viernes, marzo 26, 2010

LOS 3 AZOTES: EL TERREMOTO, EL TSUNAMI Y LOS SAQUEOS

“El ronco rumor del mar y su oleaje lo sentí demasiado cerca, por eso cuando miré por la ventana pude ver la ola enorme que avanzaba por calle Maipú, cruzaba Freire y venía directo hacia mi casa. La luna permitía ver esta escena terrorífica, que yo no había visto ni en películas fantásticas”, recuerda la noche del terremoto y maremoto Christian Jofré, de la antigua panadería Jofré, en Maipú frente a la escuela Isla de Pascua de Penco.

Los testimonios de los episodios naturales y sociales ocurridos el 27 de febrero de 2010, hoy hace exactamente un mes, pueden ser miles. El mar rebasó la línea férrea, la que en 1960 funcionó como rompeolas y defensa del pueblo. Entonces la marejada solo subió por el río y anegó algunas calles, pero esta vez la línea fue sobrepasada y el mar sin que nada le opusiera resistencia, avanzó caóticamente hasta la calle O’Higgins.

Óscar Muñoz, nuestro conocido Chenko, recuerda que en 1960 él fue hasta la playa y vio como el mar se recogía y después alcanzaba hasta la línea. Pero, ahora, el agua llegó lejos por Alcázar. "Este terremoto superó en sus efectos al de mayo del 60. Yo creo que mi casa, en la población Perú, no va a resistir otro terremoto de estas características. Fue muy violento”, añade el Chenko reflexionando sobre el sismo.

Manuel Suárez, hijo del fallecido y recordado doctor Emilio Suárez, no estaba en su casa la noche del sismo. Entonces realizaba una cabalgata con su hermano, el doctor Donato Suárez, en las cordilleras de Curicó. Regresar a Penco fue una historia aparte. Cuando días después logró juntarse con su familia comprobó que el mar había ingresado varios centímetros en su casa. Después de hechas las evaluaciones de los daños domésticos observó que en línea recta a su puerta, al otro lado del río, el odeón de la plaza había colapsado estrepitosamente.

Christian Jofré arrancó por calle Robles a los condominios situados en el cerro, desde ahí vio el impacto de la salida de mar. Pero, lo que lo dejó sin aliento fue ver después frente a su casa, una casa de madera instalada en medio de la calle Maipù. “Me acerqué a verla, tenía camas y sillas en su interior, sepa Dios de dónde vino. La trajo el mar y se varó aquí”, recuerda.

Jofré dijo a este blog que la madrugada del 27 de febrero de 2010 se vivieron tres pesadillas: la primera el sismo de enorme magnitud que provocó todos los daños conocidos y el espanto de los vecinos; la segunda, ver impasible el mar rugiendo por las calles; y la tercera, un regreso en el tiempo, miles de años atrás en la historia humana: la barbarie de los saqueos. “Fue algo muy doloroso. No nos recuperábamos del terror de las fuerzas de la naturaleza, cuando hordas de gente con picotas y chuzos echaban abajo las puertas de los supermercados. En un par de minutos sentí que habíamos vuelto a la época de las cavernas.”

Se ha cumplido un mes de esos hechos para olvidar, pero de a poco Penco comienza a recuperarse y paulatinamente la vida está volviendo a la normalidad.

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