Foto tomada del sitio www.granjasantaisabel.com (España) |
Ocho ponedoras de raza entregaba CRAV a aquellos trabajadores
que se matriculaban en un programa para producir aves y huevos, en virtud de un acuerdo entre el
sindicato de la refinería con la empresa. Las gallinas procedían de Cosmito, la granja modelo
que rompía todos los esquemas en producción de alimentos frescos: carnes
magras, leche, hortalizas. Y la granja era propiedad de CRAV.
La iniciativa tuvo entusiasmados a los trabajadores y sus familias por varios años. Los que resultaban favorecidos con el programa de las ponedoras recibían apoyo de la compañía. Les construían gallineros en los patios de sus casas técnicamente diseñados para el propósito y, más aún, les proporcionaba el alimento para las aves, consistente mayormente en afrechillo.
El acuerdo empresa-sindicato-trabajador funcionaba de la siguiente forma, según recuerdan muchos todavía en el ex recinto de la refinería: Les entregaban ocho gallinas cada una con una pata enanillada, con inscripción de fecha, raza y propiedad. Al trabajador le quedaba clarito que el anillo impedía la venta de las aves. Una vez a la semana pasaba un recolector de huevos; una parte era para la empresa y la otra para el consumo del hogar.
Personas que se acogieron a esta iniciativa nos dijeron que las gallinas ponían a veces hasta dos huevos diarios. Así un ejemplar daba diez huevos a la semana y si multiplicamos por ocho, se trataba de ochenta huevos cada vez. Supongamos que los dueños de casa se quedaban con la mitad, disponían de cuarenta huevos para el consumo doméstico o para otros fines. Estas cifras pueden ser discutibles, pero así oímos el relato al respecto.
El triángulo formado por la casa del trabajador, la empresa CRAV y la granja Cosmito funcionó muy bien por largo tiempo entre los años cincuenta y sesenta. Los huevos que entregaban los trabajadores llegaban a la granja, donde existían los canales de distribución para la venta. Dependiendo de la temporada del año, Cosmito retribuía a los trabajadores y sus familias con choclos frescos, apio y otras hortalizas.
La iniciativa tuvo entusiasmados a los trabajadores y sus familias por varios años. Los que resultaban favorecidos con el programa de las ponedoras recibían apoyo de la compañía. Les construían gallineros en los patios de sus casas técnicamente diseñados para el propósito y, más aún, les proporcionaba el alimento para las aves, consistente mayormente en afrechillo.
El acuerdo empresa-sindicato-trabajador funcionaba de la siguiente forma, según recuerdan muchos todavía en el ex recinto de la refinería: Les entregaban ocho gallinas cada una con una pata enanillada, con inscripción de fecha, raza y propiedad. Al trabajador le quedaba clarito que el anillo impedía la venta de las aves. Una vez a la semana pasaba un recolector de huevos; una parte era para la empresa y la otra para el consumo del hogar.
Personas que se acogieron a esta iniciativa nos dijeron que las gallinas ponían a veces hasta dos huevos diarios. Así un ejemplar daba diez huevos a la semana y si multiplicamos por ocho, se trataba de ochenta huevos cada vez. Supongamos que los dueños de casa se quedaban con la mitad, disponían de cuarenta huevos para el consumo doméstico o para otros fines. Estas cifras pueden ser discutibles, pero así oímos el relato al respecto.
El triángulo formado por la casa del trabajador, la empresa CRAV y la granja Cosmito funcionó muy bien por largo tiempo entre los años cincuenta y sesenta. Los huevos que entregaban los trabajadores llegaban a la granja, donde existían los canales de distribución para la venta. Dependiendo de la temporada del año, Cosmito retribuía a los trabajadores y sus familias con choclos frescos, apio y otras hortalizas.
Así funcionó el proyecto que produjo huevos, dio trabajo a
los dueños de casa y reportó un quehacer entretenido que favoreció a todos. El
remate de Cosmito y su desaparición como como granja, muchos años antes del
cierre final de CRAV en 1976, terminó con esta actividad que mucho aún
recuerdan con un poquito de nostalgia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario