Aquel tórrido febrero de 1962 podría ser recordado en Penco como el Verano del Cohete, porque en esos días Fanaloza lanzó una campaña de marketing con gran presencia pública en la Primera Exposición y Feria Regional del Sur realizada en Llacolén, San Pedro, que incluyó esta alegoría: un cohete con una gigantesca tasa de té sobre su ojiva. Durante toda la estación estival en la zona no se habló de otra cosa que del cohete de Fanaloza y el tema siguió en las conversaciones de muchos hasta avanzado el invierno. Los niños se preguntaban: ¿enviarán una taza al espacio?
Esta novedosa forma de promover la marca le significó a Fanaloza obtener el primer lugar en dicha feria. Las grandes industrias locales participaron, pero ninguna de ellas logró el impacto que alcanzó la fábrica locera pencona gracias a su cohete.
Fue el contexto el que ayudó a los creativos loceros de entonces a alcanzar el éxito. La carrera espacial entre Estados Unidos y la ex Unión Soviética estaba al rojo vivo. Apenas unos meses antes en 1961, en un vibrante discurso el presidente Kennedy había afirmado que Estados Unidos llevaría un hombre a la luna antes que terminara la década. O sea, que quienes idearon el cohete estaban en sintonía plena con la realidad y las sensibilidades históricas de entonces. Lo interesante es que en Penco de esos años había ideas de vanguardia y de modernidad. No era ésta una ciudad lejana, olvidada o sumida en la modorra, aquí había creativos informados y desafiantes. La interpretación de la idea pudo ser ésta: si Estados Unidos lleva un hombre a la luna, nosotros los pencones le tendremos servido el té en una taza fabricada en Penco.
Fue también en esa feria que por primera vez hubo transmisiones de televisión en vivo en Concepción, porque el dueño de Radio Simón Bolívar, don Antonio Jaén Buendía, se había equipado con cámaras y trípodes para producir programas de TV en la expectativa que la televisión chilena sería comercial desde sus inicios y él quería ser el primero en disponer de un canal en Concepción. Por eso durante la feria, la radio transmitía sus shows en vivo desde la feria a través de sus ondas de amplitud modulada, pero también los difundía como señal de televisión por circuito cerrado on line para el público visitante. Sobre el escenario en el que actuaban los cantantes estaban los micrófonos radiales y ahí mismo había instalada una cámara de TV que enviaba la imagen por cable a tres o cuatro pequeños monitores en blanco y negro distribuidos en el espacio ferial: era la primera vez que mucha gente de la zona conocía este medio maravilloso que hoy es rutina.
El público paseaba por esa feria veraniega comprando y consumiendo. Carozzi, por ejemplo, en su stand tenía una enorme olla en la que cocineros preparaban tallarines y los repartían al público en platos desechables con abundante salsa de tomate. Muchos volvían a ponerse a la cola para repetirse.
Imagen compuesta con Photoshop: El cohete locero a punto de "despegar" a la luna. |
Como señalábamos, Fanaloza acaparó los aplausos y un jurado determinó que la industria de Penco se llevaba el primer lugar de la exposición por su ingenio y creatividad. El cohete atrajo también a centenares de personas a su stand donde se exhibía y vendía la producción locera más refinada. Terminada la muestra, la empresa retiró el cohete y la taza gigante y los trajo de vuelta a Penco donde fueron exhibidos en la fábrica durante algún tiempo. Por este motivo, creemos que el estío de 1962 debiera quedar impreso en la historia local como el Verano del Cohete de Penco.
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(*) "El verano del cohete" es el título de un hermoso cuento muy breve, menos de una página, del escritor norteamericano Ray Bradbury, incluido en el libro Crónicas Marcianas.
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(*) "El verano del cohete" es el título de un hermoso cuento muy breve, menos de una página, del escritor norteamericano Ray Bradbury, incluido en el libro Crónicas Marcianas.
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