viernes, marzo 16, 2018

EL IMPACTO DE LOS RUDOS INVIERNOS EN CAMINOS Y CALLES DE PENCO

Noticia publicada en el diario La Patria de Concepción, de agosto de 1958.

          En aquellos inviernos los barriales eran una maldición. Después de una lluvia fuerte la tierra roja reblandecida se convertía en un material resbaladizo, como el jabón, decían algunos. Si ibas a visitar amigos en Villarrica te empantanabas en la escala, caminar por una vereda sin pavimento por los altos de Membrillar, otro tanto. Los zapatos quedaban impregnados de barro y también el borde bajo interior de los pantalones. Muchas personas caminaban arremangadas, para cuidar su ropa. Había gente que usaba suecos, ese calzado rústico de gruesa planta de madera. Con ellos se podía andar --a duras penas--  por los barriales sin la preocupación en ensuciar la pinta de salida.
        Hubo un momento en que este problema fue un asunto regional. Se quejaba la gente de Tomé, de Florida, de Lota. Los caminos, qué decir, intransitables. En 1958, julio, la prensa informaba de un taco de 30 camiones embancados en el barro en el camino a Bulnes. Y la ruta Concepción-Penco no le iba en menos. El antiguo puente sobre el Andalién, a la salida de Camilo Henríquez en Conce desembocaba justo frente a un cerro del fundo El Manzano, al que se le había hecho un corte. Sin estructura o protecciones, la tierra colorada mojada se desmoronaba de a poco obstruyendo el camino. ¡Cuántos buses del servicio intercomunal que quedaron inmovilizados allí! ¡Y sus pasajeros saliendo a resbalones por el lodasal!
       Reporteros penquistas en el lugar, en agosto de ese año, le consultaron al ingeniero Homero Van Camps, de la Dirección de Vialidad, cómo se resolvería el asunto. Este dijo que por el momento se había echado material sobre el barro con la participación de veinte trabajadores de su personal y que el muro de contención en el cerro no se podría construir sino hasta septiembre, cuando aminoraran las lluvias. Van Camps también dijo que se había habilitado el antiguo trazado del camino, el que pasaba por una población, paralelo al actual, por donde podía circular la locomoción mientras se superaba la emergencia.    

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