lunes, abril 24, 2006

EL TREN RAMAL VARADO Y JADEANDO EN LA ESTACIÓN DE MENQUE


Ilustración obtenida de Internet.
Durante nuestro reciente encuentro pencón, Miguel Avendaño, contó una historia increíblemente entretenida del trabajo de su padre, don Luis César Avendaño. El episodio que narró ocurrió con seguridad en 1960, cuando se desempeñaba como contratista de ferrocarriles al mando de cuatrocientos carrilanos, que tenían su cuartel general en Nueva Aldea. Los avances de las faenas de mantenimiento de la vía, bajo su responsabilidad, don Luis César los reportaba a su amigo el jefe de estación de Coelemu, Segundo Nova Concha.

En una ocasión ambos salieron a recorrer los trabajos en un autocarril. A Nova le interesaba particularmente inspeccionar el tramo Ranguelmo-Menque. Y la oportunidad fue espléndida porque al jefe de estación le gustaba mezclar el trabajo con los placeres gastronómicos. Pasadas las doce del día y a medio camino, pidió detener el autocarril. Quiso retirarlo de la línea para dejar despejada la vía al tren chillanejo. Pero, esta tarea no fue posible realizarla a falta de algunos implementos técnicos, por lo que el autocarril se quedó estacionado ahí mismo.

No obstante este pequeño inconveniente, el señor Nova invitó a don Luis César a almorzar a unas casas de campo al otro lado de la loma, donde eran famosas las cazuelas de pava. En el lugar los atendieron a cuerpo de rey y cuando se disponían a volver al autocarril, para seguir viaje y despejar la línea, salieron al ruedo las cantoras y las vihuelas. Una hora después Nova se acordó que había que dejarle la pasada al tren.

En efecto, el convoy permanecía detenido y jadeando en Menque esperando luz verde. Los vendedores de tortillas, producto muy apetecido en esa estación, vendieron todo lo que llevaban. Sin embargo, como los enfiestados en la puebla de las cazuelas de pavas tenían para rato y mantenían en su poder el testimonio ferroviario, el “ramal” debía continuar esperando. Imaginamos que el vendedor de cervezas autorizado también se quedó sin stock mientras los pasajeros del tren detenido se sofocaban en el calor del mediodía junto oyendo el siseo monótono de las chicharras.

(Por N.Palma)

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