El recordado padre Patrick Peyton |
Como consecuencia de los dos terremotos del 21 y 22 de mayo de 1960, mucha gente
sufrió problemas psicológicos y depresiones en Penco, Cerro Verde y Lirquén. Los sismos sorprendieron un par de semanas antes del invierno. Por tanto aquél tuvo el ingrediente del miedo a los temblores, agregado a la típica crudeza de la estación fría. En esta circunstancia mi amigo Víctor muy preocupado
me preguntó que dónde, en qué lugar no se sentirían los temblores, porque él estaba harto, hasta la coronilla. Y él mismo se respondía: hay que subirse a un avión…
Era la pregunta que nos hacíamos todos ¿cómo escapar de los temblores?
Para entonces las radios de Concepción difundían un programa católico grabado --de gran sintonía-- que lo hacía un cura carismático, amigo de los medios de comunicación. No era chileno. Esos programas llegaban a las radioemisoras en discos de acetato desde Los Ángeles, California. El cura predicador era el padre Patrick Peyton quien promovía el Rosario, para ser rezado en familia. Sus mensajes calaban hondo entre la gente de Penco, de la zona y hasta donde llegaran las ondas radiales. En el mundo entero las multitudes lo llamaban sencillamente el padre Peyton. Digo multitudes porque adonde fuera el padre Peyton con el rezo del Rosario, allí se congregaban miles de personas a oírlo con devoción.
Para entonces las radios de Concepción difundían un programa católico grabado --de gran sintonía-- que lo hacía un cura carismático, amigo de los medios de comunicación. No era chileno. Esos programas llegaban a las radioemisoras en discos de acetato desde Los Ángeles, California. El cura predicador era el padre Patrick Peyton quien promovía el Rosario, para ser rezado en familia. Sus mensajes calaban hondo entre la gente de Penco, de la zona y hasta donde llegaran las ondas radiales. En el mundo entero las multitudes lo llamaban sencillamente el padre Peyton. Digo multitudes porque adonde fuera el padre Peyton con el rezo del Rosario, allí se congregaban miles de personas a oírlo con devoción.
El padre Peyton frente a la multitud en San Francisco, California, en 1961. |
Ese frío invierno del 60, la Iglesia trajo al Padre Peyton a
Concepción, Chile. Fue una muy buena idea porque los desmoralizados y asustados
habitantes de la zona necesitaban una voz amiga, potente y con autoridad para
restablecer la creencia que lo peor ya había pasado. Para mí y para todos, en
realidad, el padre Peyton era un rock star, un hombre que, a pesar de su
castellano básico, comunicaba energía, alegría, entusiasmo y fe. Su voz nos dio
esperanzas en un mundo que se nos caía a pedazos por las fuerzas de la
naturaleza.
A la salida de la Catedral penquista se ubicó el estrado desde donde nos dirigió la palabra el padre Peyton. |
Vi en persona al Padre Peyton cuando se presentó en Concepción una tarde helada de fines de junio. Se dirigió a nosotros desde una tarima que se
instaló en el portal de la catedral penquista. La Plaza Independencia se colmó
de gente que venía de todas partes y también de Penco. No cabía un alfiler. Yo,
aún niño, me tuve que empinar para verlo desde una distancia de cien metros
mientras predicaba pegado al micrófono. Era un tipo agradable, creíble, de voz
grave y pausada.
El Papa Santo Juan Pablo II saluda al padre Peyton en el Vaticano. |
Me acuerdo con alguna frecuencia de este cura mediático, a
quien hoy comparan con el santo Papa Juan Pablo Segundo, por ese don
maravilloso para comunicar y encantar. Averiguando en internet supe que el
querido padre Peyton murió en 1992 y
que hoy es considerado Siervo de Dios, una categoría previa a la santidad.
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