domingo, octubre 15, 2017

OTRO INTENTO PENCÓN PARA PASEAR EN LANCHA POR LA BAHÍA

Botadura de la lancha «Calcon» en Cerro Verde en febrero de 2008. 
                        El sueño de navegar por la bahía en medios propios tiene cultores en Penco, aunque no se sepa mucho. Desde hace años hay gente con ganas de salir a dar una vuelta por el mar. Estas personas interesadas nunca se han juntado, ni siquiera han imaginado organizarse para trazar algún plan. La historia local de los últimos sesenta años reserva ejemplos de este interés que permanece bajo la piel de los pencones: dar un paseo placentero por nuestro sosegado mar interior que es la bahía. Por el momento dejaremos fuera de estas consideraciones a los pescadores artesanales que navegan por cuestión de trabajo. Ellos tienen sus botes para sus fines en Lirquén, en Cerro Verde, y en los sectores Gente de Mar y Playa Negra, en Penco.
               Volvamos sobre la primera idea y citemos casos de este sueño del paseo marítimo que intuimos existe entre los pencones. Al ex alcalde José Meza se le ocurrió construir un club de yates entre Gente de Mar y Cerro Verde. Quería levantar socialmente el sector con un espacio dedicado a embarcaciones deportivas para la práctica de la navegación amateur. Lo apoyaron los regidores de la época. Y fue todavía más allá, llamó a un concurso para arquitectos interesados en desarrollar un proyecto para yates. Se presentaron maquetas, pero, hasta ahí llegó el impulso.
               En los setenta el entusiasta jefe scout Hernán Lagos, quien dirigiera por años el grupo «Armando Legrand», quiso tener su propio grupo con indumentaria marinera. Así creó la agrupación de scouts marinos de Penco. Materializó una idea que le rondaba desde hacía tiempo: vincular a niños y niñas con el mar dentro de la disciplina scout. Salvo que, por las carencias nunca pudo llevar a sus dirigidos a paseos por la bahía. Se contentaron con realizar sus actividades en la playa.
ALMA NAVEGANTE
               En un post anterior recordamos la figura del vecino don Félix Bustos, quien allá por los cincuenta fabricó con sus manos y sus herramientas una enorme embarcación en el patio delantero de su casa, en calle El Roble, al llegar a Freire. Aquel debió ser un esfuerzo astronómico para un hombre con muchos hijos que sobrevivía de su modesto oficio de mueblista. Pero, le ganó al destino y construyó su pequeño barco para paseos. Sabemos que sólo lo usó una vez. Un verano se fue con su familia bordeando la costa y ancló en Dichato. Luego de regresar, abandonó la nave y ésta «murió» en la playa, cerca de Gente de Mar.
               Un botón de muestra adicional de esta inclinación «pro marinera» la brindó el cantante pencón Patricio Renán en sus años de gloria. Produjo el single «Me Gusta El Mar», que entre sus versos dice: «Me gusta el mar / tengo alma de navegante / mi bandera va adelante y /mi corazón detrás»… Otro cantante local, Mario Rey (Heriberto Ramos) construyó con sus manos varios kayacks que arrendaba en la playa en la temporada estival en los sesenta.
Don José Calzadilla, en su taller, de calle Membrillar, trabajando para su lancha.
UN ASTILLERO EN MEMBRILLAR
               Pero, el ejemplo más reciente de este amor por la bahía, lo dio don José Calzadilla, un ex trabajador de Fanaloza, quien construyó una lancha para él, con todas las de la ley, en el patio de su casa de calle Membrillar. De esto hace más de diez años. Antes de poner manos a la obra, habilitó un espacio al lado de un pequeño taller que convirtió en su astillero particular. Luego de darle vueltas al proyecto concluyó que el mejor material para construir era la fibra de vidrio, en lugar de la madera. De a poco, sin prisa fue avanzando en su trabajo; armó la estructura, diseñó la cabina, las ventanas, el casco, el espacio para el motor y los asientos por las bandas para unas diez personas.
La lancha "Calcón" baja por Membrillar arrastrada por una camioneta rumbo a Cerro Verde.
               Fue así como pasó el tiempo y en febrero de 2008 se realizó la botadura de la lancha «Calcon», de su propiedad, en la pequeña rada situada al sur de Cerro Verde. El nombre es la combinación de las primeras sílabas de los apellidos Calzadilla (de don José) y Constanzo (de la señora María, su esposa). El lugar se decidió por la existencia de la rampa del Sindicato de Pescadores que fue facilitada. El traslado se hizo en un carro especialmente adaptado para la embarcación y la camioneta de arrastre. El trayecto desde su domicilio al punto de botadura es de aproximadamente dos mil metros. Demás está decir que varios vehículos integraron la alegre caravana.
La caravana la integraron amigos, familiares y vecinos de calle Membrillar.
               El lanzamiento de “Calcon” al mar ocurrió en la mañana del sábado 2 de febrero de 2008. Fue todo un acontecimiento familiar y de los vecinos. El procedimiento tomó tres días: primero ensayar el recorrido; después montar la lancha en el carro y conducirla para dejarla en Cerro Verde y; esperar el día siguiente para echarla al agua. Sin embargo, la idea  de fabricarla había comenzado a tomar cuerpo muchos años antes. Don José Calzadilla alguna experiencia tenía en esto de embarcaciones, porque allá por los sesenta había construido un bote pequeño a remos para pasear con sus hijos por la orilla del mar pencón. Pero, ahora el proyecto era más ambicioso: fabricar una lancha de envergadura mayor que sirviera a más gente para dar paseos.
BAUTIZO CON CHAMPAÑA
              
Instante preciso del bautizo con champa de la nueva embarcación. De izquierda a derecha Sandra Calzadilla Constanzo (hija); don José reventando la botella; Camilo, un vecino que ayudó en la botadura; arriba tomando fotos, Romina Amigo (hija de Sandra); y a su lado Alexander García, esposo de otra hija de Sandra. Más atrás se ve el sacerdote que bendijo a «Calcon».
          Seguramente don José siguió un modelo de esos que aparecen en revistas, hizo cálculos propios de ingeniería naval y bosquejó con la habilidad de un arquitecto. Los recursos fueron saliendo de a poco, sin prisa. Lo importante era no detener la construcción, cada vez se avanzaba con algo aunque fuera poco. Hasta que “Calcon” estuvo terminado. ¡Y qué mejor que febrero para echarlo al mar! Y así ocurrió, con todas las celebraciones del caso: bautizo con botella de champaña, la bendición sacerdotal a bordo, catering en la playa durante la operación de botadura y un asado en casa para familiares, amigos y vecinos al día siguiente cuando la lancha ya  flotaba en la bahía lista para navegar.
Otra escena del día de la botadura.
               La nave fue dotada de un motor Nissan diésel de 2.000 cc. Después del lanzamiento permaneció anclada durante una semana «tiempo suficiente para que le robaran la batería y otros elementos», recuerda Javier Matamala, nieto de don José Calzadilla. Para evitar más molestias hubo que sacarla del agua y trasladarla de regreso a Membrillar. Allí permanece ya por más de nueve años sin uso. Para que pueda servir a la comunidad interesada en navegar por la bahía son necesarias tres condiciones: disponer de un lugar seguro en el mar para su permanencia; que obtenga las certificaciones que concede la Capitanía de Puerto en este caso de Lirquén (una cuestión indispensable); y que haya una tripulación que tenga las licencias para operarla.  
Don José Calzadilla con su primer bote en Penco y dos de sus seis hijos: Miriam y José, este último fallecido.
 
Don José durante las pruebas de su lancha en el "astillero" de su casa en Membrillar.

   NOTA DE LA EDITORIAL: Agradecemos toda la información y las fotografías facilitadas por la familia Calzadilla Constanzo para la preparación de este texto, en particular a don Javier Matamala, nieto de don José Calzadilla Soto.

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