sábado, octubre 26, 2019

EN DOMINGO LOS TRABAJADORES DE PENCO LUCÍAN TRAJE Y CORBATA

Escena de la película  mexicana «El Derecho de Nacer» dirigida por Zacarías Gómez Urquiza, fue estrenada en Penco en 1953. Los actores de cine con traje y corbata inspiraban con sus vestimentas a los trabajadores pencones de la época.

                   Hasta el «Ñajo» usaba corbata en Penco(*). «Flores» no se la sacaba, menos aún su abrigo café moro que le chicoteaba en los tobillos. 
             Muy lejos de lo anecdótica que nos pudo parecer la vida de esos personajes, estaba la realidad objetiva de los obreros. Por razón de su trabajo, en las horas laborales no la podían usar. Pero se desquitaban los fines de semana. Por ese motivo en la jerga pencona la tenida compuesta por traje, zapatos lustrados, camisa blanca y corbata era la «pinta dominguera». Sin embargo desde esos años, los tiempos han cambiado y harto.
               En nuestra cultura y en particular en nuestro medio, la corbata pierde terreno. Y no es que pierda algo, se la ha desplazado casi por completo. A modo de ejemplo, diremos que ya muy pocos recordarán el apelativo de un antiguo buen vecino pencón: el carbatita, hecho que sirve para reafirmar el olvidado uso de corbatas. Porque el cambio en las modas es profundo. Sin embargo, en Europa la corbata sigue mandando y, como tal, llevarla bien puesta y mejor ceñida es una obligación en una parte significativa de las oficinas. En ese continente tienden a no mirar con buenos ojos una actitud desdeñosa hacia ella.
               Remitámonos 60 años atrás. El mundo obrero de Penco —que era la población mayoritaria del pueblo— usaba diariamente su ropa del trajín: overoles, cotonas, pantalones de mezclilla con pechera, vestuario viejo por lo general para desempeñarse en labores básicas. Zapatos calamorros, alpargatas, ojotas. Esos trabajadores sentían la necesidad de lucir bien presentados, «achutados», como se decía, para ir por las calles penconas.
               El domingo, como ningún otro, era EL DÍA, la única oportunidad para mostrarse como Dios manda. Por eso, en Penco se veían obreros con sus tenidas bien planchadas y sus vistosas corbatas en fines de semana. Se estrenaban los trajes nuevos confeccionados por los conocidos y afamados sastres pencones. Y los paseos o los lugares donde ellos iban para hacerse ver con sus ropas domingueras eran las canchas de Gente de Mar, el fortín de La Refinería o los cines CRAV o de Concepción.
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(*) El Ñajo y Flores, entre otros personajes de Penco de los años 50, eran vagabundos conocidos en el pueblo. Ambos llevaban vestimentas muy pobres y sucias y cada cual usaba corbata aunque de color indefinido.

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