miércoles, julio 16, 2025

LA CANCHA DE GENTE DE MAR ASCIENDE EN EL RANKING

FOTOGRAFÍA GENIAL, captada por don José Riquelme Araneda, en la cancha de Gente de Mar, cerca de los años 50. Un niño mira arrobado a su héroe futbolista. Se aprecia, además el equipamiento muy precario: un arco de cuartones de madera y una red sin sus medidas reglamentarias. (Foto, colección Andy Urrutia).
 

                    Los primeros entusiastas del fútbol, del sector de la playa entre Alcázar e Infante, que instalaron los arcos de la cancha de Gente de Mar, en Penco, pusieron con harta dificultad los travesaños de ambas porterías. Eran pesados maderos aserrados de sección rectangular, de 4 x 4 pulgadas, de un largo de 7,32 metros apoyados sobre verticales, también de madera y del mismo espesor, a la altura reglamentaria de 2,44 metros. Para sujetar bien los horizontales les ajustaron escuadras de fierro por atrás, no fuera cosa que el palo se le cayera a un arquero en la cabeza. De los ángulos salían dos parantes de fierro, como contra fuertes que le daban estabilidad al arco. 

                    Para evitar el  efecto de  catenaria en el centro, esto era que se guateara el palo horizontal, se le añadía una platina de fierro por detrás. Cuando no había partidos se les instalaba un pie derecho o poste de apoyo en el punto medio. Durante los partidos oficiales se les tendía una red que caía como una cortina sobre la línea de gol, para evitarlo la anclaban con estacas un metro más atrás o hasta donde diera la malla. Observar esto de lejos tenía en aspecto de un techo de media agua.

CANCHA DE GENTE DE MAR. En primer plano, Patricio Ramírez Merino, gran ex arquero pencón, en el entretiempo de un partido de fútbol de Atlético. (Foto colección A. Urrutia).

                    Cuando ambos arcos estuvieron ubicados y alineados entre sí, los entusiastas marcaron la cancha por primera vez, tendiendo una lienza que facilitara la línea recta y evitar culebreos. Entonces, las bandas laterales presentaron su primer problema. La que estaba junto al mar quedaba prácticamente en la playa. A los jugadores que iban y venían por ahí, les significaba correr sobre la arena. Eran carreras pesadas, exigentes, lentas. En esa zona, las marcas de cal se perdían o deformaban rápido entre partido y partido. Se daba también la posibilidad de que la pelota cayera al mar. No exagero, había un bote dispuesto para ir mar adentro a recuperar el balón.

                    En la otra banda, al pie de la línea del tren, el problema no era muy distinto aunque al revés: el piso era duro y estaba sembrado de fragmentos de piedra laja, de esa que se usa para apoyar los durmientes y que resbalaban hacia la cancha. Por detrás del arco sur, pasaba una acequia con aguas grises, la pelota caía ahí en muchas oportunidades luego de traspasar la línea de fondo. Una vez recuperada quedaba jabonosa y más pesada, dicho peso aumentaba todavía más cuando rodaba a ras de piso en la banda de la playa porque la arena se le pegaba. El balón quedaba sumamente abrasivo.

UN JUGADOR (Zambrano) se viste luego de un partido, junto a un bote varado en la playa. (Foto colección A. Urruia)

                    Por detrás del arco norte había una zona baldía y más allá un basural. Era más fácil recoger una pelota perdida en ese lugar. Se podría hablar mucho, pero mucho más de la cancha de Gente de Mar tan tradicional de Penco. Como por ejemplo, que en ocasiones se instalaban allí circos, que en otras la cancha quedaba tapada de agua después de lluvias abundantes. Pero, nunca se ha sumergido más que por efecto de los tsunamis. El mar ha llegado, un par de veces a cubrir totalmente los arcos, dejando en los travesaños su huella de algas en su paso por ahí.

UN NADADOR da vigorosos braceos para alcanza una pelota de fútbol que escapó de la cancha y que es arrastrada por el viento y las corrientes mar adentro.

                    Hoy, la cancha de Gente de Mar está en un proceso de cambio y de mejoras. Tiene ahora una hermosa carpeta de pasto sintético, buenos camarines y defensas perimetrales. Hace muchos años que sus arcos dejaron ser de cuartones de madera y hoy son de tubos de metal con redes reglamentarias. Conseguir estos cambios de progreso ha sido un trabajo duro, perseverante de parte de las autoridades edilicias y en particular del ex concejal Justo Inzunza. Hoy ya es un recinto deportivo con todas las de la ley. Sin embargo, mientras no haya un estadio en forma en la comuna, la cancha de Gente de Mar, construida originalmente a puro pulso por los estusiastas futboleros de la playa, será “El Wembley” de Penco.

EL TRAVESAÑO del arco norte se ve cubierto de algas, en esta foto de archivo, huella del tsunami del 2010.

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