viernes, abril 19, 2024

LA LOCURA DEL ABANDONO MATÓ A «LOS AÑOS LOCOS»

EL CASINO DE TURISMO DE PENCO en 1975. Crédito: fotografía perteneciente a Anny Maldonado, obtenida de internet.
 
EL MISMO ángulo interior del lugar (2024) donde estaban las jóvenes en alegre conversación de la foto de arriba. (Foto Andy Urrutia).

LA COCINA del casino en el tercer nivel (2024). Foto Andy Urrutia.
   

                     ¡Esto fue un bombardeo!

                    No, tal vez un terremoto.

                    No, tiene cara de saqueo.

                    ¡Es una locura!

                    Son los primeros pensamientos acompañados de un moviento negativo de cabeza cuando hoy uno se acerca al ex casino de turismo de Penco y después, subiendo su herrumbrosa escalera, logra entrar en el antiguo recinto que alguna vez fue un lugar elegante. Ahí se completa el golpe de vista deprimente, espectáculo de una barbarie por un lado y de otro, de una culposa lenidad. El deplorable aspecto que presenta tanto por fuera como por dentro –hecho que decretó su demolición– tiene dos causas: el abandono de quienes tuvieron que hacerse cargo y no asumieron y la vileza de gente sin compostura ni moderación que creyó que entre esas cuatro paredes toda bajeza estaba permitida. No es que el inmueble no tuviera un dueño, es de la comunidad.                    

VISTA NORTE del casino con una fachada frente al mar suavemente inclinada.
                    Por estas razones se convirtió en un lunar urbano conocido por uno de los nombres de fantasía que un concesionario le dio una vez «Los Años Locos». Aunque en realidad tuvo varios otros, «Zíngaro», por ejemplo. Pero los años locos ha perdurado en la memoria colectiva porque la sola expresión contiene ironía, irresponsabilidad y un sabor amargo. ¿En qué termina una locura? en una decepción. Haberlo descuidado y entregado a su suerte para que por sí sólo se convirtiera en un estorbo ante la opinión de los pencones hizo más fácil la decisión de echarlo abajo. La picota y el chuzo harán su trabajo, terminar con esta presencia estrafalaria e indigna que el casino expone hoy. Pero, no se consideró salvar la esencia de una construcción cargada de historia del siglo XX. En los tiempos que corren el aspecto es el que cuenta no aquello rico, patrimonial e intangible que está más allá del hormigón armado.

EL ALCALDE DE PENCO BERNARDINO DÍAZ  junto a Sabino Awad, director de Deportes y Recreación, el entrenador de Coquimbo CRAV, Juan Muñiz, y otros personeros recorren la cancha de la Refinería de Azúcar. Domingo 7 de febrero de 1971. En esa misma época se construía el ex casino. La foto fue captada por don José Riquelme y pertenece a la colección de Andy Urrutia.
                    
                    El ex casino de turismo es un edificio coetáneo –inicio de los años 70– con el conjunto habitacional Lord Cochrane, situado en esa misma área. Tanto el gobierno central de la época y el municipio pencón de entonces, encabezado por el alcalde Bernardio Díaz, tuvieron en cuenta destinarlo a recreación popular, ya fuera de colegios, sindicatos, organizaciones de vecinos, etc. Pero, ese noble propósito comunitario cayó en el vacío después de los acontecimientos de 1973.

                    Con respecto a la playa, estructuralmente el edificio presenta una plataforma elevada para los comedores y una gran pista de baile. Se orienta hacia la bahía ofreciendo una amplia panorámica que lo abarca todo. En el centro de esa galería principal un segmento de la losa del piso se proyecta al exterior generando un espacio para un escenario. Los arquitectos no descuidaron la escenografía natural de la bahía como fondo para la orquesta. Los pilares descansan en la arena dejando un espacio expuesto al ambiente, idea que pretendió no restar superficie de playa a los bañistas. El casino de tres plantas da las espaldas a la línea ferroviaria.

                    

ÁNGULO sur poniente, el más familiar para los turistas.

                    Si observamos el edificio con detención e imaginación, uno puede extrapolar varios aspectos, desde la idea inicial, su construcción y destino. A partir de septiembre del año 73 el plan de uso comunitario original se modificó radicalmente y fue impuesta la idea de usarlo como un espacio comercial. Si seguimos una lógica, el propósito fue apoyar el turismo pencón, actividad alternativa a una economía sostenida en las fábricas locales de entonces. Se pensó que un edificio modelo podría generar más iniciativas para empujar el carro hacia el turismo e inducir el cambio de giro. Los casinos de madera que lo precedieron fueron exitosos, señal de la vocación turística de Penco. La idea de un casino de turismo en forma canalizaría la tendencia. Sin embargo, la expectativa debía ir asociada a la calidad del servicio, acorde con el inmueble. Y ésta sería responsabilidad de concesionarios privados. En los inicios todo anduvo bien y la reputación de la cocina estilo gourmet acompañada de música en vivo de calidad trascendió a Penco. El cóctel de erizos, por ejemplo, fue uno de los aperitivos más solicitados para una cena frente a la playa y el mar.


   
                 Las concesiones fueron rotando y paulatinamente se descuidó el nivel del servicio por cuestiones de costos y el típico afán de lucro. Estas mismas razones o sinrazones implicaron la falta de mantenimiento del edificio, hasta que se instaló el abandono que se prolongó por años. Su encanto inicial y su glamour decayeron a tal punto que pasó al polo opuesto, el casino de turismo se convirtió en una sombra. De ese modo se apagó y siguió el derrotero de otras construcciones abandonadas convertidas en antros. Por ejemplo, la bodega de carga del ferrocarril, llamada el «bodegón», que fue demolida o la estación de trenes, que estuvo a punto de desaparecer como ocurrió con la estupenda ex estación ferroviaria de Tomé, pero que, en nuestro caso, afortunadamente hubo voluntad para rescatarla. Como consecuencia el antro se instaló en el casino. El Ministerio de la Vivienda se olvidó de esa propiedad, le perdió la fe y la dio por perdida tempranamente. No invirtió en su mantenimiento.

                    En un esfuerzo por recuperarlo la autoridad comunal en un comienzo exploró qué destino podría darle. Con una buena mano de gato el edificio recuperaría su estampa de arquitectura rupturista de los años 70. Surgieron algunas propuestas, una de ellas, un centro comunitario municipal. Pero, sucedió, como es lógico, que estas ideas no fueron prioritarias y el tiempo siguió pasando. Conclusión: La recuperación de la estación fue exitosa, así Penco no perdió ese magnífico edificio. No queda más que aplaudir porque mejoró todo el entorno. Con la demolición del «bodegón» sin valor arquitectónico se recuperó un espacio para la práctica del deporte y la recreación. Con respecto al casino de turismo, al considerarse demasiado altos los recursos necesarios, se optó por sacarlo.


                    Mi punto de vista: creo que lamentaremos en el futuro no haber hecho un poquito más por salvarlo. Se perderán los sueños e ideas propias de una época histórica y política que vivió Chile a inicios de los setenta que estaban plasmados ahí. Si nuestra ciudad ama su historia admitirá que el ex casino de turismo nos habla de un pasado específico. Ese edificio, de clara tendencia moderna, bien mantenido fascinaría a la gente del futuro. Un ejemplo: hoy escarbamos el suelo para hallar indicios de iglesias, catedrales y palacios del tiempo colonial porque queremos saber el pasado de Penco. Con respecto al turismo del pasado sólo nos quedan fotos en sepia del famoso hotel Coddou y de su muelle turístico, donde bandas militares daban recitales los domingo. En cambio fotos con fachadas rayadas –que es lo que al fin quedará– nos acusarán algún día de no haberle brindado cariño (palabra desconocida en política) a una reliquia setentera única de Penco.

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Post scriptum: No tenemos la identidad del arquitecto o del equipo de arquitectos que participaron en este proyecto. Sin duda debieron ser los profesionales del departamento respectivo del Ministerio de la Vivienda de 1971. Cualquiera información a este respecto será bienvenida.

Agradezco la colaboración con las fotografías actuales del vecino pencón Andrés Urrutia Riquelme.



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