Manuel Arce Villagrán fue un boxeador de peso completo que ganó por knock out muchas peleas en los gimnasios de Refinería, de Fanaloza y en el Lord Cochrane de Concepción. Quienes lo vieron pelear en los años de oro del boxeo en Penco, a finales de la década de 1950, lo recuerdan como un tipo alto, corpulento y de una certera y demoledora pegada. Un gancho de derecha de Arce en el rostro del rival le significaba a aquel caer a la lona. Por esos atributos físicos formidables arriba del ring, Manuel Arce era temido. Fuera del ring, Manuel Arce era un tipo pacífico, trabajaba en Fanaloza como obrero, tenía su familia y vivía en calle Alcázar, frente a la población Perú. Hay quienes afirman que durante un tiempo también se desempeñó en la Refinería. Lo cierto es que Arce trabajaba, entrenaba y peleaba en las recordadas veladas de boxeo en Penco. Era un púgil renombrado. Otro boxeador de gran renombre, pero con residencia en Concepción, era Alejandro Cacharro Thibaud. En una oportunidad Cacharro se refirió a Manuel Arce como uno de los rivales regionales más difíciles que le correspondió enfrentar. Cacharro defendía los colores del Lord y posteriormente peleó por el club de Ferrocarriles. Thibaud, un boxeador de peso completo, practicaba el deporte, vivía del negocio de las máquinas de escribir porque era representante de Olivetti en Concepción y además hacía relaciones públicas en el café Llanquihue con periodistas. Siempre salía con alguna talla digna de celebración. Tenía harta prensa, incluso hasta hoy, cuando ya no está. Era típico verlo con un maletín café, un terno gris y la cabeza bien rapada. Cacharro aparecía periódicamente en los diarios comentando sobre todo. Era un opinólogo. Pero, arriba del ring se desempeñaba como un maestro. Y he aquí cuando tenía que enfrentar a Manuel Arce, Cacharro lo pensaba dos veces. Entonces en el cuadrilátero adoptaba la táctica clásica de boxeadores ante adversarios complicados: peleaba empaquetado. Esto es que saltaba, se movía y cuando venía el temporal de golpes se agazapaba o abrazaba al rival –Manuel Arce en este caso--. Eludía así la paliza porque el árbitro intervenía y lo salvaba. Arce tenía un pequeño defecto en la cara producto de algún accidente. Tenía un corte en uno de sus pómulos. Mirarlo de frente era ver dos ojos oscuros, uno de ellos afectado por la cicatriz. Para justificar una derrota por puntos ante Arce, Thibaud dijo a los medios de prensa en broma y en serio: “Es que aparte de ser bueno para los combos era un tipo tan feo que daban ganas de salir arrancando”. Sin duda Thibaud le tenía miedo... A través de una nota, el nieto de boxeador pencón Juan Toledo Arce, nos ha enviado la fotografía que acompaña a esta publicación y nos aclaró la causa de la muerte de su abuelo materno pues habíamos cometido un error. El gran púgil de Penco falleció por un paro cardíaco durante una intervención quirúrgica de apendicitis programada. Valga esta aclaración para que el recuerdo y el reconocimiento de Manuel Arce Villagrán no se pierda en el vacío.
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COMENTARIO TOMADO DE FACEBOOK
Pedro Arriagada
Este boxeador, compañero de trabajo y amigo a la vez de mi papá, cierta vez juntos encontraron a una niñita en la calle solita, llorando y con una botella para el aceite quebrada. La habían mandado a comprar y al quebrar la botella se daba por hecho sería castigada regreso a su casa. Este boxeador se acerco a la niña, le consultó el motivo del llanto, la tomó de la mano, la llevó al negocio y ahí compro botella y aceite para salvarla del castigo y el miedo. Él y mi papá venían de una bodega.
Eran otros tiempos
El día que murió Don Manuel Arce, vi llorar a mi papá al llegar a la casa del trabajo.
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