Manny Pacquiao y Floyd Myweather protagonistas de la pelea del siglo que dejó más críticas que loas. |
Nunca vi una velada de boxeo más desabrida que “la pelea del
siglo”(2 de mayo de 2015, Las Vegas, Nevada, USA). Un contendor huyendo y
refugiándose y lo peor, le dieron el triunfo (Myweather). Y el que gastó toda
la energía, que enfrentó, que encaró y ofreció combate, salió derrotado
(Pacquiao). Mal.
Cuando niño estuve vinculado al boxeo. Mis tíos Raúl
Palma y Luis Palma era boxeadores, defendían los colores del club de la
industria donde trabajaban: Textil Bellavista, Tomé. Yo iba a todas sus
presentaciones en los escenarios de la zona. Los acompañaba a sus
entrenamientos y me hacían ponerme los guantes y me enseñaban a dar golpes.
Cuando ellos se retiraron, ya no tuve nada más que ver con la actividad.
Por tanto, tengo alguna base para opinar sobre esto, en especial si vi la pelea por televisión
con el audio en mudo para no dejarme influir por los comentaristas de allá y de
acá. Fue una pelea al borde de la estafa, como se decía entonces “puro tongo”.
Pero, dejemos de lado el tongo y vamos a lo que me interesa compartir
con ustedes, en Penco se libraron combates de boxeo muy superiores a la pelea
del siglo, sólo que no existían de por medio ni los millones de dólares, ni la
sintonía mundial de TV ni las estrellas del cine sentadas en la platea. Ésa
era la diferencia. Los boxeadores de entonces luego del show se duchaban con
agua helada, guardaban sus ropas en una bolsa y se iban caminando para su casa
o tomaban el último tren. Pero, se retiraban contentos de haber brindado un tremendo
espectáculo. ¿Habrán sentido lo mismo los boxeadores de anoche y los jurados?
No creo, sólo pensaban en el dinero…
Los combates en el cuadrilátero de Penco eran épicos. Los
púgiles se daban con todo, los protectores bucales saltaban lejos. A veces las
peleas de detenían porque un guante de desabrochaba. Y qué decir
fuera del espacio del match. La gente gritaba, lanzaba tallas simpáticas,
chispeantes, el público celebraba los golpes y las tallas. En lugar de mujeres
despampanantes, teníamos a la Tuna lanzando epítetos de apoyo al boxeador que ella
apoyaba desde el ringside. Circulaban por el recinto vendedores de piñones, de castañas. Estábamos habituados al tañido
de la campana, a ver a los entrenadores y sus asistentes subiendo a la lona con un balde
y una botella. Le daban agua al púgil, en su rincón, éste tragaba un poco y el
resto lo escupía o arrojaba al balde… Cuando la pelea era muy desigual, el
técnico del boxeador averiado lanzaba una toalla sobre la lona y la
pelea terminaba.
Por eso, es que afirmo que en Penco las veladas boxeriles de
entonces, en las que participaban boxeadores de la región, fueron por lejos mejores en calidad y espectáculo
que lo que vimos anoche en Las Vegas. Los escenarios eran alternativos
algunas veces la reunión era en el Gimnasio de
Fanaloza y en otras, en el Centro Deportivo de la Refinería. No creo que
haya registros fotográficos o de cine de lo que estoy diciendo.
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