viernes, enero 09, 2009

LA ZONA DE CHOCHOS EN PLAYA NEGRA

                Desde la Cosaf hacia el sudoeste había unos quinientos metros de bosque de pinos, árboles que copaban todo un terraplén enorme, donde hoy está el lecho del Andalién.
Plantar un bosque allí fue una estrategia para ganarle terrenos al río. Y para permitir que las coníferas arraigaran firmes en la arena, se sembró un jardín de chochos en las dunas que daban al mar. El chocho o teline es una leguminosa que alcanza unos dos metros de altura, tiene un follaje muy frondoso que nace desde el suelo y luce vistosas flores amarillas (foto).

                    Los pinos adultos y los chochos maduros creaban un excelente entorno para hacer picnic, pasear, practicar deportes o pololear. Había río, una vega enorme, bosque y una franja de chochos que abrigaban el sector de la fría brisa marina, tema del que hemos hablado en otras oportunidades.

                    Eran muchas las historias que se contaban sobre el lugar, especialmente del sector de los chochos, donde jóvenes enamorados iban por allí para conversar en soledad. Claro que también había mucho de mito detrás de estos cuentos, la zona era abierta y cualquiera, de día claro se aventuraba por entre los chochos. De soledad, nada.

                    Los chochos estaban en la arena suelta, bañistas aprovechaban su tupido follaje para quitarse la ropa y ponerse el bañador. Desde el borde de la franja de chochos se podía cruzar la playa, unos diez metros y lanzarse de piquero al mar.

                        Aunque desconocemos los antecedentes, podemos afirmar que el plan para recuperar esos terrenos fue perfecto. Los chochos protegieron los pinos, los pinos crearon el suelo firme, el bosque dio marco al río. Y el conjunto era de un gran atractivo visual. Fue una buena decisión haber plasmado ese inteligente proyecto.

        Sin embargo, después todo cambió. Talaron los pinos, eliminaron la franja de chochos, sólo el río mantuvo ordenada su desembocadura y las vegas ahí están. La modificación de ese entorno, creado tan pacientemente, también terminó con las antiguas historias de paseos en las hondonadas del bosque de pinos y en el jardín de chochos. Hoy, la belleza es algo distinta, para mí con un hermoso aspecto de fascinante desolación.

(En la foto de archivo se puede ver el bosque de pinos, a la derecha junto al mar, más allá del también desaparecido muelle de la refinería.)

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