Un cañaveral similar a esta foto de referencia tuvo Penco unos metros al sur de la cancha de Gente de Mar. |
Por algún
motivo, entre la línea férrea y la playa, junto a la cancha de Gente de Mar y
entre Alcázar y Yerbas Buenas, el suelo es apto para el crecimiento del
cañaveral. Hubo un tiempo en los años sesenta en que esas plantas crecieron
abundantes en los patios de las casas que había allí. Una de ellas perteneció
al sastre Guillermo Spencer Petinelli, quien llegado de Santiago, se hizo muy
conocido en Penco por sus dotes para confeccionar trajes. Y una de las aficiones
de este sastre fue cultivar un jardín, que parecía un vergel, en la
prolongación del terreno que terminaba
en la playa. Las óptimas condiciones del terreno para el desarrollo del
cañaveral, decíamos, favoreció su crecimiento y abundancia al punto que la
reducida zona semejaba un bosque tropical.
Don Guillermo Spencer Petinelli. |
Y no sólo
era el aspecto de un intenso verde manzana, sino que además el viento sur
agregaba el sonido particular del roce de las largas hojas de estas plantas parientes de
bambú. Don Guillermo Spencer cultivaba también flores crecedoras como los
nardos y los girasoles. Las aves anidaban en esa pequeña superficie verde creada por el cariño de sus moradores, al
sur de la cancha de fútbol.
El jardín
era una magia para los niños que visitaban la casa. Bajaban del segundo piso y
se emboscaban en el jardín. Corriendo o caminando por el sendero de arena
desembocaban súbitamente a la playa de los pescadores. Luego de jugar horas allí regresaban cruzando primero el jardín y pasando junto al cañaveral
para ser recibidos en casa por doña Julia Muñoz Molina, la esposa de don
Guillermo quien agasajaba a sus huéspedes con sabrosas onces veraniegas.
Hoy en
día no existe el abundante cañaveral. Pero, el suelo sigue siendo apto, como lo
demuestra esta fotografía en que porfiados renuevos de esas plantas emergen de
la arena. Una muy buena idea sería favorecer el cultivo del cañaveral en los
espacios públicos de esa área pencona, o motivar a los vecinos para que lo hagan. Se recrearía así la magia que hoy aun recuerdan
personas mayores, niños de aquellos años.
(Los datos y las tres últimas fotos que ilustran este
texto los envió Carlos Wedel M.)
Julia Muñoz e Isabel Spencer, en una foto tomada en Santiago. |
(Los datos y las tres últimas fotos que ilustran este
texto los envió Carlos Wedel M.)
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