La boca de la mina de Lirquén estaba a la izquierda de la foto. (Imagen:JRR) |
Muchas
personas ni se imaginarán hoy que Penco tuvo un interesante pasado carbonífero.
No alcanzó la popularidad que consiguieron Lota o Coronel, pero igualmente
en la comuna había una intensa labor extractiva de carbón de piedra. La geografía laboral
pencona de entonces era distinta a la de hoy: por sus calles caminaban los loceros, los
refineros y los mineros. Todos con sus características distintivas a la vista.
Los loceros más humildes, los refineros más empingorotados. Los mineros, en
cambio, vestidos con sus atuendos para el trabajo subterráneo, iban en
cantidades por las calles de la ciudad, sin preocuparse de su aspecto,
seguramente concentrados en su labor bajo la superficie. Llevaban casco negro
con lámpara frontal, mamelucos, chaqueta gruesa y bototos para el barro de las
galerías de laboreo.
Datos
históricos hablan que los ingleses se abastecían de carbón en Penco haciendo
excavaciones menores. El combustible estaba a flor de suelo y era muy útil para
sus navíos. Esta facilidad para conseguirlo seguramente los tenía deslumbrados. La mina de Lirquén comenzó a operar en 1843. Pero, no sólo fue
Lirquén el centro de la actividad carbonífera de la comuna. En Cerro Verde
también había un pique para la extracción y otro existía en Cosmito. Los dos
primeros adentraban sus galerías subterráneas por debajo de la bahía de
Concepción. La boca de la mina de Lirquén apuntaba directamente al mar, en una
inclinación de unos 33 grados. El mineral era trasladado a la superficie en
carros metálicos enganchados a un cable sinfín. El carbón, en grandes trozos de
piedra relucía su tinte negro azabache a la luz de sol.
Decíamos
que Lirquén, Cerro Verde y Cosmito si bien eran productores de este combustible
fósil, no alcanzaron el renombre internacional de Lota, por ejemplo, porque Penco
no tuvo la suerte de contar con un escritor que lo lanzara al estrellato como fue el
caso de Baldomero Lillo autor de Subterra. Otra razón pudo ser el hecho que
Coronel y Lota integrantes de la llama cuenca carbonífera, perduraron más en el
tiempo.
Lo que nos
interesa rescatar aquí es que la comuna de Penco también fue carbonífera y que
contó con centenares de mineros con sus familias. Era frecuentes verlos caminar de Penco a
Lirquén por la línea férrea llevando sus bolsas blancas con el “manche” (la
comida). Un minero lucía siempre su casco negro. Lo que no se veía era que
todos se fajaban la cintura con un largo trozo de tela de algodón hecho de
bolsas de harina. Esas tareas tan rudas bajo tierra y bajo el mar exigían
cuidar la espalda. Porque esos hombres permanecían horas arrodillados y
encorvados extrayendo carbón. Así era la dura vida de los mineros de Penco.
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