Fábrica de paños. |
En los tiempos de las industrias tradicionales en Penco,
Lirquén y Tomé, sus trabajadores recibían de parte de sus empresas con alguna frecuencia una porción del
producto para que los comercializaran por su cuenta y obtuvieran de ese modo un
bono. Era una retribución no en dinero sino en bienes. Los obreros de Fanaloza, por ejemplo,
recibían un juego de vajillería, a los
trabajadores textiles de Tomé les daban cortes de paños de gran calidad para
trajes: tres metros. Pero, era difícil que ellos mismos vendieran esos
productos por la propia naturaleza de sus trabajos: no eran vendedores.
"Aquellos fueron años de labor esforzada y noble,
porque los trabajadores se ponían la
camiseta por su industria ya que sus
sindicatos eran respetados por las empresas y sus congéneres y se ayudaban
mutuamente, tal es así, que se intercambiaban sus productos a bajos precios:
Loza, Azúcar, Paños de Tomé, etc"., nos cuenta en una nota un antiguo
pencón don Fernando Pulgar Ávalos.
"Hoy han
desaparecido grandes industrias que dieron
trabajo y buenos productos a sus regiones y al país. Los motivos
se encuentran leyendo y estudiando el devenir histórico de Chile y el
Mundo. La globalización, el afán de
lucro y la falta de equidad, entre otras causas han hecho perder grandes
valores humanos como la solidaridad y la amistad de esos tiempos", nos agrega
don Fernando. Y añade: "por eso, es muy valiosa la labor periodística, en todos
los medios, para dar a conocer lo que eran los pueblos y sus industrias, hoy
perdidas o en manos extranjeras".
Si volvemos al
inicio de este relato debemos aceptar como un hecho natural la práctica del trueque
entre los trabajadores de las distintas industrias del área de Penco, Lirquén y
Tomé. En el tren venían aquellos a trocar sus cortes de paños, en el mismo
medio viajaban pencones con sus cajas de loza a cambiarlas por algo interesante
en el puerto de Tomé.
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