martes, julio 30, 2024

PENCO Y SU LOCA GEOGRAFÍA

EL VALLE ENTRE los cerros del Hospital y el cementerio. En esta área conviven nuevas poblaciones e instalaciones de Puerto Lirquén. Hace muchos años esta depresión daba lugar a fértiles chacras. Al fondo se aprecia el extremo norte de la Quiriquina y la boca grande.

                    Para entender bien una historia –real o inventada– sea importante, interesante, entretenida o todas las anteriores, deberíamos conocer también la geografía donde el relato se sitúa. Las características del terreno, del paisaje, su orientación en la rosa de los vientos, el clima, los aromas, la latitud. Me refiero al escenario, que es lo único que se puede demostrar sensorialmente. Los hechos surgen y se van, pasan, sólo queda el marco, «el sitio del suceso». No por otra razón, los turistas peregrinan a los lugares para evocar o buscar un contacto con los acontecimientos de antaño y recordarlos in situ. Ellos saben que no se encontrarán con los personajes de la obra de teatro de la vida, pero sí verán el tablado donde actuaron. La historia la conocen, sólo la geografía faltaba por conocer. Como hay gentes que nos leen en países lejanos, que no han estado nunca en Penco y quizás no vengan jamás intentaré explicar la geografía local, porque es la pura verdad que el terruño gravita en la psicología, el paisaje moldea sentimientos. Los pencones, protagonistas de muchas historias de nuestro blog, no escapan a esta condición. El sabor de un relato depende de las especias que brinda la geografía.

                    Empecemos por el clima. Por su ubicación costera, Penco es frío en invierno y agradable en verano. En la estación estival rara vez el termómetro asciende más arriba de los 27 grados centígrados y en los meses invernales la temperatura pocas veces cae por debajo de cero grado, hecho que se corresponde con las coordenadas: 36°,44', latitud sur. También es una realidad que el océano no es ajeno en la calidad de las condiciones climáticas. El mar es helado a causa de la corriente marina de Humboldt que nace en la Antártida y que predomina en toda la costa chilena. ¡Me cuesta entender cómo en esos años nos dábamos piqueros en ese hielo! Salíamos tiritando del agua para buscar alguna esquiva tibieza de la arena.

PLAYA DE PENCO (1886), pintura de Enrique Swinburn. El lienzo muestra a la izquierda el cerro Bellavista, con un corte en el cabo, hecho que podría explicar la prolongación original de la loma hasta la playa. Detalle, dos bañistas nadan cerca del bote. (Museo Nacional de Bellas Artes).

                    En verano predomina el viento sur-oeste, brisa bonachona y constante, que según los marineros es el viento de Chile (seguramente el mejor para navegar). En invierno, las condiciones de lluvia las origina el norte. Dependiendo de su fuerza llegan los temporales y en tales casos el norte se convierte en «nortazo». En ocasiones sopla una brisa del este –de tierra adentro–, que llaman puelche, cargada de olores frescos de los cerros con un efecto saludable y alentador. En otros momentos se presentan rachas que parecen provenir de Talcahuano, que arrastran una neblina, que cubre completamente el cielo. La gente dice que es la travesía. Un quinto viento conocido en Penco es definitivamente peligroso. Surge en la bahía espontáneamente si condiciones meteorológicas de humedad, presión y concentración nubosa coinciden. Así nacen las destructivas trombas marinas, con aspecto de torbelino, que a veces golpean la tierra con furia causando miedo y destrozos. Dicen que cada vez son más frecuentes y hasta les han cambiado el nombre: tornados. Estas combinaciones de vientos también juegan un papel en situación de incendios forestales. El sur-oeste empuja el fuego desde el pueblo hacia los cerros. En cambio el puelche resulta un desastre porque trae las llamas desde los cerros cuesta abajo, hacia la población. Los incendios potenciados por este viento arremolinado crean vórtices de fuego que arrasan lo que hallan a su paso a una velocidad arrolladora. Por los incendios forestales, Penco ha vivido emergencias dramáticas que han causado gran preocupación. Providencialmente la travesía interviene, entra en la escena acarreando nubes bajas, henchidas de humedad, que saturan los bosques, hacen descender la temperatura y ayudan a la extinción del fuego.

PANORÁMICA HACIA el sur poniente de Penco, en el centro se ve el cerro Bellavista, más allá la desembocadura del río Andalién. Al otro lado del río está la isla Rocuant y al fondo el cerro tetas del Biobío.

                    Los cerros le dan a Penco tribuna para contemplar la hermosa bahía, un auténtico mar interior, cerrado en parte por la península de Tumbes y su prolongación en la isla Quiriquina. Su aspecto evoca al mar de Galilea, según los que conocen ese lago de agua dulce en Tierra Santa. Sorprendido y quizá impresionado el conquistador Valdivia dijo de ella «la mejor bahía de todas la Indias», la primera descripción visual de la geografía pencona. Subercaseaux dijo creer que en la bahía existiría un volcán sumergido cuyas emisiones matarían peces y que justificarían la arena negra (volcánica) del sector sur de la playa. La suposición recogida de la tradición oral no se ha demostrado. Lo que sí parece más probable es que por el lecho de la bahía avance en el sentido norte-sur alguna falla tectónica de placas, quizá eso explicaría las salidas de mar a causa de un sismo de cierta intensidad. Sin embargo, por muy probable que parezca tampoco está probado.

Ahora vamos a las alturas. A diferencia de Tomé y Talcahuano, en Penco no hay una cultura de cerros a pesar de los que tiene. Los tomecinos, por ejemplo, les pusieron nombres a todos: Navidad, Estanque, Dagnino, Alegre, el Santo y se identifican con ellos... En Talcahuano lo mismo: David Fuentes, Centinela, Las Canchas. Los pencones, en cambio aunque sus cerros tienen nombres, es curioso que no los asuman pese a que son la base del pueblo...

UNA VISTA de Penco desde el cerro Villarrica. La calle es Alcázar y se prolonga hasta la línea del ferrocarril. A la distancia se ve el pequeño islote de piedras que dependiendo de las mareas se asoma y esconde.

                    Sin embargo, estas elevaciones del terreno le dan un marco único. Por donde usted llegue a Penco –salvo por mar o por el río Andalién– primero hay que cruzar cerros y bajar hasta llegar al plan pencón. Como hemos dicho dentro del medio urbano hay lomajes pronunciados. Estas ondulaciones del terreno crean valles, donde en el principio se establecieron las poblaciones. Si hacemos un recorrido de norte a sur por la comuna primero tenemos el cerro de los miradores y luego está el valle de Lirquén que se despliega teniendo como eje su estero que desemboca en la playa, hoy convertida en un atractivo balneario veraniego. Yendo hacia el sur pasamos el cerro del Hospital para caer en el segundo valle, que también tiene un estero. Esta depresión originalmente fue terreno fértil de cultivo pero con el paso del tiempo se ha ido poblando y sus calles compiten con las canchas de tránsito del puerto de Lirquén. Al este del valle en un tiempo funcionó una obra de tejas y ladrillos, la que se aprovisionaba del agua y la arcilla del estero. Más arriba la vega se estrecha y termina en una rinconada.

RUINAS DE LA antigua Refinería y el ex estadio de CRAV estaban en el pequeño valle que se abre entre el cerro Membrillar por el norte y el Bellavista por el sur.

                    Continuando en nuestra marcha al sur debemos pasar el cerro Cementerio el que declina al oeste hasta Cerro Verde. Al otro lado llegamos al plan de Penco, el valle más importante de la comuna, con su emblemático estero que lleva el nombre de pueblo. Después viene el cerro Membrillar inserto dentro del plan, pero un poco más replegado hacia el interior puesto que remata en calle Freire sin acercarse al mar, como los que ya hemos nombrado. También genera un valle menor, donde se emplazó la Refinería y el estadio CRAV. Por último, aparece el cerro Bellavista que actúa como un frontón al sur-oeste y que junto con la calle San Vicente demarca el fin del plan de Penco. Este cerro encierra al pueblo y originalmente llegaba hasta el mar. Para construir la línea del tren hubo que hacer un corte junto a la playa para ceder paso al ferrocarril y a la calle Playa Negra. El Bellavista bloquea una mirada directa de Penco hacia el sur-oeste, esto es hacia el río Andalién, la isla Rocuánt y las tetas del Biobío en Hualpen. La orientación uniforme de los cerros en sentido del interior hacia la playa tiene la sola excepción del Villarrica el único que corre de norte a sur. A sus espaldas está el bucólico valle del tranque, famoso en otros tiempos, origen del estero que cruza el pueblo. Villarrica fue la puerta terrestre de Penco ya que por ahí baja el histórico camino real, que desemboca en calle Los Carrera. Dicha ruta conecta a la comuna con el valle Central, el norte y el sur del país. El cerro Villarrica tiene un acceso peatonal por calle Alcázar con una escala de 89 pendaños y cinco descansos.

EL CERRO VILLARRICA se observa al fondo de la fotografía. Por allí baja al pueblo, la antigua capital del sur, el camino real.

                    Para concluir esta descripción, bastante reducida, de nuestra geografía mencionaremos tres islas dos de las cuales resultan muy particulares y desempeñan su rol en el escenario pencón. La que es una isla en forma es la Quiriquina, una porción de tierra rodeada de agua. Está frente al pueblo y sólo sabemos que no forma parte de Tumbes, por la presencia de boca chica que está la izquierda del espectador y que proyecta el mar hacia el océano. Por la derecha el límite es la boca grande, que separa a la Quiriquina de Cocholgüe en la comuna de Tomé. La isla es propiedad de la Armada de Chile por lo que para acceder a ella con fines turísticos es menester conseguir permisos. La segunda isla, llamada Rocuant (también isla de Los Reyes), ni parece una isla, se encuentra entre la desembocadura del río Andalién y el canal El Morro de Talcahuano. Es plana como una mesa en toda su extensión. Los humedales le otorgan finalmente cierta característica de isla. No tiene ningún relieve que la distinga. Se dice que en los tiempos de la colonia era una enorme potrero para criar y alimentar caballos. Rocuant no pertenece a la comuna de Penco, pero los pencones la sienten más cerca que los habitantes de Talcahuano.

Para finalizar, nos detenemos en el análisis de la tercera isla, la que sólo llaman la isla. Está formada por un gran grupo de piedras de canto rodado, las que se juntaron ahí con el paso del tiempo. Se halla a unos 200 metros de la playa frente a la cancha de Gente de Mar. La isla aparece y desaparece según el nivel de la marea. Cuando la mar está alta, se esconde y asoma cuando el mar está de baja. Durante la baja marea es fácil llegar caminando. Para no equivocarse de destino, la piedra del pato debe estar a la derecha. Dicha piedra en posición vertical se levanta a medio camino de la isla. Parece un menhir megalítico de unos 2,5 metros de alto, instalado por la naturaleza en el lecho marino hace millones de años. La isla es rica en pequeños animales acuáticos, donde el caracol de mar es el predominante. Es fácil hallarlos y recogerlos si el mariscador empuja y hace rodar las piedras, todas de forma más o menos redondeada. Sin duda deben agitarse con fuerza durante los temblores y chocar unas con otras. En ese sentido nuestra tercera isla sin nombre podría llamarse isla Rolling Stone.

PENCO URBANO, visto desde el mar al cerro. La calle Maipú es parte del centro de la comuna. Al fondo, el marco principal y orgullo pencón, el cerro Copucho. 

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