sábado, diciembre 29, 2012

EL DÍA EN QUE EL BICHO DE LA COMPUTACIÓN ENTRÓ EN LA MONEDA

Ese día me encontré con mi amigo Gómez en la puerta de La Moneda. Según me dijo, venía saliendo de una reunión en la Presidencia. Gómez, un ingeniero muy joven, tenía un solo discurso, que era su prédica, un sueño frustrado. Hablaba de su asunto a quien se le ponía por delante. Y ahí aparecí yo.
Ángulo de visión desde la puerta de La Moneda hacia
la Plaza de la Constitución.
“Estuve con el Presidente (Allende) y le dije que nos metiéramos como país en el negocio de los computadores, que la IBM no daba pie en bola haciendo equipos grandes que funcionan mal. Chile puede ser líder mundial en la fabricación de equipos más chicos y no de esos roperos que construyen los gringos. Es el momento preciso para empezar a hacer computadores pequeños”. Eso me dijo Gómez, un muchacho que gozaba de fama de cabezón. En la Juventud Socialista le decían cabeza de huevo.

¿Y qué te dijo el Presidente?, le pregunté. Gómez me respondió mirando para ninguna parte, pero con el rostro lleno de entusiasmo: “Don Chicho me clavó los ojos. Parece que me apresuré demasiado, se lo dije directamente, en frío. Es que tenemos que hacerlo y en el partido no me dan pelota. ¿El Presidente? No me dijo nada. Pero, estoy seguro que se va a interesar. Tenemos que actuar, es el momento y él es un político que capta estas cosas”.

Gómez hablaba de computadores, no de softwares. Pero, sin duda ya pensaba que ése era el próximo paso.

Como yo tenía asuntos profesionales que atender me despedí de Gómez, quien se quedó parado en la puerta de La Moneda, frente a la Plaza de la Constitución, como esperando a cualquiera otra persona que pasara a quien contarle su idea. Sin duda él quería que alguien lo apoyara con el Presidente. Necesitaba hacer lobby. No he visto a mi amigo desde ese día del mes de abril de 1972.

¿Si hubieran escuchado a Gómez, seríamos hoy el mismo país? Probablemente sí, pero con la diferencia de estar entre los líderes en la construcción de computadores y seguramente también en el diseño de softwares.

Tres años después de aquel encuentro en La Moneda, en 1975 Waldo Muñoz, un ingeniero informático de Huachipato me dijo que dejaba CAP para establecer su propia empresa de computadores CRECIC en San Pedro de La Paz. Él no pretendía fabricar equipos, sino que prestaría servicios a empresas con un enorme computador IBM recién adquirido. Y Muñoz, un sujeto de ojos pequeños llenos de fuego, me dijo: “Tenemos que avanzar en este asunto rápidamente. Hay que imitarles a los israelíes que van muy de prisa, pero por detrás de los gringos. Para este negocio informático, nuestro modelo son los israelíes”.

Cuando Muñoz me dijo eso, me acordé de Gómez. Y pensé, perdimos la primera oportunidad, competir con los gringos; ahora nos queda una segunda, alcanzar a los israelíes.

De Muñoz sólo sé que después cambió de giro, porque los servicios de informática que prestaba a las empresas con su equipo grande, no le sirvieron de mucho cuando llegó la avalancha computadores personales, de los que a su modo me mencionaba Gómez en la puerta de La Moneda en 1972. Muñoz, un tipo inteligente, hábilmente transformó su empresa en un instituto para enseñar computación.
Si nuestra política actuara en sintonía con las nuevas ideas planteadas por sujetos con visión, que los hay muchos, y que lo predican en los pasillos del poder, nuestro país sería mucho mejor. Pero...

1 comentario:

Angelica dijo...

Increible relato, laverdad muy pero muy interesante me gusto mucho leerlo, voy a tener que ver el resto de las entradas del blog, y me va a servir para hacer tiempo hasta que aborde el avion con los Pasajes a Playa del Carmen que pude conseguir