domingo, enero 28, 2024

LOS AUTOS DE ENTONCES PARECÍAN DE COLECCIÓN

EN UN CLÁSICO se convirtió el Studebaker Champion 1951.

                    Un juego entretenido de los niños de Penco en esos años era mirar autos desplazándose por el camino a Concepción y tratar de adivinar sus patentes, y por tanto, su procedencia. Todos sabíamos que la combinación de letras LG en la placa pertenecía a Penco. En los 50 y los 60 el parque automotriz local era muy reducido. Los costados de las calles estaban despejados de vehículos estacionados, cuando más uno que otro camión. Y respecto de las marcas, comparadas con las que apreciamos hoy en día éstas se podían contar con los dedos de las manos. Porque tampoco sabíamos que el mundo más allá de las puertas de nuestras casas era increíblemente enorme.

                    Con pocos autos en la plaza nos era fácil saber cuál era de cuál familia y, también, establecer diferencias estéticas entre esos vehículos valorándolos solamente por cuál era más bello. No había autos feos. Las diversidades en sus aspectos eran muy claras, en cambio hoy la plantilla del diseño automotriz tiende a repetirse hasta el infinito.


         Un modelo curioso por su concepto fue el auto Studebaker Champion 1951. Imitaba la forma de un avión monomotor. La mascarilla frontal parecía el eje de una hélice. Además para reforzar la idea sobre el capot llevaba a modo de emblema un avión estilizado. Por su forma era auto que no pasaba inadvertido. El comerciante Armando Vargas, dueño de una bodega de vinos en Freire esquina de Alcázar tenía uno. Lo estacionaba por calle Alcázar, los jóvenes amantes de los autos y que pasaban por ahí se tomaban su tiempo para mirarlo por dentro y por fuera y formulaban entre ellos comentarios de admiración.

IMPALA 1961 de la Chevrolet.
                    

INSUPERABLE la elegancia del Power Glide de Chevrolet.

                    Pero, en lo que se refiere a ostentación, la gerencia de Fanaloza echaba la casa por la ventana. Sus autos eran la fascinación de todos. La marca preferida de los ejecutivos loceros fue Chevrolet, que entre fines de los 50 e inicios de los 60 sacó varias líneas de autos que causaban revuelo, los Impala, por ejemplo. El gerente Genaro Díaz tenía un confortable y vistoso Power Glide de la Chrevrolet de los 50. 

EL AUTOR ALEMÁN Borward, modelo Isabella.

                    El Colegio Médico de Chile logró un acuerdo con la marca alemana Borward y puso a disposición de sus socios unidades de estos autos para su adquisición. En Penco el doctor Emilio Suárez compró un Borward modelo Isabella. Estos autos eran de aspecto sobrio y de gran espacio interior. La marca Borward llegó a México para instalar su factoría regional y terminó covirtiéndose en una empresa azteca. Otro médico de Penco de esos años, el doctor Machiavelo no se inclinó por los Isabella, opción de la mayoría de sus colegas, él tenía y mantenía en muy buena forma un Ford 1948 de color oscuro brillante.
Ford año 1948.

EL AUTO familiar británico Hillman.

                    También hubo autos de procedencia británica. Los Hillman fueron algunos. El profesor Servio Leyton tuvo un Hillman negro. Para la generalidad de las grandes marcas, el Hillman era un aunto de talla menor, pero muy eficiente.Tuvo gran reputación en el Reino Unido y en los lugares donde se comercializó. Esa línea de vehículos cerró en 1976.

CAMIONETA FORD Mercury 1959.

                    Los Hurtubia, que administraban el negocio Gardella en la esquina de Yerbas Buenas con Freire, tenían una camioneta Ford Mercury 1959, Ramón, el hermano mayor de lo Hurtubia, manejaba esa precisidad de vehículo sacándole la mayor velocidad posible en carretera, según él mismo contaba orgulloso en Penco.

UN OPEL OLIMPIC 1951.

                    La familia Moena tenía un Opel Olimpic de 1951. Era un auto de buen gusto, sin aspavientos y de desempeño eficiente. Estos Opel no eran muy comunes por eso era fácil adivinar en Penco quiénes eran sus dueños. 
                    Sin embargo, los autos, por así decirlo todo terreno, fueron los vehículos con tracción delantera de la marca Citröen. Las citronetas no fallaron nunca y fue el vehículo de más fácil acceso para comprarlo, si se nos permite la expresión, en un pueblo con una masa de habitantes mayormente obrera.

LA CASA DE los Valenzuela Puga.

                    La familia Valenzuela Puga, que vivía en esa casa amplia junto a la heladería del turco Marcos, tuvo un Ford 49. El dueño de casa, el señor Miguel Valenzuela Quilodrán trabajaba en los servicios aduaneros de Talcahuano. Disponer de un auto le era imprescindible para ir y venir, en especial porque para entonces había que tomar más de una movilización para ir de Penco a Talcahuano y vice versa.

                    Avanzado los 60, apareció en el mercado automotriz chileno con harta publicidad el francés Peugeot 404. El hermano mayor de Randall Herrera tenía uno de esos autos de color ciruela. Se trataba de un gran vehículo que transmitía la idea de modernidad. Importante es señalar que la mayoría de los autos de entonces que hemos mencionado tenía su palanca de cambios en la columna del volante.

UN PEUGEOT 404.

                    Igualmente durante esos años de los que hemos hecho un recuerdo, en lo relativo a medios de transporte, no podríamos dejar fuera otras opciones. Citaremos dos ejemplos de personas que buscaron alternativas al auto y la camioneta: uno fue el empresario Santiago Herrera que residía en calle Penco, frente al gimnasio de Fanaloza y que contaba con propiedades forestales en zonas alejadas del pueblo. El otro fue un profesor de Lirquén que hacía clases en la escuela de Primer Agua. Enfrentados a la obligación de ir y venir ambos apelaron al más fiel e histórico medio de trasporte: el caballo. Porque viajar a pie y mojarse con las lluvias no era nada gracioso. Así, una gruesa manta de castilla y un caballo fueron para ellos la mejor solución a sus largos y aburridos desplazamientos cerro arriba y cerro abajo.

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