Recreación de cómo el cobrador de micros ordenaba sus billetes para cumplir su oficio. |
Un viaje de Penco a Concepción en góndola (micro) duraba
unos 45 minutos. Camino de tierra, motores con poca fuerza. En la subida de la
refinería alguien podía ir caminando afuera y avanzar más rápido. La marcha, a la
vuelta de la rueda. Colmadas de pasajeros, la góndolas apenas aumentaban su
velocidad cuando alcanzaban los sectores planos de la ruta.
Una góndola --parecida a las de entonces-- virando desde O'Higgins a calle Penco. (Imagen construida con Photoshop). |
El cobrador era un tipo con personalidad, hablaba en voz
alta a los pasajeros y de cuando en vez saludaba o respondía con una sonrisa. En
esos años los viajeros se conocían, Penco era una localidad pequeña, nada había
que temer con respecto a la presencia de delincuentes que a veces hoy suben al
transporte público.
Teniendo en cuenta esa realidad, igualmente el cobrador
decía la cantinela de su oficio: “Por favor, avanzar por el pasillo…” y si entre
el público viajaba algún amigo suyo, agregaba: “avancemos por el pasillo, cuidado
con los bolsillos”…
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