sábado, marzo 18, 2017

UN DEVOTO DE SAN ROQUE EN PENCO

San Roque y su perro Melampo,
en la imagen, 
todavía con cola.
          El vendedor puerta a puerta entró en nuestra casa para desplegar su mercadería, una colección de posters de santos. Era un tipo instruido porque se sabía la historia de cada cosa que vendía, en este caso los santitos. Mi querida tía al ver mi interés por las imágenes coloreadas y lustrosas, me dijo que escogiera una. En realidad las gráficas eran tan atractivas por su brillo y su papel acartonado. Me hubiera quedado con todo el material que vendía aquel hombre de los tantos vendedores que diariamente golpeaban a las puertas del vecindario para ofrecer la última novedad. Así era entonces… Pues bien, luego de algunos cabildeos y de darle un par de minutos a mi cabeza para consultas, tomé la decisión. Me quedo con éste, dije en voz alta, al tiempo que mi tía Ana sonrió por la firmeza de mi determinación. Yo había elegido al santo con el perro: San Roque. ¿Cómo no querer a un santo que respeta a los animales?
       Fue entonces en que escuchamos mi tía y yo, el relato del vendedor, quien nos contó la historia de Roque, quien dedicó su vida a ayudar a los enfermos que contraían pestes. Por eso es que es muy venerado en Europa, donde las personas le pedían en oraciones que los ayudara. Y dicen que es muy milagroso. Hay muchas iglesias dedicadas a San Roque, especialmente en Francia. Tal vez la más importante está en París, muy cerca del museo del Louvre. El vendedor abundó en detalles de la vida del santo, que había nacido en Montpellier, que emigró a Italia donde trabajó para las personas que padecían las pestes y fruto de ello fue que él contrajo la enfermedad…
San Roque y su perro, estatua del santo instalada en el
ayuntamiento de San Roque, Cádiz, España.
         Como el cuento se extendía y no llegábamos al punto que me interesaba, interrumpí: ¿Y el perro? Bueno, el perro tuvo una parte importante en esta historia, dijo el hombre. Se llamaba Melampo y era choco, le habían cortado la cola. Melampo lamió las heridas de San Roque y así mejoró. Para no contagiar a otras personas debido a su enfermedad, el santo se escondió en unos bosques de Italia. En esa situación, el perro le llevaba pan que sacaba todos los días de la casa de Gottardo Pellastrelli. Fue así que éste un día siguió al can y dio con el paradero de Roque, se lo llevó a su casa y terminó de curarlo. Después, dice la historia, Roque sanó a un cardenal quien lo contactó con el Papa. La historia, bastante más larga, termina con la muerte de San Roque en el norte de Italia. Cuando regresaba a Francia, soldados lo detuvieron por sospecha de ser un espía. Lo encerraron en una celda donde murió a la edad de 32 años en 1379.
       Mi San Roque y Melampo adornaron mi pieza por muchos años. Para instalarlo sacamos una foto antigua de un marco y se lo destinamos al santo. Llegué a la convicción que fui la única persona en Penco que podría decirse era devota de San Roque. Y con la imagen ocurrió lo que pasa siempre con estas cosas, se perdió o se estropeó con el tiempo. Pero, permanece en mis recuerdos…

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