Vi imágenes de la demolición de esta edificación abandonada, en el barrio estación de Penco y hubo quienes no parecieron comprender la conveniencia de echarla abajo. Las defensas que esgrimieron esas personas fue que se borraba parte de la identidad local. Pobre argumento defender estas murallas desaliñadas como si se tratara del Partenón griego. Nada que ver, estos muros más prácticos que por pretensión estética se edificaron a fines de los años cincuenta (1950) para reemplazar una bodega de menor superficie que era de madera.
¿Era posible recuperar este edificio y darle otro destino que no fuera el de un galpón-bodega? No.
Muy bien la decisión de demoler. Esta bodega no tuvo significación histórica. Fue sólo un recinto para cargas en tránsito, sobre dimensionado, nunca se ocupó en su totalidad. Más encima --y esto fue lo lamentable-- a esa bodega la abandonaron y se convirtió así en un lunar urbano, sitio de convocatoria informal de drogadictos.
Parecía una pista de baile, pero jamás se la usó con ese fin. El retiro de sus muros para algunos fue el último tango en Penco.
Parecía una pista de baile, pero jamás se la usó con ese fin. El retiro de sus muros para algunos fue el último tango en Penco.
Muy bien alcalde Figueroa por dar este paso que ventilará la visual de este sector de Penco. Muy bien además por tener claro qué es un sitio histórico y qué es un espacio vacío de toda tradición. Felicitaciones.
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