El
recordado profesor universitario Edgardo Henry Ríos tenía toda su
familia en Penco. Sin embargo, de los Henry pencones era don Adrián
a quien la gente local ubicaba más. Vivía en una linda casa quinta en la
calle Membrillar, en el cerro, casi al llegar a Penco Chico. El profesor de la Universidad de Concepción, de la U Austral de
Valdivia y de la U de Atacama visitaba con frecuencia a don Adrián y al resto de su parentela.
Es decir, Edgardo Henry conocía Penco al revés y al derecho. En
la U de Concepción se desempeñó como docente en la Escuela de Periodismo donde impartía el ramo de Redacción
Periodística, en los sesentas.
Generaciones de periodistas egresados de esa facultad lo recuerdan
con respeto y reconocimiento por el gran aporte que para ellos
significó su asignatura, una materia fundamental en la carrera:
escribir correctamente. Don
Edgardo vestía con elegancia, un bigote fino bien cuidado, zapatos
lustrados. Se esmeraba por todos los detalles de su presentación
personal. Tenía un ayudante de cátedra, quien también era profesor
de castellano, Alfredo Barría. Para sus clases, el señor Henry
seguía el formato de la academia decimonónica y que era el siguiente: Se presentaba puntual a su clase según el horario. Los
alumnos, todos sentados en sus puestos. Henry y Barría salían de la
sala de profesores para dirigirse al aula. Barría llevaba el libro
de clases e ingresaba él primero a la sala. Henry esperaba afuera hasta que su ayudante cumpliera con las exigencias previas de rutina.
Barría pasaba lista y una vez hechas las anotaciones, regresaba a la
puerta, la abría e invitaba al profesor titular a que entrara y sólo entonces comenzaba la clase formal. Henry no hacía
ruido, hablaba pausamente en un tono de voz no elevado. Algunas veces
dejaba caer una broma liviana y sonreía con malicia. Educado,
respetuoso, un hombre de buenos modales. Junto
con ejercer la docencia, el señor Henry trabajó a lo menos en un
par de publicaciones. Para la profesión periodística, escribió un
ensayo muy interesante en la revista Atenea de la U penquista
titulado Periodismo y Literatura.
El texto presenta ideas novedosas, y las desarrolla con ejemplos, de
por qué el periodismo es literatura, por un lado, y por qué no, por
otro. Es un planteamiento dialéctico sobre ese tópico con final
abierto. Y una segunda publicación suya es un libro: Poemario
Familiar. Alguna vez, ya pasado
los años y luego de estudiar su árbol genealógico, el profesor
constató que en la familia había muchos miembros que escribían
poesía, no porque fueran poetas sino porque les brindaba placer
crear versos para ellos mismos. Así nació el Poemario. Y
entre los Henry no sólo había poetas-puertas-adentro, sino que
también había miembros con otras inclinaciones artísticas como músicos y pintores. El
profesor Henry falleció en Copiapó. No sé que alguna vez haya
expresado algún deseo particular por instalarse en esa ciudad. Pero,
todo indica que quizá deseaba terminar sus días en la capital de
Atacama. Teniendo en cuenta mi gran amistad con Juan Espinoza
Pereira, también reconocido docente de Copiapó, le solicité si
podía él conseguir información del señor Henry de sus últimos años
en esa ciudad nortina. El profesor Espinoza, un ex vecino pencón, atendió mi
inquietud, indagó y llegó donde el historiador Vidal Naveas, quién
conoció a Edgardo Henry. Él a su vez investigó en internet, habló
con otros historiadores copiapinos y revisó su abundamente acopio
bibliográfico. Finalmente le entregó a Espinoza un reporte, que
es el texto que agregamos a continuación. [Gracias profesor
Espinoza, gracias señor Naveas].
EL
PROFESOR EDGARDO HENRY RIOS
Por
Vidal Naveas, desde Copiapó.
El
señor Henry Ríos fue un destacado profesor, un
maestro de la redacción,
ortografía, gramática y la precisión lingüística. Un caballero
por donde lo miren por su pulcritud y dedicación. Metódico, unía
en sus clases la sencillez con el humor y la rigurosidad con la
simpleza y la exigencia. Así dice su presentación en la revista de
periodismo de la Universidad de Concepción. Desempeñó labores de
docencia académica en la Universidad Austral de Valdivia,
Universidad de Concepción y Universidad de Atacama, en Copiapó. Es
el señor Henry autor de un poemario familiar muy desconocido y que
fue lanzado en Copiapó, bajo el alero del SEA, Sociedad de
Escritores de Atacama, entidad a la cual pertenecía.
A
raíz de lo señalado, el historiador más importante del Siglo XX en
Atacama, Oriel Álvarez Gómez, dice en una publicación del 13 de
febrero de 1992, en el diario Atacama de Copiapó –que Edgardo
Mario Henry Ríos, es proveniente de una acentuada familia artística,
donde hay pintores como su hermano Pedro León, radicado en Francia y
poetas, como Cristóbal Fasce Henry, su sobrino y académico de
varias universidades de América–, lógicamente esta vena artística
viene de sus padres Ernesto Henry y Lucila Ríos, quienes también
practicaban la poesía y componían canciones folclóricas.
Uno
de sus alumnos –el destacado poeta copiapino, Eduardo Aramburu
García– señala que Henry Ríos era un personaje muy cercano, de
mucha piel, pero exigente en su labor como educador. Dice también
Eduardo, que fue profesor guía de su tesis, la que versó sobre el
Cuento Minero de Atacama.
El
destacado periodista, folklorista y humorista copiapino, Ernesto
Pluto Saavedra, fallecido a muy temprana edad y de un cáncer
fulminante, dice en el diario Chañarcillo, que el Poemario
Familiar fue lanzado el sábado 28 de diciembre de 1991 y está
compuesto por 139 poemas, donde participaron 19 personas, todos ellos
integrantes de la familia.
El
libro fue prologado por el poeta Tussel Caballero Iglesias y cuenta
con 240 páginas. Participó como editor de los libros su sobrino
Cristóbal Fasce Henry. Edgardo Mario Henry Ríos, nació en
Concepción, sus padres fueron Ernesto Henry y Lucila Ríos.
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COMENTARIO: Qué bien que se reconozca la obra (y vida) de los profesores, los cuales forman parte de nuestras vidas. ¿Cuánto me costaría encontrar datos para recordar su obra en mí? Los recuerdo a todos y agradezco haber sido alumno de ellos. Profesor [Espinoza], gracias a usted por hacerme parte de esta leyenda, que fue don Edgardo. (Vidal Naveas).
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