jueves, enero 10, 2019

MALETA DE MADERA Y SERRUCHO: DISTINTIVOS DE UN CARPINTERO EN PENCO

Foto pos producida.
         En Penco era pintoresco el ambiente callejero, por los trabajadores que circulaban por ahí. Uno podía jugar a las adivinanzas viéndolos pasar, cuáles serían sus ocupaciones. Así, por ejemplo, los mineros de Lirquén llevaban sus cascos negros puestos en sus cabezas cuando salían de sus casas en dirección a la mina, los obreros de Fanaloza regresaban de la fábrica trayendo sus viandas vacías, los pescadores, con remos al hombro, bajaban de los cerros en dirección a la playa donde estaban sus botes. Por los objetos que portaban o la vestimenta resultaba fácil reconocer la actividad. Pero, nadie se equivocaría nunca en identificar a un carpintero de la construcción, porque cada cual llevaba una pesada maleta de madera por cuyos lados se asomaban los extremos de un serrucho. Uno se topaba con ellos (y con sus maletas) en las calles o arriba de la micro.
          Aunque para los estándares de hoy resultarían absolutamente poco prácticas, en los años 40 y 50 del siglo XX las maletas al alcance del bolsillo popular estaban hechas de cartón grueso enchapado y reforzado con correas, de tela lacada con armazón, de mimbre tejido o de madera barnizada. En cambio, las de marca, fabricadas en cuero o suela, resultaban ser demasiado costosas para un obrero. Junto con el propósito específico de los carpinteros, que hemos mencionado, aquellas de madera las usaban también los jóvenes que se enrolaban en el ejército. Ahí llevaban sus cosas cuando se presentaban en el regimiento. Quienes hacían estos contenedores escogían maderas livianas, como álamo seco, por ejemplo, pero el usuario notaba igual lo denso de la tara. Pesaban más que el contenido, incluso las de madera terciada. Los kilos se triplicaban cuando llovía. Bueno, ¡qué más se podía exigir si al fin y al cabo era un cajón con una sola asa con el aspecto de una maleta!
        Volvamos a los carpinteros que trabajaban en la construcción. De seguro esos contenedores portátiles de herramientas los hacían ellos mismos. Un martillo, un formón, una cepilladora, un nivel, pliegos de lijas y, sin duda, la comida y una chaqueta además del serrucho, colmaban la capacidad de la maleta. Cuando ya ha pasado tanto tiempo, no hay carpintero de la construcción al que preguntarle por qué no dejaban sus herramientas guardadas en la pega. Por alguna razón, que nosotros no podemos afirmar, andaban con la famosa maleta para todos lados. Conjeturamos, eso sí, que atendían más de un trabajo durante la jornada en lugares distintos hecho que los obligaba a tener sus herramientas cerca. Bueno es recordar, por si acaso, que por esos años los obreros y los artesanos no tenían vehículos propios... y menos uno con porta-maletas.
Fotografía compuesta con imágenes distintas.

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