Es difícil vadear la desembocadura del estero Penco sin arriesgar mojar los zapatos hasta el tobillo. |
Los informes meteorológicos llegaban sólo a las casas que
disponían de una radio y si la había, pero faltaba electricidad, era lo mismo
que no tener. Los datos del tiempo atmosférico eran comunicados por ese medio
en forma distinta a la usanza de hoy. Chile se dividía en cuatro regiones. El
locutor de la emisora decía el pronóstico: «Norte grande, nublado en la costa,
despejado en el interior; norte chico, nubes bajas en los valles, lloviznas en
la costa; zona central, nubosidad en altura, temperaturas bajas; zona sur,
lluvias intensas en los canales con granizos entre la península de tres montes
y el faro Evangelistas»… Y eso era todo. Los informes eran muy parcos. No constituían
un servicio para los auditores. Por eso, frente a la carencia de un vaticinio más
o menos útil, se imponía el conocimiento práctico, eso que los antropólogos
llaman experiencia precientífica.
En Penco y en Lirquén, los más expertos en predecir el
tiempo eran los pescadores y la gente de los campos. Un día de invierno calmo, por
ejemplo, era presagio de un temporal. Y era típico, se levantaba un viento de
travesía. Se llamaba así a una brisa caprichosa que venía desde el mar, como
proveniente de la península de Tumbes. Por lo general esta corriente de aire
venía cargada de olor marino. Si persistía, ese viento derivaba a norte clásico
y con él, las nubes, la lluvia y el temporal. Se cumplía al dedillo el dicho «norte claro, sur oscuro, aguacero seguro». Eso ocurría en cosa de horas.
dicen que las aves marinas con sus conductas también vaticinan el tiempo atmosférico. |
La gente del campo también lo sabía, pero ellos agregaban
otro término a esto del tiempo climático. A una brisa fuerte de procedencia
distinta la llamaban puelche. Éste era un viento que bajaba de las cordilleras
y de las alturas del valle central, todo lo contrario de la travesía. En Penco, el
puelche provenía del cerro Copucho, era sinónimo de buen tiempo, su
característica principal: seco y frío. Si soplaba este viento, habría
tranquilidad meteorológica por lo menos por tres días.
Los niños entendían muy bien esto de los vientos. Era un
conocimiento práctico para el propósito de encumbrar volantines. Si soplaba
travesía los volantines se orientaban hacia Villarrica, hacia Coihueco, hacia
Penco Chico. Si era viento norte, hacia Membrillar, hacia la Refinería. Si era
puelche, los volatines, las ñeclas, las peras y los pavos, volaban hacia el
mar, hacia la cancha de Gente’Mar. La única condición incontrolable para un
encumbrador era el llamado «viento remolineado». Los volantines se iban donde
les daba la gana en el cielo, podían incluso venirse a pique a gran velocidad incluso
contra el mismo encumbrador.
Pero, el viento más apreciado era el suroeste. Ése soplaba
desde la isla Rocuant y su sola presencia vaticinaba buen tiempo, aunque
dependiendo de su fuerza en Playa Negra, por ejemplo, no se podía ni caminar por
la arenisca levantada por las rachas azotando contra los pies descalzos.
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