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El profesor Rosauro Montero Henríquez revisando sus primeros álbumes. |
En un grato encuentro con el profesor don Rosauro Montero
Henríquez en su casa de Penco tuve la ocasión de revisar con él álbumes de
fotos familiares. Imágenes en blanco y negro entrelazadas con la historia de
nuestra comuna. Su padre fue don Rosauro Montero Pineda, dirigente obrero,
trabajó en Refinería, en Fanaloza, en Vipla, en la mina de Lirquén. “Duraba poco en sus empleos porque las
empresas lo expulsaban por el sólo hecho de defender los intereses de los trabajadores. Sentía
un enorme compromiso social con los obreros”, nos dice el profesor. Y su madre,
la señora Luisa Henríquez Ovalle, tenía una mano divina para cocinar exquisito.
Y de ello da fe don Fernando Pulgar Ávalos, un ingeniero químico de Valparaíso
que se vino a trabajar a Fanaloza en los años 50 y que fue pensionista en la
casa de los Montero. “Nunca me olvidaré de esas comidas tan ricas que preparaba
la señora Luisa”, recuerda hoy Pulgar Ávalos en su casa de Viña del Mar.
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Los padres del profesor: don Rosauro Montero
Pineda y la señora Luisa Henríquez Ovalle. |
Fueron
precisamente los Montero quienes iniciaron el casino Oriente, lugar en el que
la señora Luisa deleitó por años a sus clientes con los deliciosos platos que
ella preparaba con gran esmero. Ambos, don Rosauro padre y su esposa, fueron
conocidos y queridos vecinos de la comuna.
El señor Montero estudió en la escuela de Penco y una vez
egresado se fue a continuar su formación académica a la escuela normal de
Chillán porque quería ser profesor. No alcanzó a terminar sus estudios ahí debido
a que se trasladó a la normal de Curicó de donde egresó en 1954.
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Una exigente prueba para futuros maestros en la escuela Normal de Curicó: definir el perfil de cada alumno a partir de los dibujos realizados por ellos sobre grandes cartulinas. El profesor Montero obtuvo calificación sobresaliente. |
De regreso a
Penco y estando su padre cesante por las razones expresadas más arriba, tuvo la
fortuna de ser incorporado ese mismo año como profesor de la Escuela 31, cuyo
director era don Amulio Leyton García. Su vocación y sentido social lo llevaron
a realizar actividades docentes incluso más allá del ámbito de la escuela.
Trabajó en programas de alfabetización de obreros en Penco, con clases que se
dictaban después de los turnos en el sindicato de Fanaloza. Con entusiasmo se
involucró en el proyecto del liceo vespertino que propuso el señor Jorge
Bustos. Junto con otros conocidos colegas, que hemos mencionado en otros posts, integró la planta docente inicial de
ese liceo, labor que no era remunerada. Ese emprendimiento ad honorem fue la
simiente para la creación años después de un liceo con todas las de la ley en
la comuna. Antes del proyecto liceo vespertino, los jóvenes y las jóvenes de
Penco no tenían alternativa de seguir estudios de enseñanza media acá, salvo
viajar a Concepción.
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El profesor Montero junto al equipo de fútbol de su curso en la previa de un partido en la ex cancha de la Refinería. |
Interesado en su propia superación profesional, don Rosauro Montero prosiguió capacitándose. Consiguió una beca de la Organización de Estados
Americanos, OEA, para seguir un curso de administración en Santiago.
Previamente se había especializado en matemáticas y en ciencias naturales. Su
curriculum le valió la designación de interventor de Fanaloza en 1972. El
gobierno del Presidente Allende lo nombró para el cargo en atención a sus
antecedentes académicos y su preparación, superiores a los que exhibían otros
aspirantes. Desde ese puesto logró levantar la producción de la
industria locera e impulsó programas específicos para apoyar a los trabajadores
en la continuación de estudios tanto de enseñanza media como universitarios. Sin
embargo, para el golpe de estado, el señor Montero fue detenido. Sufrió en
carne propia la tortura, hecho que le causó graves y largas secuelas. Sin
embargo, no guarda rencor por aquellas atrocidades,
tal es la generosidad y la nobleza de su persona.
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El profesor Montero abraza a su padre el día en que se graduó de maestro en Curicó. |
El señor Montero fue además un activo deportista. Jugó
básquetbol, pero su mayor fortaleza estuvo en la natación, disciplina que perfeccionó
en un curso de verano de educación física en la Escuela Superior José Abelardo
Núñez en Santiago. Junto con practicar esta actividad, se interesó en
desarrollar habilidades de salvataje; fue así que en dos oportunidades
intervino para rescatar a personas que se estaban ahogando. En la primera de
ellas, una mujer que navegaba en un kayak cayó al mar debajo del muelle de la
Refinería. Don Rosauro la vio a la distancia, corrió una cuadra y luego de
avanzar sobre los durmientes del muelle se lanzó en piquero, realizando la
maniobra que salvó a la mujer de una muerte segura. La segunda acción ocurrió
en la comuna de El Carmen, provincia de Ñuble, donde participaba de un paseo
con el equipo de Fanaloza. Uno de los jugadores que no sabía nadar ingresó en
un pozón del río Chillán y comenzó a
hundirse. El profesor se lanzó al agua y condujo hacia la orilla al desesperado
jugador empujándolo con los pies.
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Como jugador de básquetbol,
aparece aquí en el exterior del
ex Deportivo de la Refinería. |
El señor Montero es casado con la señora Lidia Donoso
Aguayo. El matrimonio Montero Donoso tuvo tres hijos: Roberto, Claudio y
Sergio, hoy todos profesionales. Son generaciones de pencones quienes recuerdan al maestro en el aula impartiendo conocimientos y valores. Conversar con este profesor retirado es
recorrer la historia viva de Penco: sus personas, sus acontecimientos, sus
anécdotas. Por cierto que quedan en el tintero muchos otros episodios que contar.
2 comentarios:
Tantas cosas importantes que hizo y vivió el profesor. Cosas que jamás imaginaría uno cuando niño mientras recibíamos clases de parte de él.
Sí es una persona que sólo al mirarla inspira respeto. Gracias.
Excelente persona y profesor, con cariño y aprecio de su ex alumno Guillermo Henriquez Silva
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