Una taza con su plato bone china con sus filetes dorados. (Foto del libro de Boris Márquez). A la derecha, barras de oro. (Foto mundo.sputniknews.com). |
Si usted aún conservara en su casa platos antiguos de Fanaloza Penco,
que presenten bordes o filetes dorados, pues bien, eso es oro.
La industria locera pencona de
los años 50 y, seguramente hasta cerca de los 70, empleó oro líquido, así como
barnices y colores para su refinada producción de vajillería. Nos
confirma este hecho, don Fernando Pulgar Ávalos, químico, quien se desempeñó en
el laboratorio de la fábrica entre los años 1953 y 1957.
Nos dice, el señor Pulgar en un
texto que nos ha enviado a solicitud nuestra: «La artesanía del barro cocido, endurecida
por la acción del fuego, tiene una antiquísima historia y muestra expresiones
en las que se mezclan el valor práctico y el valor estético». Y añade para referirse más específicamente a la producción de Fanaloza de esos años: «Las piezas, con una base de barniz brillante, recibían la aplicación
de calcomanías con reproducciones artísticas y, además, unas finas terminaciones de
fileteados, líneas en los bordes o adornos, en especial con oro líquido. Todo, con fines decorativos».
Mr. John Clun |
En su nota, el señor Pulgar nos
escribe: «Este oro líquido era logrado por un procedimiento especial de
disolución que incorporaba al oro sólido algunos fundentes y adhesivos orgánicos
tales como goma arábiga, goma tragacanto, esencia de trementina, etc. para
mayor fluidez y homogeneidad en el barnizado. Deduzco que este metal valioso
procedía de Inglaterra junto con las calcomanías».
Se trabajaba con estos elementos
en la sección Decorados de Fanaloza, ubicada en el complejo industrial ubicado
en la manzana de Toltén, Freire, Infante y Cochrane que hoy ya no existe. Allí
trabajaban operarios y operarias expertos y expertas en el uso del pincel,
muchos de ellos y ellas, verdaderos artistas. A cada uno de estos trabajadores
se le asignaba un pote de este preparado de oro, un pincel y un paño, para el
limpiado. Ellos hacían los filetes dorados en los platos y tazas ayudados de un torno individual.
LOS «PAÑOS SUCIOS» CON ORO EN FANALOZA
Nos dice el señor Pulgar: «Los pinceles usados eran limpiados por esos paños, los que se acumulaban y eran enviados a Fanaloza-Carrascal de
Santiago para proceder a la recuperación del oro que portaban».
Sin embargo, al parecer, este
trámite no duró por mucho tiempo, según el relato de don Fernando: «El Sr.
Eduardo Díaz B. me pidió que con los medios disponibles en mi Sección de
Colores y Barnices, tratara de recuperar este oro en Penco.
De modo que, empecé a recibir en forma periódica paños sucios con oro, los cuales
incineraba en el horno eléctrico de mi Laboratorio en vasijas refractarias llamadas copelas. Se obtenían así pepas de oro las que se
pesaban en una balanza de precisión y eran entregadas de inmediato a mi Jefe don
Eduardo Díaz B. Nunca supe de extravíos o de medidas de seguridad especiales
sobre este oro».
Fachada de la antigua administración de Fanaloza en la esquina de Infante y Cochrane. |
En la nota que me envió don
Fernando Pulgar Ávalos agrega: «Amigo Nelson: Es todo lo que puedo aportar sobre
el Oro, que te preocupa, ya que yo estaba dedicado a producir los Colores y
Barnices básicos y necesarios para la Vajillería , los Azulejos y los
Artefactos Sanitarios que se fabricaban en Fanaloza-Penco.
Saludos: Fernando Pulgar Ávalos».
Don Fernando Pulgar Ávalos, a la derecha, con el autor de esta nota en su casa de Viña del Mar. (Foto de nuestro archivo). |
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