La noche del 31 de marzo recién pasado pudo ocurrir que
suaves gotas del rocío nocturno o de una garúa de otoño hayan rodado por las
mejillas grises de la escultura que reta al tiempo en la plaza de Penco. Esas
lágrimas silenciosas de la estatua «Alegoría
América» resbalaron cuando se supo del fallecimiento, horas antes, de su creador el
escultor Hugo Pereira Díaz.
Esa noche la pieza escultórica quedaba huérfana de padre, tal vez el único que nunca la olvidó en el corazón. Alegoría estaba acostumbrada al abandono y a la indiferencia, pero no conocía la tristeza de perder a su autor. Y todavía más, sin testigos de esas lágrimas, ni esa noche ni a la mañana siguiente, en medio de su luto, nadie le ofrendó flores. Ni una sola.
Esa noche la pieza escultórica quedaba huérfana de padre, tal vez el único que nunca la olvidó en el corazón. Alegoría estaba acostumbrada al abandono y a la indiferencia, pero no conocía la tristeza de perder a su autor. Y todavía más, sin testigos de esas lágrimas, ni esa noche ni a la mañana siguiente, en medio de su luto, nadie le ofrendó flores. Ni una sola.
Hugo Pereira Díaz en los setenta. |
Hugo Pereira Díaz dejó de existir a los 81 años en su casa
de la comuna de La Florida en Santiago. Nació en Valparaíso en 1933, hijo de zapatero. En esa
ciudad estudió bellas artes. Luego de obtener su título se trasladó con sus
padres a Penco donde continuó desarrollándose en su arte. Ingresó a Fanaloza y
demostró allí sus grandes dotes artísticas en el diseño y el trabajo manual con
la arcilla. En la industria locera fue uno de los propulsores de la fabricación
en Penco de la refinada y exquisita línea de porcelana bone-china, muchas de cuyas piezas fueron bellamente decoradas por el
mismo Pereira Díaz. También fue profesor de Arte de la Universidad de
Concepción.
El artista en sus últimos años en su taller de Santiago. |
Preguntamos a la menor de las hijas de su segundo
matrimonio, Jenniffer Pererira Garrido (escultora), si ella sabía cuál fue la
inspiración del artista para materializar Alegoría. Nos dijo que fue su
sensibilidad, que él quiso representar a la madre tierra y a las semillas. Y
añadió que el rostro de Alegoría se inspiró en su segunda esposa Cristina
Garrido, los otros pertenecen a sus hijas, según nos afirmó Jenniffer.
Pereira, segundo de izquierda a derecha, en una actividad social en Penco. |
Un hijo de su primer matrimonio, David Pereira Navarrete
(ceramista), nos contó: «la trayectoria artística de mi padre fue muy intensa
en aquellos años, truncándose muchas cosas a la llegada del gobierno militar y
por razones obvias todo quedo así como se ve. Mi padre era un amante del arte y
de la música. Muchas obras pequeñas talladas en hueso de cachalote quedaron en
manos de personas privadas. Otra de sus obras está en la comuna de Pitrufquén,
es un gran busto del héroe de la Batalla de la Concepción, don Ignacio Carrera
Pinto, realizada en bronce, también construida en los años 70».
La estatua elaborada por Pereira e instalada en Pitrufquén, un homenaje al héroe Ignacio Carrera Pinto. |
Respecto de piezas menores realizadas por Hugo Pereira,
Jenniffer nos dijo: «La familia de Bernardino Díaz ex alcalde de Penco quedó
con una escultura. No recuerdo nombres de más clientes, pero a Pablo Neruda le
regaló dos caracolas de porcelana grandes. Con el poeta, mi padre compartió en
varias ocasiones. A cambio, Neruda le regaló un poema a mi papá que aún está en
mi casa».
Hoy día, luego de su muerte, cada uno de los hijos del
escultor narra su propia versión de esta historia. Sin embargo, más allá de las
interpretaciones de sus familiares, la comunidad de Penco heredó de este artista de bajo perfil
la obra Alegoría América. A unos les gusta, otros no opinan, pero lo que sí
está muy claro que es una pieza única y pertenece a Penco.
Si el autor expresó su sensibilidad artística a través de esta pieza escultórica pensando en Penco, es rol de los pencones preservarla. De lo contrario, se deteriorará sin remedio. Si hasta ahora Alegoría América luchó sola contra el tiempo, ahora comenzará a luchar también contra el olvido. Por eso, puede ser el momento de enjugar las lágrimas de lluvia o de rocío que nacen de sus cuencas vacías, recomponer esas heridas dejadas por los años o el maltrato, reinstalarla bien orientada o quizá sea hora de pensar en un relanzamiento de este presente a la comunidad pencona de este gran artista fallecido. Porque como nos dijo David Pereira, su padre «amó mucho a Penco y nunca lo olvidó».
Alegoría América en el esplendoroso día de su inauguración en 1972. |
Si el autor expresó su sensibilidad artística a través de esta pieza escultórica pensando en Penco, es rol de los pencones preservarla. De lo contrario, se deteriorará sin remedio. Si hasta ahora Alegoría América luchó sola contra el tiempo, ahora comenzará a luchar también contra el olvido. Por eso, puede ser el momento de enjugar las lágrimas de lluvia o de rocío que nacen de sus cuencas vacías, recomponer esas heridas dejadas por los años o el maltrato, reinstalarla bien orientada o quizá sea hora de pensar en un relanzamiento de este presente a la comunidad pencona de este gran artista fallecido. Porque como nos dijo David Pereira, su padre «amó mucho a Penco y nunca lo olvidó».
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NOTA DE LA EDITORIAL: Agradecemos los aportes de fotos y testimonios realizadas por los dos hijos del artista que se comunicaron con nosotros y que están mencionados en esta nota.
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