EL ANDALIÉN en su desembocadura en Penco. |
Una cosa es que se nos ocurra algo y otra es realizarlo, aunque se den las condiciones naturales y se disponga de recursos. Veamos las siguientes escenas:
«No recuerdo a nadie que se le haya ocurrido de ir de Penco a Concepción en bote. Hay que remar duro y en algunas partes vas tocar fondo, si te quedas varado en la arena sería el ridículo completo. Además, ojo con los longies* de Chillancito te pueden agarrar a piedrazos. ¡Habrase visto! Ese viaje es una mala idea».
Don Floro, el añoso pescador del sector la Cata de Lirquén, no tuvo otras palabras de advertencia para el Braian, su sobrino y compañero de oficio, pero quien a la vez estudiaba humanidades en el liceo de Tomé y que quería correr el riesgo de intentar el viaje deschavetado. Le faltaba personalidad al viejo para pararle los carros en seco a su pariente con típica chifladura de niño, a pesar de sus 17. El Braian oyó decir, lo leyó en alguna parte o se le ocurrió que penquistas de la colonia que se fueron de Penco a fundar el nuevo Concepción, allá por el 1780, metieron sus muebles pesados en lanchones para el traslado y que subieron por el Andalién para llegar a la Mocha. Según él los lanchones eran tirados por yuntas de bueyes a lo largo del rio desde ambas riberas. Puras ocurrencias. Aunque la idea de una minga** de ese tipo pareciera factible no hay registros ni nunca se ha hablado en serio de eso en ningún círculo a los que he accedido. El muchacho le decía a su tío que probaría la realidad de aquella experiencia pretérita y supuesta. Tenía el argumento para justificar su capricho de ser el primero en nuestros días de viajar a Conce a puro remo. Si lo conseguía podría ufanarse con sus amigos de Lirquén entre quienes ejercía liderazgo. Cuando alguna vez lo conversó con uno de ellos, aquel en broma le comentó que si lo lograba podría inscribir su hazaña en el Guinness*** ¿Cómo sabís? El Braian quedó pensándolo.
Para terminar con la porfiada insistencia, el viejo le prestó el bote más chico de fondo plano que usaba para sacar machas. Por si acaso le pasó también una de las varas macheras para, presentada la necesidad, con ella pudiera apoyarse en el lecho del rio y así empujar la embarcación allí donde los remos estorbaran. Y quién sabe si la vara le podría, incluso, servir para defenderse de los longies. Valga decir que Floro tenía, en el fondo de su alma algo de cabro chico, porque le hubiera gustado acompañar al Braian. Pero, no se embarcó. El aventurero salió temprano esa mañana de primavera, llevó un bolsón con unos chelecos de lana, pan y bebidas. Se despidió de su tío con una sonrisa indecisa algo ramplona. El viejo pescador movió la cabeza incrédulo. El mar en la bahía estaba calmo.
|
En el sector del fundo de la Universidad, el río no era más que un espejo de agua, muy bajo, por lo que el Braian notaba que no podía hundir los remos lo suficiente sin tocar el fondo. El bote rozaba las arenas del lecho ante sus movimientos bruscos y si se descuidaba quedaría varado. Cada día el río traía menos agua. No era como antes. Le entró la preocupación más aún cuando los tupidos arbustos de la orilla ocultarían a cualquier molestoso. De pronto ¡cataplum! la embarcación recibió el golpe de una piedra, era un proyectil lanzado por alguien escondido en los matorrales, una señal de que ingresaba en una zona inamistosa donde era un intruso. El pedazo de ladrillo del golpe quedó arriba del bote. Desde entre las ramas le comenzaron a gritar «parece que estaba fuerte el oleaje en Penco». «¿A cuánto vendís la pescá?». «Estai haciendo agua, capaz que te hundai». «Oye gil, ¿cuánto cobrai por un paseo en bote por la arena?». «Ahueca el ala tú solo porque te vamos a quemar el bote». Entre burlas y risotadas le lanzaron otra lluvia de piedras que afortunadamente no lo alcanzaron. El Braian lamentó no haber traído una honda para contrarrestar el ataque, pero la circunstancia no era para combatir ni responder el fuego, sino para buscar refugio. Estaba muy complicado, casi encerrado, a merced de estos pandilleros. No podía seguir expuesto ahí ni arrancar a pie porque perdería el bote. ¡Qué angustia! Enfrentaba un verdadero asalto de piratería terrestre, ninguno de sus atacante mostraba la cara y él avanzando a duras penas.
MAPA DE ORIENTACIÓN a la izquierda. A la derecha el antiguo puente ferroviario. |
La salvación se la dio el tren chillanejo, porque había un par de pelusones arriba del puente ferroviario de Chillancito esperando que se acercara para impedirle continuar con nuevas pedradas desde lo alto. El pitazo de la locomotora que se acercaba los obligó a despejar la vía, momento preciso para que el Braian usando la vara machera para apoyarse en el fondo empujara su bote, pasara seguro por debajo del puente y se arrimara a la orilla contraria. Eran las 12:30. El tren tomaba muy lentamente el cruce por el puente de hierro por prevención. Eso le dio tiempo al remero incluso para mirar hacia la ciudad. Fue así como descubrió que su tío estaba parado en el puente carretero y que le hacía señas con las manos apoyado en la baranda unos doscientos metros más hacia Conce. ¡Ya no estaba solo, el viejo lo ayudaría! El corazón del Braian latía agitado por el miedo, el agotamiento y la emoción. Nunca se había visto tan apercollado. Floro bajó del puente al río y subió al bote. El Braian se le echó a los hombros y en un abrazo se puso a llorar. Su orgullo estaba herido, el temor, la humillación y las amenazas delictuales de los longies habían mellado su resistencia. Ahora junto a su tío serían dos los que regresarían esquivando a los pandilleros, luchando contra los bajos del río y en la esperanza de llegar a Lirquén a última hora de la tarde...
EL PUENTE carretero viejo sobre el Andalién a la entrada de Concepción. |
-----
* Longie: hombre joven, diletante, a veces inclinado a integrar pandillas, cometer delitos y por lo general falto de educación.
** Una minga es un trabajo colectivo y gratuito con fin social o comunitario. En sentido más acotado significa traslado de una casa, por ejemplo, por vía terretre o acuática con la colaboración de la comunidad.
*** Guinness World Records, o libro de récords de Guinness.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario