtivas se llevaron
de a poco todo aquello que pudieron sacar. Así la antigua y orgullosa granja
fue desvaneciéndose. Ahora, cuando
avanza el siglo XXI, Cosmito es un
conglomerado de casas que crece junto con otro tipo de empresas, muy lejanas de
la original. Lejos también van quedando en el tiempo aquellos esplendorosos
años 40.
Foto real de la ex Granja Cosmito captada hace 5 años. |
En el momento en que escribía esta nota escuchaba en Youtube, al cantante español Paco
Ibáñez, quien interpretaba su tema: «Ya no hay locos en España». Y en unos
versos, Ibáñez cantaba la pura verdad: «Hoy en día todo el mundo está cuerdo, horriblemente
cuerdo…ya no hay locos». La letra de esta canción y su significado más profundo
nos dice que a la luz del duro pragmatismo liberal que impera ahora sería impensable
que a alguien se le ocurriera invertir en algo así, porque ¿quién con ilusiones
y esperanzas apostaría todo su dinero en un proyecto tan lindo como fue Granja
Cosmito? Es que, «ya no hay locos en
Chile» también parece recitar la canción...
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