EL MOMENTO DE LA ERUPCIÓN EN TONGA VISTO DESDE EL ESPACIO. |
Este 2022, en su inicio, nos sorprende con una violenta erupción de un volcán submarino en el archipiélago de Tonga, en el Pacífico Sur cerca de Australia. El material que expulsó salió a la atmósfera, según imágenes satelitales; pero lo que no se vio por satélites fue la cadena de olas avanzando hacia las costas de este océano, entre ellas las de Chile(¡era que no!). En Fidji a 800 kilómetros del volcán se podían oír los estruendos, de acuerdo con versiones de residentes. La televisión local mostró después en nuestro litoral el impacto de las alarmas no de las olas en el ánimo o el desánimo de miles de turistas veraniegos en un sábado de enero.
Justamente en enero, pero de 2008 (hace 14 años) escribimos un texto sobre un supuesto volcán submarino en la bahía de Concepción que en parte decía:
«Penco también tendría su volcán, según cuentan los más antiguos de la ciudad aunque no sabemos con qué antecedentes. El relato dice que está sumergido en la bahía y que tendría actividad con cierta frecuencia. Agrega la leyenda que son sus emanaciones sulfurosas las causantes de la mortandad de miles de sardinas que cada tanto aparecen esparcidas donde revienta la ola.
La historia del volcán sumergido también está en la literatura. Don Benjamín Subercaseaux se refiere a esta materia en su libro Chile o una Loca Geografía. «Se dice que hay un volcán submarino en el fondo de la bahía», señala en la página 188 de la publicación. Pero, no porque lo afirme don Benjamín citando fuentes indeterminadas lo vamos a creer a pie juntillas. De él en Memoria Chilena se lee que fue un escritor contradictorio, polémico y audaz.
Un argumento a favor de un volcán sería la presencia de arena parda, característica en Playa Negra, la que se pudo originar en escorias. Pero, ‒no nos alarmemos, porque no es la idea‒ esa arena negra podría provenir de otra fuente y sería el volcán Antuco, porque es muy posible que alguna vez en el pasado remoto, un brazo del río Biobío haya desembocado en la bahía, arrastrando consigo la arena negra de la cordillera que aún perdura en la playa. Otra razón para dudar del volcán sumergido sería que cualquiera erupción habría generado grandes emanaciones de vapor en la superficie del mar, producto de las altas temperaturas en el fondo y eso, nadie lo ha visto en quinientos años.
Por último, si es que hubo un volcán acá debe estar extinto desde hará ya muchos millones de años. Digo esto, porque para el maremoto de 1960, cuando el mar se recogió miles de metros más allá del límite de la baja marea, en pleno día, no se observó nada que semejara un volcán. Lo único que los terremoteados pencones vimos esa vez desde lo alto de Villarrica fue arena barrosa en el lecho marino por dos o tres kilómetros hacia adentro».
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