Cerro Verde, escenario de la historia de una "santiaguina" frustrada. |
A los pencones les causa risa cuando un santiaguino dice
“Tchile” por Chile. Consideran que anteponer una "t" fuerte antes de la ch es
quebrarse, es una afectación. Un Santiaguino se sonríe con sarcasmo cuando un
pencón dice “Sshile” por Chile.
Las diferencias se notan en las tallas que surgen de uno y otro bando porque un pencón hablando en Santiago se reconoce de lejos y un santiaguino hablando en Penco salta a la vista de inmediato.
Estas discordancias en el estilo de hablar y de decir las cosas son beneficiosas para la identidad de cada uno. La sonrisa irónica de los pencones frente a los santiaguinos y la mirada sobradora de estos últimos con respecto a los primeros marcan identidades, lo que es bueno. Así los pencones estarán siempre orgullosos de su hablar.
Siendo niño recuerdo de una situación que a este respecto se planteó en Cerro Verde. Una mujer joven del vecindario se fue a Santiago a trabajar, con el fin de establecerse en la capital. Sus familiares la fueron a despedir al tren y cuando regresaron dijeron estar muy orgullosos, que alguien de la familia se iba lejos, a la capital. No pasaron cinco semanas y la mujer regresó para reinstalarse en Cerro Verde. O no le fue bien o no le gustó Santiago y se vino de regreso a casa. Dicen –y este era el comidillo entre los vecinos—que había llegado muy cambiada, muy santiaguina. Y entre risas decían que ahora no conocía los patos. Y que en una ocasión preguntó en voz alta hablando con inconfundible acento capitalino que ella había aprendido a imitar muy bien. Toda quebrada, dijo lo siguiente: : “¿cómo se llaman ese pájaros que comen afrechillo con paletas?” La chanza se viralizó en Cerro Verde y la vecina en cuestión pronto debió reinsertarse en la cultura local cerroverdina para evitarse más burlas.
Las diferencias se notan en las tallas que surgen de uno y otro bando porque un pencón hablando en Santiago se reconoce de lejos y un santiaguino hablando en Penco salta a la vista de inmediato.
Estas discordancias en el estilo de hablar y de decir las cosas son beneficiosas para la identidad de cada uno. La sonrisa irónica de los pencones frente a los santiaguinos y la mirada sobradora de estos últimos con respecto a los primeros marcan identidades, lo que es bueno. Así los pencones estarán siempre orgullosos de su hablar.
Siendo niño recuerdo de una situación que a este respecto se planteó en Cerro Verde. Una mujer joven del vecindario se fue a Santiago a trabajar, con el fin de establecerse en la capital. Sus familiares la fueron a despedir al tren y cuando regresaron dijeron estar muy orgullosos, que alguien de la familia se iba lejos, a la capital. No pasaron cinco semanas y la mujer regresó para reinstalarse en Cerro Verde. O no le fue bien o no le gustó Santiago y se vino de regreso a casa. Dicen –y este era el comidillo entre los vecinos—que había llegado muy cambiada, muy santiaguina. Y entre risas decían que ahora no conocía los patos. Y que en una ocasión preguntó en voz alta hablando con inconfundible acento capitalino que ella había aprendido a imitar muy bien. Toda quebrada, dijo lo siguiente: : “¿cómo se llaman ese pájaros que comen afrechillo con paletas?” La chanza se viralizó en Cerro Verde y la vecina en cuestión pronto debió reinsertarse en la cultura local cerroverdina para evitarse más burlas.
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