viernes, marzo 23, 2012

LOS PERFUMES CAPTURADOS EN LOS BOSQUES DE PENCO


Camino interior del fundo Coihueco.
La gente de los campos que bajaba a la ciudad dejaba sus casas lejos en los cerros y en los valles. Esas personas venían a pie, en carretas de bueyes o en caballos. Los propósitos eran variados: ir al médico, comprar remedios, hacer trámites en los juzgados, en el registro civil o simplemente dejar o retirar correspondencia en el correo. También visitaban amigos o parientes. Y he aquí que se producía algo curioso. Era inconfundible que esa gente venía de los campos… por los olores que emanaban de sus ropas humildes.
Fundo Coihueco.
Los que procedían de Copucho, por ejemplo, olían a pino, seguramente porque para acortar distancia cruzaban bosques de árboles nuevos y éstos impregnaban sus resinas en sus trajes. El aucalipto también dejaba su impronta fresca en las ropas de esas gentes. Sus zapatos u ojotas se habían mojado en humedales o esteros escondidos y los pantalones habían recibido los chicotazos de miles de plantas de poleo. La suma era una mezcla de olores frescos recién capturados directo de la naturaleza.

Aquellos que venían de los altos de Los Barones bajaban con leña, carbón o frutas a granel. La leña nativa los impregnaba con su savia ácida y penetrante, el carbón teñía sus manos. Las trazas negras se negaban a dejar esa piel reseca cuando se lavaban antes de entrar a las calles de Penco. Los jugos de las frutas arrancadas por ellos mismos de los árboles también decían presente en las narices de los pencones. Nada desagradable, por el contrario: contenían la frescura limpia de las lomas camino arriba.
Sector donde estuvo el tranque.
Otros que llegaban de los valles ocultos de Coihueco inundaban con esos aromas de miel quizá cosechada ese verano y el firme olor del aceite que caracteriza a las plantas de melosa. El boldo, el maqui y la zarzamora agregaban tonos aromáticos a la suma inconfundible del perfume natural de los campos de Penco.

A nadie le desagradaba ese halo perfumado de aquellas gentes las que luego de hacer sus trámites, comprar o consultar el médico regresaban a sus casas por sus medios, llevándose con ellos sus perfumadas ropas con flores silvestres, resinas, savias, miel y jugos de frutos maduros.

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