Por algún motivo, Don Domingo (foto) decidió fabricarse una guitarra. Para eso, se consiguió unas lindas maderas nativas y luego de cepillar, pulir y barnizar tuvo en sus manos un hermoso instrumento de sonido armónico y templado. Pero, no la sabía tocar. Por tanto, se propuso aprender las posturas, el punteo y el afinamiento. También lo consiguió y, como consecuencia intuyó que debería meterse en la música a concho, de modo que no era raro oírlo hablar de corcheas, fusas y redondas. Soñaba con ejecutar una composición del folklore paraguayo: "El Pájaro Campana", para él, una melodía que sólo podían interpretar los guitarristas más pintados.
Don Domingo Aqueveque era un obrero de Fanaloza. En la fábrica, se desempeñaba embalando baldosas. Trabajaba duro. Se iba y se venía de la loza al ritmo de los pitos horarios, unas veces de mañana, otras de tarde y también de trasnoche, como lo hacían todos los trabajadores de esos años.
Era un hombre que pensaba y hacía. Nunca se quedó en proyectos. Un buen día se le ocurrió salir a cazar conejos y se compró una escopeta usada del 12. Pero, para tener éxito en la cacería, había que salir de noche sin luna por los campos y los bosques de Penco. Para ese fin se fabricó él mismo una lámpara de carburo. Consiguió una lámina de bronce, la moldeó y bruñó hasta obtener un perfecto foco, con el que encandilaba a los conejos y ¡bum! Había carne para el almuerzo. En el negocio de la Rosita Bravo, ahí en la esquina de Alcázar con Las Heras, don Domingo compraba las municiones y la pólvora. Con papel de diario reciclaba los cartuchos después de cada expedición ya fuera a Los Barones, cerro Copucho o las vegas de Playa Negra.
Conversando conmigo, un día me dijo “voy a estudiar electricidad”. Y tomó un curso por correspondencia recortando un aviso que salía en la revista "Okey". Una tarde, el cartero le trajo un sobre grande y se lo entregó en la puerta de su casa. Don Domingo había obtenido su diploma de técnico electricista. Con toda la autoridad del título tiraba cables y hacía instalaciones menores.
El patio de su casa daba hacia calle Alcázar. Calculo hoy día, unos doscientos metros cuadrados. Don Domingo preparó el terreno con pala y azadón. Plantó cebollinos, coles, lechugas, tomates, cominos, porotos, maíz, maravillas y arvejas. En la primavera, la huerta era un vergel: distintos tonos de verdes, aromas ricos, hortalizas apetitosas. La gente miraba las lechugas desde la calle, golpeaba la puerta y las venía a comprar. Don Domingo y su mujer regalaban a los felices clientes grandes matas de olorosas albahacas.
Don Domingo Aqueveque ya no está. Su vida transcurrió mayormente en el reducido pero variado y multifacético espacio de Penco. Recuerdo de él a un hombre interesado por el conocimiento, lleno de actividades extra programáticas, pletórico de gentiles consejos. Debo haber contado apenas un diez por ciento de todas las otras cosas que Don Domingo hizo en su vida pencona. Han pasado ya varios años de su partida y siempre tuve la necesidad de recordarlo con cariño. Estas modestas líneas sean para reconocer todo lo que nos dio y aprendimos de él, cuando éramos niños.
5 comentarios:
hola me llamo tamara hidalgo aqueveque
estoy buscando parientes por parte de mi parte materna
mi abuelo se llama VICTOR MANUEL AQUEVEQUE y mi bisabuelo HIPOLITO AQUEVEQUE
Muchas gracias Nelson por publicar estas tan lindas palabras de mi querido y recordado abuelo materno, Don José Domingo Aqueveque, y gracias por publicar la fotografía en donde aparece,no tenía imágenes de mi abuelo tan joven. Mi querido abuelo falleción en 1993, poco más de dos años después de mi abuela Elena Riffo. Terminó sus días en su casa de la Población Fech N° 5, y creo que fue feliz hasta sus ultimos días, nosotros sus nietos lo quisimos y recordamos mucho. Gracias nuevamente.
Nelson. Soy Lidia; la menor de los tres hijos de ese ¡gran hombre! que fuè Don Josè Domingo Aqueveque. te mandè un mensaje al gmail que aparece junto a esta publicaciòn.
Gracias por tener tan hermosos recuerdos de mi viejo, Para èl (y tambièn para mi) fuiste siempre el hemano mayor(te adoptamos como tal) y asì te quisieron los viejitos.
Solo lamento no haber tenido tu direcciòn para avisarte cuando fallecieron; sè con certeza que hubieses estado acà con nosotros. un gran abrazo a la distancia y cuando vengas a Penco; avisame; me sentirè feliz de recibirte en mi humilde hogar.
Tamara:
Toda la familia de mi padre; son del sur de Chile; mis abuelos se llamaban: èl: Santiago Pantaleòn Aqueveque; pero mi papà no tenìa muchos recuerdos de èl.
mi abuela era doña Carlota del Carmen Pacheco Sagredo. mi padre naciò en Santa Barbarà y su vida la pasò entre esos pueblos: Sta. bàrbara; Los Angeles y sus alredededores:
Hasta que un buèn dìa mi madre fuè por esos lados y se lo trajo a Penco. Espero te sirva esta informaciòn.Mi hermana y yo tambièn estamos buscando nuestras raìces. xau.
Don NElson. Yo soy Nelson hijo de Lidia Aqueveque, agradezco sus palabras para con mi abuelo pienso al igual que Ud., que da para escribir mucho más, fue una gran persona gracias a su mujer que le acompañó y compartió todos sus proyectos. Yo también viví muchos años con él y pude saber a ciencia cierta el gran corazón que tenía tanto mi abuelo Domingo como mi abuela Elena. Muchas gracias de todo corazón.
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