jueves, noviembre 07, 2019

«RECORDAR A PENCO DESDE AFUERA TRAE UNA CIERTA MELANCOLÍA»

Fiesta de la Chilenidad en la escuela «Vicente Sepúlveda Rojo», de Copaipó.

Abandono de la Matria (*)

Texto y fotografías: Juan Espinoza Pereira, desde Copiapó.
        
            Son muchas las razones que hacen que una persona abandone su lugar de nacimiento, ese paisaje que le da confianza y que lo hace sentirse seguro, pues conoce su geografía natural y artificial; sus personajes y actuaciones; sus tradiciones y juegos; sus olores y colores; los sentires y pesares. Es que la matria permite el desarrollo y crecimiento humano, acoge al sujeto en un ambiente en que el peligro pareciera que no existe.
            La decisión de la partida, la «salida del cascarón» no es fácil máxime cuando la persona ha de enfrentarse a un ambiente hostil al cual deberá adaptarse; hostil porque ya no es el nido en el cual se encontraba. Imaginemos cuando una masa significativa de campesinos de diferentes lugares del Bio Bio, se encandilaron con la ciudad de Penco porque le ofrecía una promesa: tener una mejor calidad de vida con el trabajo industrial y vivir en la ciudad. Sin embargo, el símbolo del progreso para muchos fue una promesa incumplida, sobre todo cuando la vida de campo se reprodujo en la ciudad pero claro, fueron reemplazados los olores del poleo, de las vertientes, de las fecas de animales; las carretas, los bueyes, el yugo, cabresto y la coyunda fueron reemplazados por carritos de metal cargados de azulejos que debían ser arrastrados por la fuerza humana hasta los hornos; por sacos de azufres que debían ser cargados hasta los vagones del tren o los camiones tolvas.
            Para un pencón común y corriente salir del terruño hoy día es también una decisión compleja, pero son muchos los que emprenden la partida con un dolor en la garganta y los ojos húmedos; el trabajo es una buena excusa. ¡Pero, cómo le duele a ese pencón salir de la matria! En mi estar en Atacama he conocido a muchos que sienten una melancolía en extremo por su lugar de origen, incluso llegando hasta el llanto, pruebas:
    ― Cuando se produjo el eclipse solar total del 2 de julio de 2019 y encontrándome en la localidad de Cachiyuyo, me encontré accidentalmente con siete pencones patiperros que están en diferentes faenas mineras sea en Antofagasta o en la zona de Atacama (aún no entiendo cómo nos reconocemos los pencones, pero algo hay ahí) y una vez que el fenómeno se había acabado empecé a escuchar lugares comunes, personajes que me evocaban recuerdos, nombre de barrios, etc.; después de unos vasos de agua compartidos por el extremo calor, un abrazo de despedida y el famoso «nos volvamos a encontrar», sobre todo cuando a los más jóvenes se les humedecen sus ojos al saber que aún falta tanto tiempo para la bajada.
    ― Este año me cambié de lugar de trabajo hacia Copiapó para dirigir una escuela de barrio con una gran población de inmigrantes de toda Sudamérica (ecuatorianos, venezolanos, brasileños, argentinos, bolivianos, peruanos y haitianos; en total nuestra comunidad educativa tiene 802 estudiantes y 90 adultos). Para celebrar el «Día de la chilenidad» la escuela se transforma en una gran fonda ciudadana con mucho baile nacional y cocinerías. Fue ahí donde encontré a don Francisco, su mujer y sus dos hijos todos pencones, al poco rato de conversación y teniendo como música de fondo las cuecas y zapateos en la patio, con niños de diferentes nacionalidades, me contaron que él había nacido en Vipla y ella cerca del barrio del Cementerio (cerca de donde me crié) y los niños nacidos en Penco, pero copiapinos de crianza. Ante la pregunta de por qué se vinieron tan lejos, me sorprendió la respuesta… «para sanar mi alma… es que había tocado fondo con la muerte de mi mamita… necesitaba volver a empezar, con la ida de ella me destruí». Ante su lenguajear, dejé que fluyera lo que tenían que decir: él un gran futbolista local, vendedor de pancito y empanadas en el puerto de Lirquén para los estibadores, ningún trabajo le quedaba chico; ella trabajadora desde su más temprana infancia hasta ahora. A la música de fondo se sumaron: el mercado de Penco, clubes de futbol, el tren, La Cata, las apancoras, Primer Agua, las nalcas, los chupones, el pelillo; y aparecieron también los sentimientos familiares y el deseo de volver a esa matria fraterna, porque «la vida acá es dura oiga y se extraña Penco»
    Pencones en Atacama
          No importa la razón de la salida de Penco, más aún cuando las fronteras solo son virtuales, lo importante es asumir que una forma de sobrevivir estando fuera de matria original, es asumir un nuevo mundo, una nueva matria que le dé sentido a la existencia cotidiana personal y colectiva, volver a construirse sin olvidar el origen. Habrá nuevos olores y sabores, nuevos paisajes pero jamás olvidar el punto de origen, es por eso que cada cierto tiempo se vuelve a Penco para redescubrirlo, pasear por aquellas calles comunes, mirar esa mansa bahía, imaginar al Mestizo Alejo por los bosque que ya no existen o corriendo por el estero; imaginar a los lafkenches sacando machas y ulte en la orilla de la playa o en la isla chica.

       ¡Un abrazo fraternal desde Atacama para los pencones y para aquellos que están fuera!
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(*) Matria es un neologismo usado por algunos escritores, entre ellos Isabel Allende, para hacer referencia a la propia tierra del nacimiento y del sentimiento. Se usó también el término en la antigua Grecia. (Wikipedia).

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