Foto tomada de Internet, Europa Press. |
El uso de los fuegos artificiales por
parte del público quedó prohibido por ley el 2000. En cierto modo fue una
costumbre que se fue atenuando a partir de la dictadura. Antes había chipe
libre para divertirse encendiendo mechas y arrojando petardos. En los días de
fiestas de fin de año o para el 18, en Penco se escuchaban los cuetazos por
todas partes. Era una diversión de grandes y chicos, de padres e hijos. Los cuetes(*) se vendían en todas las tiendas establecidas y era normal que para esas fechas,
la gente anduviera con más de alguno en los bolsillos. La industria y el
comercio de los cuetes hacían su agosto por esos días. El uso vino de Europa,
donde prevalece, particularmente en España donde no están prohibidos. Hacia los
años finales de la práctica de esta costumbre en Chile, surgieron algunos
innovadores en este negocio: inventaron las piedras rodantes. Se trataba de
piedras de huevillo (o de canto rodado) embadurnadas de una sustancia color
verde manzana a modo de corteza. Entonces el usuario lanzaba con fuerza la
piedra rodante a lo largo de la calzada y ésta al hacer contacto con el cemento
producía el ruidoso estallido de esa parte de la corteza explosiva. Los
vendedores de las piedras rodantes debían gastar harta energía para llegar a
los puntos de atención a público, porque el producto era pesado. Al día siguiente, los
funcionarios municipales tenían que retirar los centenares
de piedras usadas y abandonadas en cualquier lugar de las calzadas.
Un despertador a cuerda clásico ,vista frontal y posterior. (Foto producida por este blog). |
El
invento del reloj a cuerda está registrado en el siglo XVI. Las ruedas
dentadas de su mecanismo interno producían aquel tic-tac monótono
característico. Si el reloj era de pulsera se oía igualmente en situación de
reposo. A este respecto, recordemos que el automóvil Rolls Roice, logró tal perfección técnica de silencio durante la marcha
que su publicidad orgullosamente decía algo así: “el único sonido que no hemos
podido eliminar es el tic-tac del reloj”. Pues bien, valga la cita para nuestro
cuento. Los relojes a cuerda llamados despertadores, eran unas máquinas de meter
ruido. En todas las casas en Penco, había más de uno. Se escuchaban de día a
pesar de los ajetreos del vecindario. Imagínese usted cómo era ese tic-tac
durante las noches, un suplicio chino. Pero, los obreros necesitaban sus
despertadores para cumplir con la hora de entrada a sus trabajos del primer
turno. Así que mejor era permitir al cerebro inhibir el molesto ritmo de
aquellos relojes, los que más aún, se dejaban con toda su cuerda sobre el
velador.
Foto de Internet (México). |
Se bailaba en Penco, desde cueca hasta
rock pasando por boleros, vals, corridos mexicanos, tangos… Nadie se echaba para
atrás si de salir a la pista se trataba. La gente socializaba de esa manera:
bailaban las parejas y después al encontrarse en la calle ni se saludaban. El
baile fue el baile y nada más. La gente bailaba para las fiestas no
religiosas. Quizá la más renombrada y esperada de todas: las fiestas náuticas
con las que se terminaba la temporada veraniega. Bailar estaba muy cerca de la
práctica de un deporte. Los más entrenados se lucían, los más inexpertos igualmente
lo hacían aunque no necesariamente en el centro de la pista, terreno de los
expertos. Pero, nadie se negaba a bailar. El siglo XX fue el siglo de baile
popular en Penco y los siglos anteriores, seguramente fueron de las clases sociales
más acomodadas.
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(*) He empleado la palabra "cuete" según el uso que se le da en Penco, Chile, esto es sinónimo de petardo explosivo. La acepción de la RAE para cuete es ebrio, borracho. No es el caso en este texto. Agradezco aceptar esta licencia semántica acotada a Penco.
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