El Biobío a plena capacidad en invierno hizo soñar a algunos en un
posible puerto en Concepción.
Toda
la gente en Penco hablaba lo que decían las noticias en 1958 que el gobierno había
enviado una comisión de expertos para estudiar la factibilidad de convertir a
Concepción en un gran puerto comercial. Lo anterior era parte de una antigua
aspiración de canalizar el río Biobío, ganar terrenos y diseñar un terminal
portuario. Algún inteligente –con mucha
influencia, por cierto-- empujó ese descabellado tema del puerto fluvial en la agenda pública el
que creció como bola de nieve, que la capital de la provincia se parecería a
Hamburgo en Alemania o a Valdivia, en el sur de Chile gracias a este inédito
proyecto. Sin duda que debieron darse entusiasmados debates tanto en la
municipalidad penquista como en la intendencia, al punto que el gobierno
central, a través de la Dirección General de Planeamiento tomó cartas en el
asunto y mandó a dos ingenieros, los señores Osvaldo Ferreira y Carlos Guzmán a
echar un vistazo y verificar si la idea era
factible o definitivamente desmitificarla, previo estudio presencial. En
efecto, ambos viajaron en tren desde Santiago el 11 de julio de 1958 para realizar
el mentado estudio técnico.
El
diario La Patria (medio hoy desaparecido) publicó en su primera página la
actividad de los mencionados ingenieros. Apelando al sentido común, el título adelantaba que tal proyecto era utópico, o sea,
imposible. Pero, los expertos ya estaban aquí así que había que seguir sus
pasos.
Comenzaron mirando la hermosa desembocadura del Biobío, recorrieron la ribera norte hasta
el área de la estación de ferrocarriles en la avenida Prat, hicieron sondajes y
conversaron entre ellos. El primer «pero» de la idea fue la barra de arena insalvable en la desembocadura. ¿Qué
embarcación comercial podría entrar y salir por allí? En forma peregrina, se
decía que ese problema podría enfrentarse con diferentes planos (¿exclusas o
algo parecido?), pero que acometerlo sería económicamente una locura. En
definitiva, la idea de un puerto comercial penquista se desestimó en la parte técnica,
pero la resolución final debía darla Santiago. Sin embargo, los ingenieros
sugirieron aplicar una técnica de diques para ganarle terrenos al río y poder
así disponer de espacios para proyectos inmobiliarios, propuesta que tomó
cuerpo, pero muchos años después.
La barra de la desembocadura fue uno de los obstáculos para que Concepción no fuera puerto fluvial. |
En
todo caso, valga señalar que en conocimiento de todas estas movidas, los
choreros estaban muy preocupados porque si el puerto de Concepción era realizable
y se tomaba la decisión política de construirlo, adiós desarrollo portuario
comercial de Talcahuano.
Adelantada
ya la noticia del mito del puerto penquista, en Penco se seguía hablando del
asunto y salían otros rumores, que había unos especialistas que ofrecían
canalizar el Biobío a sólo unos cuando metros de ancho, a condición de que el
mayor porcentaje de la tierra recuperada pasara a ser de su propiedad, postura
que el estado rechazó de plano, según decían. El Biobío pudo ser navegable en
tiempos muy pretéritos cuando no se habían talado los bosques nativos, hecho
que generó la gran erosión de años que finalmente embancó el lecho del río.
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