¿Cómo se celebraba la Semana Santa en Penco? Tal vez como en
ninguna parte. Recuerdo que se manifestaba en la gente un entrañable respeto
por la tradición cristiana y católica. Eran días para estar serios --pero no graves— y meditar. En esos años en
que no había televisión, sólo existía la radio y las programaciones radiales
iban al compás de este respeto: pura música sacra o religiosa. Solamente las
tandas comerciales rompían este clima de respeto y recogimiento. Las emisoras dejaban
de difundir las cuecas al mediodía, los radioteatros de la hora del almuerzo,
los pedidos de discos de media tarde que hacían sus auditores por medio de
cartas, o los espacios vespertinos de corridos mexicanos. Así transcurrían
estos días llenos de reflexión y miradas introspectivas.
La Semana Santa se iniciaba el Domingo de Ramos con un viaje
al cerro para recoger ramas de laurel y olivo directo de las matas. De ahí a la
misa y a esperar que el cura bendijera los ramos con agua bendita. Había que
ubicarse bien adelante para recibir al menos una gota. Después, de regreso a la
casa para el almuerzo y a colocar el ramo bendito en la muralla sobre la
cabecera de la cama.
El lunes proseguía este clima de no hablar en voz alta y la
gente se cuidaba mucho en su leguaje cotidiano para no decir garabatos. Cuando
afloraba uno por ahí sin querer, el responsable agregaba inmediatamente a modo
de disculpa: “¡oído sordo Semana Santa!” Sin embargo, no obstante esta realidad, nuestra vecina, la
señora Elena nos comentó a un grupo de niños cómo se celebraba la Semana Santa
en sus tiempos, según decía. Esto era muchos años antes, por cierto. Entonces,
agregaba ella y nosotros nos mirábamos de reojo, el silencio era absoluto y la
gente de Penco guardaba riguroso respeto por estas fechas. En cambio ahora, nos
dijo en franco tono de crítica, cada vez menos personas se persignan en las
calles o hablan en voz baja.
Sin duda, no obstante este relato, ella lamentaba que la gente no expresara el respeto que bien correspondía y no se comportara como en sus años mozos. ¿Qué
opinión tendría ella de lo que ocurre hoy?, me pregunto.
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