sábado, septiembre 25, 2021

EL PADRE PÍO Y GABRIELA MISTRAL

       
           Una tarjeta manuscrita de Gabriela Mistral, de fecha aproximada a 1921, da testimonio que ella visitó Penco. Dirigida a Manuel Magallanes Moure en la nota cariñosamente le informaba: «Vengo llegando de Penco». Se supo además que tomó té invitada por las señoritas Rodríguez, en la hermosa casa de aquellas recordadas profesoras en calle Cochrane esquina con Maipú. Para entonces la poetisa tenía 32 años.

       Cuando Gabriela Mistral abrazó la carrera diplomática, años más tarde, desempeñó cargos de representación chilena en varias ciudades del mundo. En 1952 estaba destinada al consulado de Nápoles, al sur de Italia. En su casa, en el barrio del Vesubio, recibía muchas visitas diplomáticas o turísticas de Chile. Estas últimas eran pereregrinos a San Giovani Rotondo, distante 210 kms de Nápoles, residencia del padre Pío, entonces un famoso sacerdote franciscano. Es seguro que ella lo visitó también entre las miles de personas que acudían de todas partes. Aunque esta nota no lo confirma, el recuerdo de uno de esos visitantes sugiere que nuestro Premio Nóbel sí concurrió. Y fue nada menos que el crítico literario Hernán Díaz Arrieta, Alone (1891-1984), quien durante un viaje a Italia y de regreso de San Giovani Rotondo, se reunió con Gabriela. Ella contó a otras personas que Alone estaba muy impresionado y que con gran entusiasmo le habló de su encuentro con el padre capuchino. Es probable que él haya asistido a una de las misas que desde antes del alba y todos los días celebraba el futuro santo.

      Gabriela Mistral siempre sugería a quienes iban a su casa de paso por Nápoles que no dudaran de ir a ver al padre Pío, ya conocido en el mundo entero por su carisma, sus prédicas, pero además por las llagas de Cristo Crucificado que presentaban sus manos, sus pies y un costado de su cuerpo. Hoy en día el padre Pío, fallecido en 1968, es un santo italiano y tiene millones de devotos alrededor de todo el planeta.


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