sábado, noviembre 04, 2017

CHILLÁN AÚN GUARDA PERFILES URBANOS QUE UNA VEZ TUVO PENCO

              
Pabellones similares a los que hubo en Penco aun quedan en Chillán, en avenida Palermo cerca de la medialuna.
            Construidos por el gobierno después del devastador terremoto de 1939, los pabellones de emergencia de Penco fueron un clásico de la ciudad en la esquina de Alcázar con Freire. Los hicieron siguiendo un patrón –como todo lo que emprende el estado
– que se aplicó donde fue necesario: los pabellones de Manuel Rodríguez en Concepción; los de la avenida Palermo en Chillán (las tres fotos) cerca de la medialuna. El mismo estilo sirvió para la edificación de colegios públicos (como el que se incendió en Freire al lado del mercado, las escuelas N° 31 y N°32) o para levantar hospitales como lo fue el de O’Higgins y Yerbas Buenas. Eran edificaciones de madera nativa, con muy buenas terminaciones, baños higiénicos, cocinas.
               La planta de una casa de esos pabellones incluía un corredor techado con piso de cemento y un poste en el medio. Sin duda, creado para que los moradores pudieran habilitar una nueva pieza a modo de galería. Presentaban dos ventanas y una puerta con ventana en su fachada, la que se repetía en la parte posterior. Tenían dos piezas grandes unidas por una puerta para el uso de una cortina divisoria; hacia la parte posterior había un corredor techado también parecido al de la entrada, pero de menos superficie pensado para otra habitación que bien podría ser un comedor del diario. En la segunda mitad, hacia un costado estaban el baño, con ventana al exterior y una cocina con “poyo”(*) también dotada de ventana. A ella se accedía por un pequeño pasillo entre la parte posterior del baño y la segunda pieza grande. Sobre el “pollo” había una enorme campana de latón que extraía los humos por una chimenea hacia el exterior.
               Más atrás había un patio multi propósito, la gente construía ahí más piezas y otros preferían hacer huertas, tener gallineros o disponer de un espacio para tender ropa. Esa superficie debió tener 5 x 7 metros cuadrados. El techo de los pabellones estaba cubierto de planchas de asbesto cemento fabricadas por Pizarreño. Canaletas conducían las aguas lluvias hasta el suelo.
              
Estas casas de Chillán, iguales a las mencionadas en este texto, tienen casi 80 años.
       Las piezas tenían probablemente 3 metros 50 centímetros de altura. Hoy en día los departamentos apenas pasan de los 2 metros 20 centímetros. Los hicieron altos seguramente para disipar posibles concentraciones del gas monóxido de carbono producto del uso de braseros a carbón vegetal.  Al frente había una vereda angosta que facilitaba el desplazamiento de los vecinos, todos gente conocida por año, por vidas enteras.

               Los pabellones de emergencia de Penco –¿por qué no les pusieron un nombre?– fueron dos filas de diez casas cada una, que estaban dispuestas en paralelo a la calle Freire.  En total veinte familias vivían allí. Cuando llegó el gobierno de la Unidad Popular, se decidió construir un proyecto inmobiliario para los moradores de los pabellones y para otros grupos de poblaciones a fin de mejorar los estándares de vida. Fue así como nació la actual remodelación de Yerbas Buenas, Cochrane, Blanco y línea férrea. El gobierno de la época llamó a esa población “Ñancahuazú”, evocando en lugar de Bolivia donde murió el Che Guevara. Cuando llegaron los militares, las nuevas autoridades de la vivienda le cambiaron el nombre por el actual  “Lord Cochrane”.
La avenida Palermo de Chillán guarda aún el perfil de las casas del estilo de los pabellones de emergencia de Penco.

(*) Poyo, estructura de ladrillos tipo "barbecue" de un metro de altura donde se encendía fuego y las ollas, sartenes o teteras quedaban expuestas a la llama directa sobre una parrilla rústica.

1 comentario:

Isabel Carrasco dijo...

Qué interesantes datos. ¿Se aplicó el mismo diseño en los Pabellones Normales de Chillán? Parece que sí, aunque con diferencias leves. Es una calle digna de visitar por su excelente estado de conservación y el exqusito aire anticuado de sus casas de madera. Lamentablemente hace algunos años instalaron rejas en sus dos puntos de acceso y un letrero de "ingreso sólo residentes", lo que volvió difícil el turisteo. Creo que luego el letrero fue quitado por tratarse de una "zona típica", aunque no por ello las rejas se sientan amenazadoras.