lunes, noviembre 22, 2021

EL MUSEO CORRIGE IMAGEN DEL GUERRERO MAPUCHE

ASPECTO ARTÍSTICO DE UN FIERO
COMBATIENTE MAPUCHE EN LA CONQUISTA.
     
         L
a muestra “Mapuche y Español en la Batalla de Penco de 1550”, recientemente inaugurada en el museo local, saca a la luz novedades importantes sobre las vestimentas guerreras que usaron los mapuche y las armas que emplearon para enfrentar a los conquistadores que ¡oh sorpresa! no se corresponden con los estereotipos que conocíamos. Las descripciones que rompen con las imágenes preconcebidas estaban en los relatos originales, llamados fuentes tempranas: Valdivia, Ercilla, Bibar, Góngora Marmolejo y otros. Resultó que la apariencia guerrera era muy distinta de aquella que nos pintaron.            
           Entonces surge de inmediato la pregunta ¿por qué la lectura de esos textos por parte de los historiadores del siglo XX fue tan poco acuciosa? Quizás tuvieron interés de hacernos creer, porque incluso ellos mismos creyeron, que los mapuche eran más primitivos, menos inteligentes e incapaces de adaptarse y responder a las exigencias de una guerra. Así, resultó que esas imágenes que se nos trasmitieron en el aula y en los textos de historia fueron inventadas sin que hasta ahora, salvo el museo, nadie las había corregido.
Ilustración obtenida de la inciclopedia "El Tesoro de la Juventud" (1920)

         Las apariencias de los guerreros según el relato tradicional permanecieron en nuestra imaginación por décadas. Se nos dijo –y así lo aprendimos– que los mapuche enfrentaban a los españoles con el torso desnudo y que sólo llevaban puesto un calzón de cuero o de material tejido sin más protección. Resultó que no era así, que se cubrían bien para combatir, que desarrollaron armas con alguna sofisticación y que se ejercitaron en usarlas.

          La expo del museo pencón traduce a imágenes el resultado de la nueva lectura pausada y rigurosa de las fuentes tempranas con la apariencia verdadera de los guerreros mapuche en las batallas de la conquista española. Tanto el relato histórico del siglo pasado como el arte de entonces se retroalimentaron en el error. Veamos el hermoso mural que pintó en 1942 el artista Gregorio de la Fuente en la antigua sala de espera de la ex estación de ferroarriles de Concepción, hoy Intendencia Regional. Ahí se ven los combatientes originarios presentando lucha casi desnudos.

DOS DETALLES del mural de Gregorio de la 
Fuente en Concepción (1942).

       Otro elemento que contribuyó a la confusión fue el cine. Las producciones de Hollywood de las películas en blanco y negro retrataron a indios norteamericanos combatiendo a los invasores del lejano oeste con muchas características de cliché en las apariencias parecidas a las nuestras. Y más aún aquí el imaginario popular profundizó esta presencia mapuche: dé usted un vistazo a la insignia del club Colo Colo.

DOS ESCENAS de la película «Los Últimos Comanches» (1952).
          Llega el momento de mirar o re-mirar las nuevas imágenes. Los mapuche iban a la guerra rapados, así limitaban la posibilidad del enemigo de agarrarlos por el pelo. Además cortar totalmente la cabellera les facilitaba ajustar sus yelmos hechos de cuero de lobo marino al que le hacían un agujero en la cara para un ojo y así protegían el otro. Del mismo material era una especie de jumper que los cubría desde los hombros hasta cerca de la rodilla. “Es tan recia esta armadura que no la pasa una lanza aunque tenga buena fuerza el caballero”, dicen los textos de los conquistadores sorprendidos por los mapuche en combate.

        Sobre los yelmos o bonetes añadían tocados de guerra que consistían en cabezas de animales salvajes como pumas, jaguares, gatos monteses con sus hocicos abiertos en señal de fiereza. Los jaguares no existían e Chile, pero sí en Puelmapu, territorio mapuche argentino. Este hecho confirma el intercambio de comercio entre los pueblos originarios a través de la cordillera. Dependiendo de la jerarquía, los tocados añadían plumas y vistosas colas de zorro, según nos cuenta Gerónimo de Bibar.

          Tan importante fue este cambio de imagen, fruto de la nueva investigación, que el museo encargó al artista Zerreitug que actualizara la apariencia de los guerreros mapuche elaborados por él en el diorama la batalla de Penco construida en 2014 y expuesta en una de las salas. El autor agregó a sus personajes de madera los atuendos verdaderos porque los anteriores correspondían al concepto obsoleto.

         Para finalizar corresponde destacar la tarea del director del Museo de la Historia de Penco, Gonzalo Bustos y del investigador del establecimiento Nelson Lobos, quienes junto a un equipo trabajaron tanto en la investigación, el montaje de la muestra y en el cuadernillo informativo. Cambiar lo que haya que cambiar para que se ajuste a la realidad e investigar y producir verdades también es rol de los museos.


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Agradezco a Manuel Suárez de la Sociedad de Historia quien me hizo llegar una copia del impreso con la información de esta muestra.

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